La necesidad de mirar atr¨¢s
Para celebrar el d¨¦cimo aniversario de su compa?¨ªa, el bailar¨ªn-bailaor sevillano Antonio Canales ha estructurado esta Suite flamenca en dos partes, compuesta por la representaci¨®n ¨ªntegra de Torero (1993) y cuatro extractos de diferentes obras.
Es interesante que los artistas del ballet flamenco hagan estos ensayos retrospectivos pues mirar atr¨¢s es una manera de aquilatar hasta qu¨¦ punto el arte de la danza esc¨¦nica espa?ola se ha encontrado inmersa en m¨¢s de una d¨¦cada de profundos cambios formales, de los que Canales es, sin lugar a dudas, uno de sus m¨¢s se?eros protagonistas al pertecener a una privilegiada generaci¨®n de renovadores, aunque unos hayan ido m¨¢s lejos que otros en los intentos de modernizaci¨®n y fusi¨®n.
Ballet Flamenco Antonio Canales
Suite flamenca. Coreograf¨ªa y direcci¨®n: Antonio Canales; m¨²sica: Jos¨¦ Jim¨¦nez, Ram¨®n Jim¨¦nez, Libio Oylem; escenograf¨ªa y vestuarios: Gabriel Carrascal; luces: Sergio Spinelli. Teatro de Madrid. Hasta el 28 de abril.
El baile personal de Canales se ha vuelto m¨¢s concentrado e intimista, liberado de efectos y grandilocuencias. La verdad es que su f¨ªsico hoy no es ni por asomo el que era ni el que se espera de un gran bailar¨ªn de fuste; pero, por una vez y sin sentar precedente de falsa condescendencia, no importa tanto. Su clase, su entrega, logran envolver la acci¨®n danzada y que sea aceptada tal como la ofrece, sobre una estampa de autenticidad moral muy intensa y particular. Otra cosa es que mejor ser¨ªa verle m¨¢s estilizado. Su manera bronca y descarnada de abordar la zona seria del baile, de dramatizar lo conc¨¦ntrico y hacerlo jondo es parte de su estilo y es forma de un artista en posesi¨®n de poso profundo y arco muy variado, como debe ser.
Brillante Pol Vaquero
Torero es uno de sus mejores ballets y es una dura met¨¢fora de las pasiones humanas. Con una puesta en escena que recuerda vagamente a la Carmen de Alberto Alonso en el Bolshoi moscovita, el torero de Canales expone sus soledades, sus dudas, sus miedos y hasta su reserva para hacer sufrir al toro, que es un hombre, pues el core¨®grafo le concede la virilidad que le pertenece. A partir de aqu¨ª, se destapa el tarro de las interpretaciones: es un duelo carnal y sensual donde hay a la vez exceso y respeto, ritual y desgarro.
Pol Vaquero no es ya una promesa sino un excelente int¨¦rprete que borda el papel del astado; antes lo hicieron con nobleza ?ngel Rojas y Jos¨¦ Merino y en todos esos j¨®venes Canales ha dejado huella, ha contribuido a su formaci¨®n y a su cristalizaci¨®n profesional, lo que no es poco.
Hay en la compa?¨ªa otros muchachos de garra y realmente virtuosos, donde destaca otra vez Juan de Juan con su potencia y su control en el zapato, aunque la excesiva amplificaci¨®n del taconeo no deja disfrutar m¨¢s de los matices. Es una moda actual y sin l¨®gica musical que la justifique.
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