De jueves a s¨¢bado
El 'lehendakari' retrocedi¨® el s¨¢bado lo avanzado dos d¨ªas antes hacia el aislamiento de Batasuna. El jueves, la Asociaci¨®n de Municipios Vascos aprobaba, tras m¨¢s de dos meses de gestaci¨®n, una declaraci¨®n que concretaba el acuerdo alcanzado el 22 de febrero para aislar a Batasuna en los ayuntamientos. El s¨¢bado, en Pamplona, Ibarretxe proclamaba la incompatibilidad entre la defensa de la pluralidad asumida en esa declaraci¨®n y la eventual deslegalizaci¨®n judicial de Batasuna, que identific¨® con la 'ilegalizaci¨®n de las ideas'. Ayer, al finalizar la manifestaci¨®n celebrada en Bilbao tras la consigna de stop al fascismo, los dirigentes de Batasuna se acog¨ªan al planteamiento de Ibarretxe al hacer responsables a los dem¨¢s partidos de la 'prolongaci¨®n del conflicto' que significar¨ªa tal ilegalizaci¨®n.
Se puede estar a favor o en contra de la ilegalizaci¨®n judicial de Batasuna, pero resulta sarc¨¢stico argumentar contra ella en nombre del pluralismo cuando son los no nacionalistas quienes no pueden presentarse a las elecciones o lo tienen que hacer en condiciones de manifiesta inferioridad. No son las ideas lo que se ilegalizar¨ªa, sino la colaboraci¨®n con la empresa de intimidaci¨®n y limpieza ideol¨®gica montada en torno a ETA. Por ello, carece de fundamento la contradicci¨®n que ve Ibarretxe entre principio pluralista e ilegalizaci¨®n. Pero s¨ª es cierto, en cambio, que una actitud m¨¢s resuelta del nacionalismo democr¨¢tico en favor del aislamiento de Batasuna, a partir de la ruptura de la tregua, habr¨ªa hecho improbable que alguien se plantease la idea de la ilegalizaci¨®n de esa formaci¨®n.
El acuerdo del 22 de febrero aspiraba a plasmar en cada municipio la unidad de todos los dem¨®cratas frente a ETA y quienes justifican el asesinato y persecuci¨®n de los concejales del PP y PSOE. La iniciativa, acogida con escepticismo por el PP, y con entusiasmo por el representante socialista, Ram¨®n J¨¢uregui, se transform¨® luego en un barroco borrador en el que no se mencionaba a ETA y en el que del ¨²nico atentado de que se hablaba era del que se cometer¨ªa contra la democracia si se ilegalizaba a Batasuna. El resultado fue un texto rechazado frontalmente por los partidos amenazados y bien visto por Batasuna. La cosa era tan absurda que hasta Izquierda Unida, tercer socio del Gobierno nacionalista de Vitoria, amenaz¨® con no firmar si no se inclu¨ªa una condena clara de ETA.
Antes de que se consumara el fracaso de la principal y casi ¨²nica iniciativa unitaria del lehendakari desde las elecciones del pasado a?o, hubo una rectificaci¨®n y el texto incluy¨® la menci¨®n a ETA, la idea de creaci¨®n en cada municipio de un foro c¨ªvico de defensa de los concejales amenazados y el compromiso de no pactar con Batasuna si no asum¨ªa los principios de la declaraci¨®n. Era algo obvio, pero importante: porque demostraba que el nacionalismo es sensible al riesgo de deslegitimaci¨®n de los resultados electorales que estaba tomando cuerpo, y porque demostraba la utilidad de la v¨ªa del di¨¢logo entre dem¨®cratas para alcanzar acuerdos.
Eso era el jueves. El s¨¢bado, el lehendakari tranquilizaba cualquier mala conciencia que pudieran tener los dirigentes de Batasuna al decirles lo que quer¨ªan o¨ªr la v¨ªspera de su manifestaci¨®n: que en el pluralismo democr¨¢tico cabe su pol¨ªtica actual porque las urnas constituyen el ¨²nico criterio de legitimidad y convalidan comportamientos como los que el juez Garz¨®n, por ejemplo, considera propios de 'una empresa de ETA'.
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