Los olvidados de la Gran Manzana
'The New York Times' revela la marginaci¨®n de los enfermos mentales
No es raro verlos deambular sin rumbo por Manhattan hablando solos, desarrapados, con la mirada perdida. Duermen en las calles o en las v¨ªas abandonadas del metro. Son el testimonio del fracaso del sistema psiqui¨¢trico de Nueva York. Una investigaci¨®n del peri¨®dico The New York Times ha desvelado las horrendas condiciones de vida de muchos enfermos mentales, a los que las autoridades de la ciudad han olvidado durante decenios, conden¨¢ndolos a la marginalidad o la muerte.
El diario cita a Randolph Maddix, de 51 a?os, un esquizofr¨¦nico que malviv¨ªa con otros 325 pacientes en una residencia privada en Brooklyn. Su muerte pas¨® inadvertida durante m¨¢s de doce horas. En otro asilo, en Staten Island, nadie atendi¨® las llamadas de socorro de Anna Erika, que finalmente se tir¨® por la ventana. En otro caso dram¨¢tico, Gregory Ridges muri¨® por las veinte pu?aladas que le asest¨® su compa?ero de habitaci¨®n, conocido por su largo historial m¨¦dico de violencia.
946 pacientes de menos de 41 a?os murieron entre 1995 y 2001 en residencias de la metr¨®poli
'Por desgracia, todo esto es cierto', comenta el doctor Luis Rojas Marcos, que hasta hace poco era director de los hospitales p¨²blicos de Nueva York. 'Lo mismo ocurre con otros pa¨ªses, pero aqu¨ª la escala es mayor'. Seg¨²n la investigaci¨®n de The New York Times, en 26 de las residencias, que albergan a unos 5.000 enfermos de la ciudad (un tercio del total del Estado, mayoritariamente pobres, negros o hispanos), se produjeron 946 muertes entre 1995 y 2001, la gran mayor¨ªa de personas menores de 40 a?os. En muchos casos, las condiciones de vida de los fallecidos eran penosas, sin cuidados m¨¦dicos y en establecimientos que no cumpl¨ªan las m¨¢s elementales normas de higiene y salubridad. Tambi¨¦n se produjeron una quincena de suicidios ante la impasibilidad del personal.
'Normalmente son empresarios, sin formaci¨®n m¨¦dica, los que dirigen estas residencias', dice el peri¨®dico. 'El personal, que cobra el salario m¨ªnimo , suministra complejas drogas psicotr¨®picas cada d¨ªa. (... ) En muchos casos nadie se queda de guardia por la noche para vigilar a los enfermos'.
Los pacientes reciben una ayuda de 120 d¨®lares al mes,que generalmente van a parar a las instituciones de acogida, lo que aumenta el desamparo de los enfermos. En Seaport, un centro de la Calle 104 en Manhattan, tambi¨¦n apodado el 'nuevo hangar para los locos', The New York Times describe escenas espeluznantes en las que traficantes de crack intentan hacerse con las m¨ªseras pensiones.
Las causas de esta situaci¨®n se remontan a los a?os sesenta, cuando surgi¨® una corriente a favor de 'desinstitucionalizar' a los pacientes mentales y cerrar los manicomios. 'S¨®lo en el Centro Psiqui¨¢trico de Manhattan hab¨ªa 10.000 pacientes. Aqu¨¦lla era una aut¨¦ntica ciudad. Los m¨¦dicos incluso viv¨ªan all¨ª', explica Rojas Marcos. A esto se unieron otros factores: el derecho del enfermo mental a elegir si quer¨ªa ser o no internado; una ola de cr¨ªticas hacia la psiquiatr¨ªa por aislar a las personas diferentes y avances m¨¦dicos que permitieron drogas que daban una apariencia de normalidad a los enfermos.
Los resultados fueron devastadores: entre 1955 y 1988 se perdieron 445.000 camas en todo Estados Unidos para pacientes mentales. La respuesta a los manicomios fueron las residencias. En el caso de Nueva York, simples apartamentos que iban siendo abandonados a medida que sub¨ªan los alquileres. Los enfermos no supieron navegar por los meandros de la burocracia y muchos acabaron en la calle. A principios de los ochenta, los sin techo enfermos se convirtieron en una epidemia: m¨¢s de 5.000 vagabundeaban por las calles de Nueva York sin protecci¨®n ni cuidados. El problema no ha mejorado en estos a?os. Ante la dr¨¢stica reducci¨®n de los servicios sociales, muchos acaban en la c¨¢rcel. 'Los enfermos mentales nunca son una prioridad', dice Rojas Marcos. 'No tienen un lobby que les defienda. Nadie les defiende'.
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