Menestra de verduras
La menestra es la otra cara de la primavera, el equinoccio del plato. Asomarse a una menestra de verduras equivale a hundir el hocico en la huerta, a comerse la tierra antes que a uno se lo coma ella. El sol primaveral se vuelve verde y fragante y dora los manteles con suavizante de alcachofa y dedos -con perd¨®n- de esp¨¢rrago. O al menos as¨ª era antes. Los guisantes -pron¨²nciese guisantitos- est¨¢n a dobl¨®n, de hecho valen m¨¢s que las perlas por lo que si uno los echa a una menestra parece que est¨¢ cometiendo un guisanticidio. O parecer¨ªa, porque son tan min¨²sculos que ni se ven. Las alcachofas no cumplen otra funci¨®n en la menestra que la de ocultar a los guisantes. Porque vienen bastante insulsas cuando no cansadas por el rato que llevan fuera del terr¨®n. Hay un cocinero por ah¨ª que ya est¨¢ sustituy¨¦ndolas por la alcachofa de la ducha. En cuanto a los esp¨¢rragos, son lo que menos se atiene a la Ley de Extranjer¨ªa. Basta que atraviesen suelo navarro, pero en cami¨®n, para que se conviertan autom¨¢ticamente en navarros aunque procedan de la China o del Per¨², y eso con el aplauso de todos, pues todos los encuentran buenos. A lo mejor constituyen un ejemplo a seguir, digo para resolver las cuestiones del multiculturalismo.
Los guisantes est¨¢n a dobl¨®n. Los echa uno a la menestra y parece que comete un guisanticidio
En uno de los pueblos m¨¢s pintorescos de Guip¨²zcoa un cartel dice: 'Prohibido dar la vuelta'
Comerse un plato de menestra hoy es casi como comerlo de congelados. Y no es que haya nada de malo con el hielo en la comida, pero tampoco de bueno porque, una vez lo quitas, las verduras quedan ins¨ªpidas y blandurrias. As¨ª que voy a proponerles unos productos contratados a fin de que mejoren su menestra primaveral.
Empezar¨ªa con una perla, puesto que de perlas he hablado. Resulta que en un centro de acogida de menores de Melilla los chavales se han rebelado porque quieren que les vistan con zapatillas de marca. Hombre, visto as¨ª parece l¨®gico, porque para eso los chavales, todos, son plusmarquistas. Pero, claro, habr¨ªa que ver c¨®mo han llegado a una situaci¨®n en que no distinguen sus deseos de la realidad. Aunque en esto tampoco hace falta ser sin papeles, pues corre por ah¨ª un inquietante dato estad¨ªstico que dice que en el 66% de los hogares espa?oles no se les pone a los ni?os ning¨²n l¨ªmite. Lo que significa que todo es deseos satisfechos. As¨ª pasa luego lo que pasa, que uno va al mercado y quiere que le den los guisantes -pron¨²nciese guisantitos- a precio de ca?amones y le entra tal enfado cuando se los niegan que acaba haciendo una menestra de derechos: oiga, que yo tambi¨¦n tengo derecho a comer guisantes, pron¨²nciese caprichitos.
El segundo ingrediente o materia prima procede de la Guip¨²zcoa profunda. En uno de sus pueblos m¨¢s pintorescos hay un cartel que reza: 'Prohibido dar la vuelta'. As¨ª de rotundo. Y uno se siente se?alado en lo m¨¢s hondo, porque para eso se halla en la Gipuzkoa m¨¢s ¨ªdem, all¨ª donde sobreabunda la trascendencia y los avisos no son tales avisos sino aut¨¦nticos or¨¢culos relacionados con la menestra, digo con la tierra. Por eso el cartel indica que hay que avanzar hacia la total desanexi¨®n sin que valga volverse atr¨¢s. De ah¨ª que algunos digan que si Garz¨®n quiere ver lavander¨ªas, tintorer¨ªas o despachos s¨®lo de blanco en las herriko taberna es para preparar el camino a la ilegalizaci¨®n de Batasuna, cuando ayer estaban diciendo que no se necesitaba ninguna Ley de Partidos porque, para poner coto a los desafueros, bastaba con aplicar el C¨®digo Penal vigente a quienes dentro de una organizaci¨®n pol¨ªtica delinquieran. Pero s¨®lo es porque est¨¢ prohibido dar la vuelta.
El tercer y ¨²ltimo ingrediente renueva en el plato la esperanza. Cuando los tiempos est¨¢n al ultranacionalismo por ejemplo de Le Pen, con todas esas banderas, esa patria todo el rato en los labios y ese nombre de esp¨¢rrago que tiene (no s¨¦ si me entienden), resulta reconfortante saber que los j¨®venes espa?oles en su conjunto no estar¨ªan dispuestos a correr riesgos importantes por la defensa de una naci¨®n llamada Espa?a hasta despu¨¦s de haberlos corrido -en este orden- por la defensa de la paz, la lucha contra el hambre, la libertad de expresi¨®n, la libertad individual, la defensa de la naturaleza, la igualdad de derechos y la defensa de la comunidad aut¨®noma -que le gana en 4 cent¨¦simas a la de la naci¨®n-, o sea.
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