'Welcome' Jos¨¦ Mar¨ªa
A la vista de lo que ha sido la estancia en Camp David del presidente del Gobierno, Jos¨¦ Mar¨ªa Aznar, invitado por su amigo el presidente de los Estados Unidos de Am¨¦rica, George W. Bush, se impone reflexionar sobre qu¨¦ dura es la vida de los pol¨ªticos. Escriben los enviados especiales la sesi¨®n que padecieron en la Casa Blanca cuando fueron instruidos antes de viajar en helic¨®ptero sobre c¨®mo deb¨ªan comportarse y las restricciones de todo tipo que deb¨ªan observar en tan exclusivo lugar. Luego describen unas medidas de seguridad aplicadas por los marines a base de alambradas electrificadas que nada tienen que envidiar a las im¨¢genes ofrecidas a prop¨®sito de los presos de Al Qaeda en la base de Guant¨¢namo. S¨®lo nos resta el consuelo de saber que nuestra pareja presidencial, cuando fue perdida de vista por los informadores, en lugar de ser enjaulada pudo pernoctar en una caba?a.
Pero imaginen ustedes la escena, una vez apagados los focos de las c¨¢maras y el relampaguear de los flashes de los fot¨®grafos. Al fin solos y sin saber qu¨¦ hacer, convencidos de que cualquiera de sus comentarios o de sus gestos quedar¨ªa registrado atendiendo a las convenientes medidas de seguridad. Tampoco estaba la tarde, por lo que sabemos m¨¢s bien fr¨ªa, para salir a la intemperie, ni el exterior de la caba?a garantizaba intimidad alguna, m¨¢s a¨²n ahora que las inocentes ardillas pueden tener incorporado un chip y ser manejadas a distancia. Falta tambi¨¦n saber si les hab¨ªan sido retiradas las c¨¢maras de fotos, si tuvieron que desconectar sus tel¨¦fonos m¨®viles para evitar interferencias con los instrumentos de control electr¨®nico y si Aznar pudo al menos cumplir a la ma?ana siguiente sus pr¨¢cticas habituales de footing.
Por eso, con cu¨¢nta raz¨®n escrib¨ªa Hans Magnus Enzensberger en su ensayo Compadezcamos a los pol¨ªticos, recogido en el volumen que con el t¨ªtulo Zig-Zag public¨® la editorial Anagrama, que quiz¨¢s haya llegado el momento de que dejemos de insultar a los pol¨ªticos, una pr¨¢ctica hace tiempo desvinculada del discurso de la oposici¨®n y convertida en t¨®pico de la mayor¨ªa murmuradora. Qu¨¦ bien describe Enzensberger la funci¨®n de ese s¨ªmbolo de status que representa el escolta que no protege al pol¨ªtico del mundo que le rodea, sino que protege al mundo frente al pol¨ªtico e impide que ¨¦ste logre traspasar la tenue membrana que le separa de su entorno, de modo que el agente de seguridad es, al mismo tiempo, el carcelero.
Se?ala tambi¨¦n ??igo Cavero en su reciente discurso de ingreso en la Real Academia de Ciencias Morales y Pol¨ªticas, dedicado a La clase pol¨ªtica en la Espa?a democr¨¢tica, dos factores causados por la informaci¨®n medi¨¢tica que han influido en su apreciable situaci¨®n de dem¨¦rito progresivo. De una parte, las confrontaciones entre l¨ªderes que los medios transmiten sin desmenuzar aquello que forma parte de la pura dial¨¦ctica de lo que entra?a errores o desaciertos y, de otra, los casos de corrupci¨®n aflorados mediante el periodismo de investigaci¨®n que da lugar muchas veces a verdaderos juicios paralelos medi¨¢ticos. Por eso se pregunta a qu¨¦ calidad de clase pol¨ªtica aspiramos con una carencia de estimaci¨®n social, una acumulaci¨®n de exigencias de conducta y dedicaci¨®n, un incremento de riesgos diversos y una escasez manifiesta de compensaciones.
Pero volvamos a Camp David y echemos un vistazo al orden del d¨ªa de las conversaciones abiertas Bush-Aznar. Es indudable que en v¨ªsperas de recibir a ese hombre de paz que es el primer ministro Ariel Sharon con la ruina de Palestina y los escombros de Israel a cuestas es de suponer el inter¨¦s del amigo George por las diferencias hispano-brit¨¢nicas en torno a Gibraltar y por la posici¨®n espa?ola en torno a la cuesti¨®n del S¨¢hara. Todo se le ha querido negar a nuestro presidente por parte de algunos sectarios, pero ?a ver qui¨¦n de sus predecesores mejora esa frase con la que regresa despu¨¦s de esta visita a Estados Unidos, seg¨²n la cual 'mi amigo Jos¨¦ Mar¨ªa sabe que me tiene siempre al alcance en el tel¨¦fono'?; y quien haya pernoctado antes en Camp David que levante el dedo.
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