La culpa me mata

Un viernes, justo antes de entrar en el estudio, atend¨ª la llamada de un oyente sin identificar. Me dijo en tono acusador que todo lo que se me pasaba a m¨ª por la cabeza le ocurr¨ªa a ¨¦l en la realidad.

-Hace poco -a?adi¨®-, me agach¨¦ en la calle para atarme un zapato y o¨ª el sonido de un m¨®vil. No hab¨ªa nadie cerca, era de noche, as¨ª que busqu¨¦ el aparato, que estaba dentro de una papelera cercana. Lo descolgu¨¦ y una voz me dijo: 'En la misma papelera donde has encontrado el m¨®vil est¨¢ el dinero, dentro de una bolsa de pl¨¢stico, hijo de puta. Espero que cumplas tu palabra y no le hagas da?o'. Antes de que me diera tiempo a responder, colg¨®. Mir¨¦ dentro de la papelera, cog¨ª la bolsa y sal¨ª corriendo. Al llegar a casa, comprob¨¦ que hab¨ªa m¨¢s dinero del que yo gano en cuatro a?os. No dorm¨ª. Al amanecer, puls¨¦ la rellamada, para aclarar el malentendido, pero el n¨²mero no hab¨ªa quedado registrado. Esper¨¦, por si telefoneaban de nuevo, pero la bater¨ªa se gast¨® a los dos d¨ªas sin que el aparato volviera a sonar. Ahora lo tengo en un caj¨®n, junto al dinero, y no s¨¦ qu¨¦ hacer con una cosa ni con otra. Tampoco me atrev¨ª a leer los peri¨®dicos de los d¨ªas posteriores a encontrar el m¨®vil. La culpa me mata.

No me cre¨ª la historia, desde luego, pero entr¨¦ en el estudio con sensaci¨®n de malestar. Cuando me quise dar cuenta, estaba hablando de la culpa, que no formaba parte del gui¨®n de ese d¨ªa. Confes¨¦ que cuando leo en el peri¨®dico que ha habido un atraco, compruebo la hora, para ver si tengo coartada. No me atrev¨ª a hablar a los oyentes de la llamada que hab¨ªa atendido antes de que comenzara el espacio, pero les ped¨ª que escribieran relatos sobre la culpa y me sorprendi¨® comprobar que en la actualidad hay muy pocos culpables. La mayor¨ªa hablaba de la culpa como de un asunto de marcianos. Quiz¨¢, me dije, convendr¨ªa recuperarla.

Nos gust¨®, no obstante, el cuento de Irene Ant¨®n, Una historia real, porque nos identificamos con ese peque?o remordimiento de leer en ingl¨¦s cuando se ha ido a Francia a aprender franc¨¦s. Perra chica, el relato de Norje Lala, cuenta en cinco l¨ªneas una vida marcada por la contrici¨®n y constituye un ejemplo de econom¨ªa narrativa que apreciamos mucho en La ventana. Tambi¨¦n el de David Hidalgo, Antonio tiene la culpa, es muy econ¨®mico, y muy c¨ªnico: muestra lo f¨¢cil que es desplazar la culpa cuando uno no est¨¢ dispuesto a hacerse cargo de ella. El de C¨¦sar Jim¨¦nez, Seat blanco, habla de esos pecados involuntarios capaces de torturar la mente de un ni?o durante tres meses. Y el de Gloria Dionis, Despedida, resulta conmovedor porque quita a la muerte su dimensi¨®n tr¨¢gica para reducirla a lo que es: un suceso dom¨¦stico.

PD. Correo ordinario. Cadena SER (a la atenci¨®n de Juan Jos¨¦ Mill¨¢s). Gran V¨ªa, 32. 28013 Madrid. Internet. www.cadenaser.com. Una vez dentro de la p¨¢gina web hay que pinchar La ventana y, en La ventana, La ventana de Mill¨¢s.