Luis Enrique o el s¨ªmbolo del desgarro del Bar?a
El asturiano sostuvo con su empuje al equipo frente a la desorientaci¨®n de un club a la deriva
Aeropuerto de El Prat. Cerca de las 2.00 de la madrugada. El Bar?a aterriz¨® con absoluta indiferencia en Barcelona despu¨¦s de un vuelo con peque?os sobresaltos. Un autocar aguardaba como siempre a la plantilla para trasladarla al Camp Nou -all¨ª dejan los jugadores aparcados sus veh¨ªculos los d¨ªas de partido- mientras el presidente del club, Joan Gaspart, se dirig¨ªa en direcci¨®n contraria a buscar su veh¨ªculo. S¨®lo, ignorando una fina lluvia, estuvo dando vueltas en el aparcamiento al aire libre situado frente a la terminal. Poco despu¨¦s, se le sum¨® Francesc Closa, vicepresidente y su hombre de confianza. Casi quince minutos, en una explanada vac¨ªa, en busca del autom¨®vil de Gaspart, situado al final cerca de los cajeros. La escena revel¨® la triste desorientaci¨®n del presidente y de todo un club, que amaneci¨® ayer tan despistado que Gaspart no sabe qui¨¦n relevar¨¢ a Rexach (se habla desde V¨ªctor Fern¨¢ndez hasta de repescar a Louis van Gaal).
Mientras el club se debate en la confusi¨®n, tras su tercer a?o en blanco y con la inc¨®gnita, justo igual que el a?o pasado, de si entrar¨¢ o no en la Liga de Campeones, una figura ha emergido por encima de todas. Luis Enrique, el futbolista asturiano, aguant¨® al equipo en el Bernab¨¦u con una fuerza y un car¨¢cter ganador fuera de lo com¨²n. Sin inmutarse ante los gritos que se o¨ªan desde la zona de los ultrasur -'Luis Enrique, tu padre es Amunike'- ni con los abucheos que surg¨ªan en cuanto tocaba el bal¨®n. Luis Enrique es para el Bernab¨¦u algo as¨ª como Figo al Camp Nou. Pero con una diferencia: el portugu¨¦s suele desaparecer ante el Bar?a y el asturiano sufre una motivaci¨®n extra ante el Madrid. 'Mejor ser odiado en el Bernab¨¦u', dijo hace poco en una entrevista. 'No me gusta pasar desapercibido: mejor que tengan una opini¨®n, buena o mala'.
Ca¨ªdo Rivaldo, sin dar el salto Saviola, Luis Enrique, el que firm¨® m¨¢s aut¨®grafos antes de embarcar hacia Barajas, era la gran esperanza del Bar?a para Madrid. Sufr¨ªa problemas musculares en la pierna derecha pero las pruebas no precisaban la gravedad de la lesi¨®n. Todo depend¨ªa de sus sensaciones al pisar el c¨¦sped. Y las tuvo buenas. Ya se hab¨ªa perdido el partido de Liga en el Bernab¨¦u por una lesi¨®n y esta vez no falt¨®. No era una decisi¨®n f¨¢cil porque se arriesgaba a perder sus ¨²ltimas opciones de ir a su tercer Mundial. El seleccionador Jos¨¦ Antonio Camacho no le ha incluido en la lista. Y jug¨® sin acusar, al menos aparentemente, la menor lesi¨®n. Estuvo arriba, abajo, defendiendo, atacando y dando ¨®rdenes a gritos a sus compa?eros. Omnipresente. Pero le pas¨® lo que al resto del equipo: le fall¨® el gol. El asturiano lleva once goles y seis de ellos en Europa. Casi todos determinantes: el que marc¨® ante el Wisla (1-0); dos goles al Bayer Leverkusen, el rival del Madrid en Glasgow (uno en Alemania, 2-1; y otro en casa, 2-1). Luego marc¨® el gol ante el Galatasaray que dio el pase a cuartos (0-1) y dos ante el Panathinaikos (3-1) para alcanzar una semifinal no vista en cuarenta a?os.
Era su gran ocasi¨®n. El cruce esperado. El soporte del Bar?a. El jugador que m¨¢s iras levant¨®. El que meti¨® el miedo en el cuerpo al Bernab¨¦u. Pero le falt¨® suerte porque le vino de cent¨ªmetros batir a C¨¦sar. Se acab¨® el partido y se fue hacia el c¨®rner para aplaudir, terriblemente decepcionado, a los seguidores azulgrana. Tras la derrota, quiso ser cauto: 'No es mi funci¨®n pasar balance. Quiero ser prudente. Pero, al margen de que hemos fallado muchas ocasiones, hemos sido muy irregulares este a?o'. Fue menos ¨¢cido que hace un a?o cuando dijo la frase que repiti¨® Sergi ayer: 'Quiz¨¢ no somos tan buenos como pens¨¢bamos'. S¨®lo le quedan dos cosas: empujar al Bar?a para meterlo en la Liga de Campeones e ir al Mundial. Y al Camp Nou saber, que tras invertir 20.000 millones en fichajes, el esp¨ªritu de la resistencia, el esp¨ªritu del club ante la desorientaci¨®n -curiosamente comparte habitaci¨®n con Puyol, que parece un disc¨ªpulo suyo- lo lleva este hombre de 32 a?os, casado en Barcelona y con dos hijos, que juega con las ganas de un juvenil y llegado hace seis a?os del Madrid.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.