La Condomina fue la casa de Ecuador
Miles de inmigrantes ecuatorianos llegados a Murcia de toda Espa?a apoyaron a su selecci¨®n en el partido contra Sur¨¢frica
El estadio municipal de La Condomina, sede del Real Murcia, se convirti¨® ayer en la casa de los miles de aficionados ecuatorianos que, ataviados con la camiseta tricolor de su selecci¨®n y procedentes de todo los rincones de Espa?a, se desplazaron a la capital del Segura para seguir a su querida selecci¨®n, la que dirige y entrena Hern¨¢n Dar¨ªo G¨®mez, Bolillo, el colombiano art¨ªfice del sue?o hecho realidad de todos los ecuatorianos: ver clasificada a su selecci¨®n para disputar la fase final de un Mundial de f¨²tbol.
Ecuador se enfrent¨® anoche a la selecci¨®n de Sur¨¢frica como si jugara en casa, en el Estadio Ol¨ªmpico de Atahualpa, en Quito, campo de juego temido por los contrarios por estar situado a m¨¢s de 2.800 metros. El grader¨ªo que habitualmente ocupan los seguidores del Real Murcia se cubri¨® de amarillo, el color dominante en la camiseta tricolor de esta selecci¨®n y en la bandera del pa¨ªs suramericano que m¨¢s inmigrantes tiene en Espa?a.
S¨®lo en Murcia, los ecuatorinaos regularizados son m¨¢s de 35.000. Por eso, los organizadores de este amistoso, la empresa Carat Sport, pens¨® en Murcia para celebrarlo, un partido m¨¢s en la gira preparatoria con vistas al Mundial.
Autobuses procedentes de Madrid, Granada, Almer¨ªa, Albacete, Alicante... pero sobre todo de la comarca de Lorca, la capital de Ecuador en Espa?a, como la llaman, no cesaban de llegar hasta el aparcamiento de La Condomina cargados con los seguidores ecuatorianos hasta minutos antes del encuentro,dispuestos a gastar entre 20 y 30 euros, el jornal de un d¨ªa de trabajo en campos e invernaderos de toda Espa?a, ocupaci¨®n de muchos de los hinchas que anoche vivieron una jornada de reencuentro con sus compatriotas.
Desde mediod¨ªa, decenas de aficionados ya paseaban por los alrededores del estadio. Entre ellos, Carlos Efra¨ªn Machado, un veterano periodista radiof¨®nico que ha narrado los peores y mejores momentos de la selecci¨®n de Ecuador en su sufrida carrera para llegar d¨®nde est¨¢.
Una frase suya cientos de veces repetida con la pasi¨®n y l¨¢grimas de los locutores viscerales expresa el sentir general un pa¨ªs que desde hace d¨¦cadas vive volcado por el f¨²tbol: 'No quiero morir sin ver a Ecuador en un Mundial, ahora ya puedo morir tranquilo'.
Ya en la cola para sacar la entrada (se pusieron a la venta 14.000 localidades, de las cuales 3.642 se vendieron de forma anticipada), Tayron Valencia, de 24 a?os, es un hincha ecuatoriano que viaj¨® desde Olula del R¨ªo (Almer¨ªa), la capital del m¨¢rmol, 'para ver ganar a mi selecci¨®n'. Otro aficionado, Rogelio Samaniego, de 38 a?os, que lleg¨® desde Benidorm donde trabaja como recepcionista en un hotel, se?al¨® que hab¨ªa ido a apoyar a los suyos, pero que lo importante, m¨¢s all¨¢ del resultado, 'es que la selecci¨®n juege bien', y a?adi¨® que 'el aficionado ecuatoriano es hincha hasta la m¨¦dula de los huesos'. Jos¨¦ Wilson, de 23 a?os y procedente de Albacete, donde trabaja en una granja de conejos, explic¨® que para ver en vivo a su selecci¨®n, los ecuatorianos 'no escatimamos esfuerzos, porque han venido a jugar donde nosostros nos encontramos'.
El ambiente se fue calentando seg¨²n avanzaba la tarde y William Fars, de 36 a?os, explicaba desde su tenderete de camistas y banderolas de Ecuador que hab¨ªa viajado desde Holanda, pa¨ªs donde reside, para ver a la selecci¨®n y sacar partido de su negocio como comerciante de productos ecuatorianos.
Toda esta agitaci¨®n amarilla que desde el pasado domingo vive Murcia contrastaba con la patente ausencia de aficionados del equipo de Sur¨¢frica. Dos horas antes del partido, un solitario aficonado surafricano, que result¨® ser el primer secretario de la Embajada de Sur¨¢frica en Madrid, regalaba banderitas con pedestal de sus pa¨ªs y pins a las puertas del estadio murciano entre los afionados ecuatorianos en medio de un ambiente festivo y multicolor, ante la mirada incr¨¦dula de unos murcianos que nunca antes hab¨ªan visto tanta hinchada ajena invadiendo los alrededores de La Condomina.
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