El abismo entre partes de un alma
'Los europeos ya quisieron exterminar a los jud¨ªos antes'. Frases como ¨¦sta, pronunciada por Benjamin Netanyahu, gran rival de Ariel Sharon en el partido derechista Likud y, sin embargo, proc¨®nsul del mismo en viaje de relaciones p¨²blicas por Estados Unidos en pasadas semanas, dicen casi todo del actual momento de las relaciones entre el Israel oficial y Europa. Han tocado fondo y no parece que, por mucha comprensi¨®n hacia los miedos existenciales israel¨ªes y mala conciencia por conductas antisemitas pret¨¦ritas, desde Europa se vayan a hacer m¨¢s gestos de genuflexi¨®n o condescendencia ante una pol¨ªtica, la del actual Gobierno israel¨ª de Ariel Sharon, que repugna a las sensibilidades de Gobiernos y opiniones p¨²blicas europeos.
Que un l¨ªder pol¨ªtico con una m¨ªnima responsabilidad -oficial al menos- como es Netanyahu formule semejante frase, en la que acusa a la comunidad de naciones europeas de colaborar conjuntamente en el holocausto nazi, es un disparate hist¨®rico con poco precedente y un insulto incalificable para una Europa que desde hace m¨¢s de medio siglo ha hecho lo indecible por ayudar al desarrollo, seguridad y bienestar del Estado de Israel. No lo es menos la descalificaci¨®n rotunda por parte del primer ministro israel¨ª, Sharon, de Javier Solana y dem¨¢s mediadores europeos. La relaci¨®n amor-odio entre Israel y Europa de que hablaba hace pocos d¨ªas un diplom¨¢tico israel¨ª en Madrid ha derivado en animadversi¨®n total por parte del Israel oficial hacia Europa desde que Sharon se considera perfectamente arropado por EE UU para su pol¨ªtica de tierra quemada en Palestina. Malo para Europa, para EE UU, para los palestinos por supuesto, pero tambi¨¦n para Israel.
Porque el diminuto Estado patria de todos los jud¨ªos del mundo existe gracias a Europa y debe su desarrollo mucho m¨¢s al Viejo Continente que a los 3.000 millones de d¨®lares que recibe anualmente de subvenciones norteamericanas para hacer de pe¨®n de una guerra fr¨ªa en Oriente Pr¨®ximo que ya es historia. El compromiso de Europa con Israel va mucho m¨¢s all¨¢ que los intereses de congresistas norteamericanos condicionados por el voto de sus circunscripciones o las subvenciones a sus campa?as. De ah¨ª que el desprecio a la buena fe desplegada por Europa en el conflicto de Oriente Pr¨®ximo, y cuya m¨¢xima expresi¨®n son hoy Javier Solana y Miguel ?ngel Moratinos, sea un flaco favor que este Gobierno israel¨ª le hace a su propio pueblo. Puede que ese propio pueblo tenga que reproch¨¢rselo amargamente a quienes hoy en su arrogancia creen tener las espaldas cubiertas por Washington para el peor de sus desatinos. Israel, tambi¨¦n Washington, est¨¢ despreciando a sus verdaderos amigos, que intentan evitar que se automutilen en su condici¨®n moral, pol¨ªtica y de seguridad. Europa no puede imponer nada a un Israel autopropulsado hacia el conflicto, pero nadie podr¨¢ decir nunca que los aut¨¦nticos amigos de ese joven Estado no le avisaron sobre los peligros de su carrera hacia la brutalidad, la falta de piedad y la nada.
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