F¨ªsica divertida

Un profesor de Murcia, Rafael Garc¨ªa, propone hacer divertida la f¨ªsica ense?¨¢ndola con juegos pretendidamente did¨¢cticos (EL PA?S del 8 de abril). Por ejemplo, con un pajarito de pl¨¢stico transparente y extra?a forma, relleno de un l¨ªquido vol¨¢til y ataviado con un gorrito de fieltro. Por ¨¦ste se evapora el l¨ªquido y... el caso es que el pajarito mete la cabeza en un recipiente lleno de otro l¨ªquido y despu¨¦s recupera la vertical. No s¨¦, y me gustar¨ªa saberlo, si el profesor citado es capaz de explicar con rigor (o sea, a un f¨ªsico y, por tanto, con ecuaciones) el funcionamiento del pajarito. Casi seguro es que un maestro no lo comprender¨¢ bien ni falta que le hace. Un alumno suyo no entender¨¢ nada y, para m¨¢s escarnio, encontrar¨¢ poco divertido el pajarito.

?Por qu¨¦ se ha de divertir un estudiante en el instituto? All¨ª se va a aprender y el aula no ha de ser un lugar de suplicio ni de aburrimiento, pero tampoco una guarder¨ªa permanente.

El aprendizaje de la f¨ªsica, como cualquier materia, exige esfuerzo y produce placer. Para ello son necesarias varias cosas, no muchas, entre las que destacan un maestro bien formado y entusiasta, unos alumnos educados y unos libros rigurosos, bien escritos y sin colorines. Poco de esto abunda en la escuela y el instituto actual, por lo que, en el caso de la f¨ªsica, dif¨ªcilmente llegaremos a provocar en los j¨®venes la curiosidad, el inter¨¦s por aplicar los conocimientos y que al comprobar que el resultado de sus c¨¢lculos coincide con la soluci¨®n correcta de un bonito problema exclame alborozado: '?Toma ya, chaval, clavadito!'.

Apa?ados estamos si en tiempos de reforma de la ense?anza secundaria prosperan ideas como las del pajarito pegando cabezazos.