?Quiere ser 7 cent¨ªmetros m¨¢s alto?
Lo leo en un anuncio de zapatos para hombre que ocupa media p¨¢gina de una revista. En un recuadro del anuncio hay un esquema por si no te queda claro lo que supone ganar siete cent¨ªmetros (seg¨²n la propaganda te hace siete veces m¨¢s feliz). Se ve el dibujo de un mu?eco y a su lado el de un mu?eco m¨¢s alto. Debajo del alto pone '+ 7 cm' para que te quede clara la diferencia. Saco el cartab¨®n y compruebo que el alto mide siete mil¨ªmetros, mientras que el bajo seis y medio. Lo que me indigna es que el alto tiene un ancho de hombros de tres mil¨ªmetros mientras que el bajo s¨®lo dos, y eso es bastante rastrero por parte del creativo dibujante. No hay necesidad de hacer m¨¢s cachas al siete cent¨ªmetros m¨¢s alto. Escribo a la empresa para solicitar el cat¨¢logo gratuito. Me llega a los dos d¨ªas, y as¨ª me entero de que tienen un modelo llamado Birminghan -con n final y no m-. En la p¨¢gina 2 leo un texto algo inquietante: 'Este cat¨¢logo anula todos los anteriores'. Tambi¨¦n pone: 'Le garantizamos que nuestros modelos aumentan su estatura + 7 cm. Pero si por cualquier motivo no queda satisfecho, le devolvemos su dinero'. Es l¨®gico que todo el mundo aumente siete cent¨ªmetros con los zapatos, ya que el truco es 'una plantilla interior que act¨²a de cu?a y permite aumentar su estatura sin que se note exteriormente', pero desde el momento en que te recuerdan que van a devolverte tu dinero es que a lo mejor alguien no aumenta lo que se espera de ¨¦l. En el cat¨¢logo viene tambi¨¦n la foto de la se?orita Pilar, que es la que te atiende telef¨®nicamente. La llamo, pero sale un contestador que dice que con motivo de la Feria de Abril no estar¨¢ hasta el d¨ªa siguiente. Duermo mal. Sue?o que escribo una carta al director proponiendo que en las ruinas del Born, adem¨¢s de libros y piedras, instalen su sede social las chicas de Bail¨¦n 22. Al d¨ªa siguiente telefoneo otra vez. Se pone el gerente, que se llama don Andr¨¦s Ferreras y habla todo el rato con signos de exclamaci¨®n. Le pregunto si ¨¦l usa los zapatos y contesta que s¨ª porque la sensaci¨®n es '?fabulosa!'. Que es esa sensaci¨®n de combatir '?aquellos peque?os complejos!'. Cuando le explico que voy a escribir una cr¨®nica para EL PA?S, dice enigm¨¢ticamente: '?Si yo pudiese revelar la de miembros del Grupo Prisa que son clientes m¨ªos...!'. Le informo de que vivo en Barcelona y a?ade: '?Si yo pudiese revelar la de clientes que tengo en Barcelona...!'. Por supuesto, al darle el nombre de mi calle, suelta: '?Si usted supiera la de clientes que tengo en esta calle...!'. Tengo miedo de darle el n¨²mero de piso, por si todos mis vecinos y sus parientes usan este calzado. Al cabo de un rato don Ferreras ya me ha convencido: no hay ser de sexo masculino en la Generalitat, en la oposici¨®n y en el gobierno de Maragall a l'ombra que no sea siete cent¨ªmetros m¨¢s alto gracias a ¨¦l. 'Comprenda, por favor, que no le d¨¦ nombres' suplica. 'S¨®lo puedo decirle lo de Tom Cruise porque ya ha salido en los medios. Tom Cruise, sin mis zapatos, todav¨ªa ser¨ªa m¨¢s bajo. Me paso la vida mirando los pies de las personas m¨¢s importantes (si yo le contara...) y no revelando de qui¨¦n son. Ya sufro de deformaci¨®n profesional y en lo primero que me fijo, de la persona, es en el pie. Las manos me dan igual. Tengo aqu¨ª delante de m¨ª, sin ir m¨¢s lejos, unos zapatos de piel de anca de potro que son un encargo muy concreto, comprenda que no le diga m¨¢s'.
El responsable de una firma de zapatos milagrosos afirma que 'el actor Tom Cruise, sin mis zapatos, todav¨ªa ser¨ªa m¨¢s bajo'
Comprendo. Estos zapatos son como los sujetadores con relleno; puedes pon¨¦rtelos siempre que no tengas una org¨ªa sorpresa, porque ser¨ªa feo quit¨¢rtelos delante de todo el mundo. Del mismo modo, el usuario de los zapatos no podr¨¢ ir a casa de un matrimonio que se acabe de instalar el parqu¨¦ flotante, ya que con la ilusi¨®n de la novedad, los primeros d¨ªas te obligan a ir descalzo. Tampoco podr¨¢n usarlos los escritores o actores, porque practican una costumbre extra?¨ªsima que consiste en hacerse las fotos de promoci¨®n ense?ando los pies desnudos para parecer enrollados y mediterr¨¢neos. El descalzo posado de la semana ¨²ltima lo vimos en el Lecturas, protagonizado por Sergi Mateu. Pero en cambio, el producto de don Ferreras no discrimina al colectivo ¨¢rabe, que suele usar zapatos abiertos por detr¨¢s para ir a la mezquita. El modelo Combo (una de las grandes novedades de la presente colecci¨®n) es una de esas zapatillas de andar por casa, con el tal¨®n descubierto. Don Ferreras me dice que en caso de que yo quiera hacer un pedido (para mi esposo) nadie lo sabr¨¢. Si una cosa tiene ¨¦l es que respeta la confidencialidad y el anonimato de sus clientes. Recibir¨¦ un paquete discreto en mi casa. La caja ser¨¢ totalmente neutra, no se notar¨¢ que es de calzado. Todo esto es un poco paranoico porque unos zapatos, en s¨ª, no son algo sospechoso. Es sospechoso que no quieran parecer sospechosos. Es como cuando vas a hacer la compra del mes al sex shop; no hay manera de entrar haci¨¦ndote el transparente.
Nota: En la elaboraci¨®n de esta cr¨®nica se han descartado los siguientes t¨ªtulos, por po¨¦ticos: Mi pie izquierdo, Con buen pie y Zapatos de altura. Tambi¨¦n se ha descartado, no sin dolor, Descalzos por el parqu¨¦, que quer¨ªa jugar con el t¨ªtulo de esa pel¨ªcula de Jane Fonda y Robert Redford llamada Descalzos por el parque. No s¨¦ si se entiende.
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