Pol¨ªtica y econom¨ªa: las murallas chinas
SI ALGUIEN DESEA CONOCER con detenimiento los conflictos de intereses entre la econom¨ªa y la pol¨ªtica en el ¨²ltimo siglo de la historia de Espa?a, puede leer el muy interesante libro de Mercedes Cabrera y Fernando del Rey El poder de los empresarios. Pol¨ªtica y econom¨ªa en la Espa?a contempor¨¢nea (1875-2000). Le servir¨¢ para ponerse al d¨ªa en ese camino de doble direcci¨®n, de instrumentaci¨®n rec¨ªproca, en el que se demuestra que, tal como sab¨ªamos, la econom¨ªa influye en la pol¨ªtica y tambi¨¦n la pol¨ªtica en la econom¨ªa, pero que a veces, ambas disciplinas siguen l¨®gicas diferentes, en ocasiones compatibles pero en otras encontradas.
En sus p¨¢ginas se recoge, casi hasta los ¨²ltimos acontecimientos, la pol¨ªtica del PP por la que ha desaparecido el sector p¨²blico empresarial (salvo excepciones, casi todas deficitarias, como Hunosa, Renfe, RTVE...), para ser sustituido por un nuevo sector privado gubernamental, compuesto por las empresas privatizadas, a cuyo frente est¨¢n gestores directa o indirectamente relacionados con el partido del poder.
Las incompatibilidades entre el sector p¨²blico y el privado no s¨®lo afectan a los funcionarios. Hay un creciente conflicto de intereses entre auditoras y bancos de inversi¨®n que se han aprovechado de la desregulaci¨®n rampante
La dial¨¦ctica entre econom¨ªa y pol¨ªtica es s¨®lo uno de los conflictos de intereses dentro del sistema econ¨®mico. La crisis de Enron ha desvelado las pasarelas que exist¨ªan entre la Casa Blanca y los mentirosos gestores de dicha empresa, pero tambi¨¦n otras muchas. El capitalismo de amiguetes no era privilegio, como nos quisieron hacer creer, de los pa¨ªses subdesarrollados, sino que est¨¢ en el centro del sistema. Cuenta Stiglitz en su ¨²ltimo libro que cuando Ron Brown, secretario de Comercio de EE UU, viajaba al exterior, lo acompa?aban empresarios estadounidenses que buscaban contactar con esos mercados emergentes y entrar en ellos. 'Presumiblemente, las posibilidades de conseguir un asiento en el avi¨®n aumentaban si uno realizaba contribuciones significativas a la campa?a'.
La necesidad de establecer regulaciones a esas pasarelas de intereses contrapuestos, lo que se ha venido en llamar murallas chinas, parece m¨¢s urgente a la luz de los ¨²ltimos esc¨¢ndalos. La ¨²ltima derivada sobre la responsabilidad del secretario de Estado de Hacienda, Estanislao Rodr¨ªguez Ponga, en el esc¨¢ndalo del BBVA no reside en su participaci¨®n directa, sino en el aprovechamiento de una situaci¨®n legal que permite a un inspector fiscal, funcionario del Estado, pasar a trabajar en una empresa privada como asesor fiscal y luego volver al sector p¨²blico. ?Qu¨¦ ocurrir¨ªa si despu¨¦s del BBVA saltase otro asunto fiscal dudoso en Repsol, donde tambi¨¦n trabaj¨® en su etapa privada?
La naturaleza del problema es la misma que se est¨¢ dando entre las empresas de auditor¨ªa: una sociedad auditora examina las cuentas de una empresa para darles el visto bueno o ponerles una excepci¨®n, y, al mismo tiempo, es contratada, por esa misma empresa, para realizar en su interior labores de consultor¨ªa.
Tambi¨¦n se han manifestado conflictos de intereses en los bancos de inversi¨®n que tienen departamento de an¨¢lisis. Una empresa contrata a un banco de inversi¨®n para ser asesorada en su salida a Bolsa, en una fusi¨®n o adquisici¨®n, en una titulizaci¨®n o cualquier otra operaci¨®n similar. El banco de inversi¨®n realiza esa asesor¨ªa, pero al mismo tiempo su departamento de an¨¢lisis aconseja a los inversores que compren o vendan acciones de la misma empresa a la que atienden. No funcionan las murallas chinas que separan a los departamentos de an¨¢lisis y de inversi¨®n de un mismo banco. Ya se conocen muchos casos de bancos (la Fiscal¨ªa de Nueva York est¨¢ investigando a Merrill Lynch) que han tenido problemas por emitir recomendaciones mejores de lo razonable para ganarse los favores de determinadas compa?¨ªas. Los analistas tienden al optimismo porque est¨¢ bien pagado. Aconsejan a los inversores qu¨¦ valores comprar y al mismo tiempo aconsejan a las empresas que quieren comprar acciones.
Es la plaga de la desregulaci¨®n rampante.
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