'He tenido que mendigar y rifar esp¨¢rragos'
El interior del hogar de Antonio Barrera (42 a?os) y Rosario Barroso es limpio y austero. Lleno de lo justo. Ni las fotos de acontecimientos familiares, ni los marcos con el graduado escolar de alguno de sus hijos ni la peque?a tele aligeran la sensaci¨®n de vaciedad del comedor. Ni a los jornaleros ni a sus casas les sobra nada. Ni siquiera tiempo: en esta ¨¦poca la familia se levanta de noche para estar a las 8.00 en la finca de San Jos¨¦ de la Rinconada donde trabajan. Su faena, despu¨¦s de media hora de descanso, concluye a las 14.45. Cuando llegan a su casa son ya las 16.00. Y es entonces cuando comen.
En el calendario laboral de Barrera y Barroso, un matrimonio de El Coronil (Sevilla) con cinco hijos (de 12 a 22 a?os), s¨®lo hay cuatro meses sin incertidumbre salarial, que suelen ir de noviembre a febrero cuando se desplazan hasta Tarragona o Castell¨®n para recoger naranjas a destajo. A la vuelta suelen enlazar con la campa?a del melocot¨®n en Sevilla, que dura hasta junio y est¨¢ mejor pagada (30,05 euros por una jornada de seis horas y cuarto). Luego los jornaleros entran en un paro forzoso hasta que en septiembre comienza el verdeo de la aceituna.
De los cuatro hijos varones todos se han incorporado al campo al cumplir los 16 a?os
El subsidio les garantiza unos ingresos m¨ªnimos en los tiempos de par¨®n. 'Me parece fatal si lo poquito que dan lo quitan tambi¨¦n; el que tiene tiene cada vez m¨¢s y el pobre es cada vez m¨¢s pobre', dice Rosario.
En el cuatrimestre m¨¢s intenso -el de la naranja levantina- cada jornalero de la familia puede cobrar unas 400.000 pesetas brutas en todo el periodo, pero deben descontar el alquiler por el alojamiento (pagan 110.000 pesetas al mes por dos apartamentos), los 'sellos' de la Seguridad Social y los gastos del desplazamiento. La cantidad restante es el sueldo que puede obtener un jornalero en un mes de gran actividad. 'Es el trabajo m¨¢s duro y peor pagado', remacha Rosario, antes de recordar que ha recogido clementinas hasta con nieve.
En la ¨²ltima campa?a han participado el matrimonio y tres hijos, mientras el benjam¨ªn, de 12 a?os, acud¨ªa a la escuela en Vinaroz. Su padre advierte con cierta resignaci¨®n que, al igual que los mayores, comienza a dar signos de fracaso escolar entre un traslado y otro. La mitad de la temporada en El Coronil, la otra en Castell¨®n. S¨®lo Cristina, la ¨²nica hija de la pareja, mostr¨® cierto inter¨¦s por los estudios, pero un embarazo inesperado a los 16 a?os la retir¨® de las aulas. Es la ¨²nica que se ha casado y se ha ido del domicilio familiar, aunque tambi¨¦n ha seguido los pasos de sus hermanos en el campo. 'Aqu¨ª no hay otra cosa', dice.
De los cuatro hijos varones, todos se han incorporado al campo conforme cumpl¨ªan 16 a?os. Jorge, de 12, deja entrever que har¨¢ lo mismo en cuanto pueda. Sus padres no les han forzado, pero reconocen que los nuevos ingresos les han aliviado. 'Hemos pasado la negra, la amarilla.. he tenido que mendigar y he llegado a rifar esp¨¢rragos', recuerda Antonio Barrera, que ahora que est¨¢ menos apurado ronda los 6.000 euros de ingresos brutos anuales. 'Y despu¨¦s dicen ah¨ª que tengan ni?os', apostilla Rosario mientras ladea la cabeza hacia el televisor.
Con la prole peque?a, el ¨²nico que pod¨ªa trabajar fuera de casa era Antonio, que se queja de que siempre persigan el fraude en la parte d¨¦bil: 'El fraude est¨¢ m¨¢s en la patronal que en los trabajadores'. En tres lustros s¨®lo le han llamado una vez para trabajos del PER -unas obras de limpieza en los dep¨®sitos de agua de El Coronil- y ha sido el ¨²nico de la familia. El jornalero dice que le hab¨ªan excluido por no pagar la renta por la casa que les cedi¨® el Ayuntamiento: 'Deb¨ªamos a la Seguridad Social, en la tienda y no pod¨ªamos pagar'. Era una renta escu¨¢lida, con derecho a compra, pero hasta esos 30 euros mensuales se le hacen un dineral a un jornalero.
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