La dama del tigre

Mar¨ªa Kodama sabe que Borges es ya un mito, pero prefiere ignorar que ella forma parte esencial de la leyenda. La mujer a la que fueron dedicados libros como Historia de la noche, La cifra, Atlas y Los conjurados, sigue hablando del maestro argentino con la misma devoci¨®n: 'Es la meta de mi alma, mi mitad perdida y reencontrada'. 'Recuerdo que cuando Borges muri¨®, me entrevist¨® un periodista, y me pregunt¨® en espa?ol qu¨¦ significaba Borges para m¨ª. Entonces record¨¦ lo que para m¨ª es la mejor y ¨²nica definici¨®n del amor, la que pone Homero en la boca de Andr¨®maca cuando H¨¦ctor va a luchar con Aquiles : H¨¦ctor, t¨² eres para m¨ª mi padre, y mi se?ora madre, y mis hermanos, pero sobre todas las cosas eres el amor que florece'.

La viuda de Borges ha llegado a C¨¢diz para inaugurar el tercer seminario de la fundaci¨®n que lleva el nombre de Fernando Qui?ones, un escritor gaditano que el autor de El Aleph llegar¨ªa a se?alar como el mejor narrador espa?ol de su tiempo y de quien Kodama guarda el recuerdo de un vitalismo contagioso y un chispeante sentido del humor. Tambi¨¦n evoca la filiaci¨®n andaluza de Borges: 'Visitamos Granada, Sevilla y no s¨¦ si tambi¨¦n C¨¢diz, una noche... Son tantos viajes... Pero quiz¨¢s la ciudad andaluza preferida de Borges fuera C¨®rdoba'.

La formidable sombra de Borges no le pesa. Se siente perdida a¨²n, junto a ¨¦l, en un laberinto similar al que visitaron en Creta: 'Es adorable, y terrible, pero siempre divertido', comenta con una sonrisa.

Estudiosa de las lenguas cl¨¢sicas y el anglosaj¨®n, esta mujer de ascendencia japonesa no ha renunciado al placer de escribir, aunque hasta ahora se haya resistido a publicar sus relatos: 'Hay varios editores en ello, pero tendr¨¢n que esperar un poco. No siento que sea mi vocaci¨®n, simplemente me divierte. Recuerdo que Borges quer¨ªa que yo publicara y hacerme el pr¨®logo. Yo le recordaba que Emily Dickinson, a quien admiraba, no hab¨ªa publicado nada en vida y fueron sus hermanas quienes lo hicieron, despu¨¦s de su muerte. Y Borges me respond¨ªa: 'No hay que exagerar, Mar¨ªa, que usted no tiene hermanas'. Siempre se trataron de usted. 'Como las viejas parejas criollas, establecimos que nos tratar¨ªamos de usted. Yo a mi padre tambi¨¦n lo llamaba por el apellido, Kodama, y lo trataba de usted', comenta.

El fallecimiento de Borges, en 1986, le depar¨® algo m¨¢s que la viudez: tambi¨¦n vinieron los ataques a los que respondi¨® con el silencio. Cuando se le recuerda que Borges reservaba para sus enemigos el olvido y el perd¨®n, ella asiente con una broma: 'S¨ª, los perdonaba... despu¨¦s de decapitarlos'. En cuanto a sus enemigos, dice: 'Al no cortar la pol¨¦mica de la manera que ellos esperaban, la prolongu¨¦. Hacia ellos siento una enorme piedad y una gratitud. Piedad porque son personas que no supieron querer nada y yo creo que una persona cruel es alguien que no ha resuelto muchas cosas en su vida. Y gratitud, porque vos no pod¨¦s saber c¨®mo sos hasta que no buceas dentro, y para ello necesit¨¢s una situaci¨®n l¨ªmite. Con una espada en el pecho, sab¨¦s si sos capaz de matar o de morir'.

En cuanto al hecho de que Borges sea uno de los autores m¨¢s vendidos y menos le¨ªdos, Kodama recomienda leerlo con 'inocencia', 'dejar que la m¨²sica de las palabras invada antes de comprender'.