Pesadilla en comisar¨ªa
Hace casi cuatro a?os que Miriam Rosa Ver¨¢stegui Templo, una inmigrante peruana, denunci¨® por intento de violaci¨®n a E. L. A., el polic¨ªa que la custodiaba en el Registro Central de Detenidos de Moratalaz, un barrio de la periferia de Madrid. El pasado d¨ªa 9, la Secci¨®n Quinta de la Audiencia Provincial de la capital dej¨® el juicio visto para sentencia. El caso aparece recogido en el informe sobre tortura y malos tratos por motivos racistas a manos de agentes del Estado en Espa?a que Amnist¨ªa Internacional (AI) present¨® el pasado martes. De las siete denuncias de agresi¨®n sexual presentadas desde 1995 que menciona el informe, s¨®lo dos han desembocado en condena.
A las 18.30 del 20 de junio de 1998 varios agentes de la Polic¨ªa Nacional le pidieron la documentaci¨®n a Miriam en la Gran V¨ªa de Madrid. La mujer, que afirma ser ingeniera agr¨®noma, ten¨ªa 32 a?os y las autoridades le acababan de notificar la concesi¨®n de un permiso de trabajo, pero todav¨ªa tramitaba la solicitud de residencia. S¨®lo ten¨ªa encima una fotocopia del pasaporte.
Fue llevada al Registro Central de Detenidos, en Moratalaz, donde pas¨® la noche, y a las 8 de la ma?ana del d¨ªa siguiente la trasladaron a la Brigada Provincial de Extranjer¨ªa y Documentaci¨®n, en la calle Los Madrazo. Una agente debi¨® notarle algo raro porque se acerc¨® a preguntarle qu¨¦ le pasaba. Tras varios intentos fallidos, logr¨® sonsacarle que durante la noche un polic¨ªa hab¨ªa intentado violarla. La agente la anim¨® a denunciar a su compa?ero, pero ella se neg¨® repetidamente. Finalmente la convenci¨®.
Miriam declar¨® que a las 2 de la madrugada del 21 de junio un agente entr¨® en su celda y le ofreci¨® un cigarrillo, que ella acept¨®. Cuando el polic¨ªa empez¨® a manosearla se lo quit¨® de encima como pudo y dijo en voz bien alta que quer¨ªa ir al servicio. En lugar de llevarla a los lavabos para los detenidos, el hombre la condujo al aseo de incomunicados. Fue all¨ª donde, seg¨²n la versi¨®n de Miriam, E. L. A. la atac¨®. Puso la denuncia ante el juez de guardia y entreg¨® las pruebas del delito.
En un careo ante el juez de instrucci¨®n el 29 de junio de 1998 entre Miriam y el presunto agresor, ¨¦ste asegur¨® que la mujer hab¨ªa presentado cargos falsos contra ¨¦l porque quer¨ªa quedarse en Espa?a.
Hoy, Miriam est¨¢ regularizada, trabaja como comercial en una empresa y no quiere hacer declaraciones ni que le tomen fotos. 'Esperamos una sentencia r¨¢pida', dice su abogado Guillermo A. P¨¦rez Reyes.
Adem¨¢s de al de Miriam, AI alude en su informe a otros cuatro casos de mujeres agredidas por miembros de las fuerzas del orden. Entre ellos figura el de una mujer colombiana, cuya identidad no ha trascendido, que denunci¨® a un polic¨ªa de Valladolid por obligarla a hacerle una felaci¨®n. El agente fue condenado a 12 a?os, pero ha apelado y se encuentra en libertad.
Tambi¨¦n se registra el de Rita Margarete Rogerio, brasile?a, que denunci¨® haber sido violada por un agente en Bilbao. El Supremo constat¨® la imposibilidad de depurar responsabilidades debido a que los compa?eros del acusado no quisieron testificar contra ¨¦l.
Asimismo, figura el de Teresa Sim¨®nica Matos Braga, colombiana, que denunci¨® haber sido atacada sexualmente por un agente. El polic¨ªa fue declarado culpable de agresi¨®n sexual y se le impuso una multa.
En cuanto al caso de Malika Badra, marroqu¨ª que denunci¨® haber sido violada por un polic¨ªa en Melilla, AI no tiene constancia de la soluci¨®n del caso.
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