Rossi tambi¨¦n es humano
El italiano comete un grave error en la ¨²ltima vuelta de la prueba MotoGP y regala el triunfo a su compa?ero, el japon¨¦s Ukawa
Va tan sobrado, est¨¢ tan convencido de que no vino a este mundo para ser el segundo, que Valentino Rossi se pas¨® ayer unos cuantos pueblos en la categor¨ªa reina del motociclismo, la MotoGP. Lo hizo en la ¨²ltima vuelta, cuando el gui¨®n establecido, esto es, que ¨¦l y s¨®lo ¨¦l ocupar¨ªa la primera posici¨®n, se cumpl¨ªa fielmente. Rossi cometi¨® un error garrafal en el peor instante, pues, pese al acoso del japon¨¦s Tohru Ukawa, su compa?ero en Honda, nada le obligaba a entrar en aquella curva a todo trapo, col¨¢ndose, pas¨¢ndose de frenada, llevando a su moto a culear de tal forma que a punto estuvo de hacerle caer. Rossi consigui¨® mantener en pie la m¨¢quina, pero Ukawa le rebas¨® limpiamente. Pocos metros quedaban para el final y el italiano intent¨® lo imposible, rebasar al nip¨®n en la pen¨²ltima curva. Apur¨® la frenada, lo intent¨® por fuera, durante un instante pareci¨® que lo conseguir¨ªa..., pero se volvi¨® a colar mientras Ukawa manten¨ªa el trazado y sal¨ªa lanzado del giro para cruzar la meta dando pu?etazos al aire, mientras Rossi abr¨ªa las manos en se?al de resignaci¨®n.
Aun reconociendo que Rossi le regal¨® el triunfo, lo cierto es que la actuaci¨®n de Ukawa fue mod¨¦lica. Siempre estuvo cerca de su colega. La carrera demostr¨® que, am¨¦n de por Rossi, el campeonato puede merecer la pena gracias a su compatriota Loris Capirossi, que pilota una Honda con motor de dos tiempos. Capirossi dio una soberana lecci¨®n y dej¨® tras ¨¦l a las dos yamaha de cuatro tiempos, la de Carlos Checa, que acab¨® el quinto, y la de Max Biaggi, cuya carrera s¨®lo admite el calificativo de lamentable, y a las suzuki de Kenny Roberts y Sete Gibernau.
Nada digno de menci¨®n ocurri¨® en la salida, m¨¢s all¨¢ de que Rossi se escapara desde la primera curva junto a Ukada o que Gibernau, que arranc¨® desde muy atr¨¢s, llegara al quinto puesto. Lo que ya no es noticia es que Biaggi, cuarto en la parrilla, se colocara el 13?. En el caso de Gibernau, adem¨¢s de irse al c¨¦sped en una ocasi¨®n, la elecci¨®n de los neum¨¢ticos le traicion¨® hasta el punto de que termin¨® el 16?.
S¨®lo Capirossi y Katoh se rebelaron contra lo establecido. Sobre todo el italiano, un piloto genial que dif¨ªcilmente ganar¨¢ mientras no meng¨¹e la voracidad de Rossi, pero que no se conforma con el papel de comparsa.
El caso es que Capirossi dio tanta guerra que bati¨® en dos ocasiones el r¨¦cord del circuito, registro que luego superaron consecutivamente Rossi y Ukawa. Porque el campe¨®n siempre tuvo la carrera controlada. Tanto que, a falta de 11 vueltas, decidi¨® que Capirossi no era una buena compa?¨ªa, sobre todo para su compa?ero Ukawa, y se larg¨® con ¨¦ste. Incluso en un momento determinado dijo al japon¨¦s que pasara delante. Mir¨® entonces para atr¨¢s y seguro que sonri¨® al comprobar que Capirossi ya estaba lejos. Cuando quiso, regres¨® al primer puesto, pero a pocos metros de la meta lleg¨® aquel despiste, aquella entrada en la curva, el bandazo de la moto, la amenaza de la ca¨ªda... Y Ukawa se fue para lograr una victoria tan hist¨®rica -es la primera que consigue en la m¨¢xima categor¨ªa- como inesperada, que deja a Rossi sin su brutal pretensi¨®n de ganar los 16 grandes premios y que demuestra que el campe¨®n, por si se dudaba, tambi¨¦n es humano.
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