El enemigo de los ¨¢rabes
Fortuyn consideraba al islam una cultura atrasada y quer¨ªa frenar la inmigraci¨®n con su lema: 'Holanda est¨¢ llena'
Ef¨ªmera y sangrienta al final, la aventura electoral de Pim Fortuyn era seguida por sus compatriotas con una mezcla de asombro, recelo y atracci¨®n. De forma inesperada, un antiguo intelectual marxista de 54 a?os que hab¨ªa sido catedr¨¢tico de Sociolog¨ªa en la Universidad Erasmus de Rotterdam les cantaba lo que consideraba verdades a pol¨ªticos veteranos que han convertido el arte de gobernar en la forma m¨¢s sutil de negociaci¨®n: hasta la extenuaci¨®n y sin un solo grito.
?l, que surgi¨® de la nada y convirti¨® en una frase hecha su consigna m¨¢s personal, 'a su servicio', estaba cambiando de tal modo la escena pol¨ªtica holandesa que sus colegas a¨²n no hab¨ªan reaccionado adecuadamente. Afrontar el caos sin preparaci¨®n alguna no suele ser una de las principales cualidades de los gobernantes de los Pa¨ªses Bajos, pero la muerte de ayer ha complicado a¨²n m¨¢s las cosas. Fortuyn no se convertir¨¢ en un m¨¢rtir, pero el legado de su muerte se agranda por momentos. Habr¨¢ un antes y un despu¨¦s del hombre que criticaba hasta el insulto al islam, propon¨ªa frenar en seco la inmigraci¨®n y no ten¨ªa inconveniente alguno en asegurar que sobraba una cuarta parte del funcionariado. 'Los grandes avances los ha producido la modernidad y no el mundo isl¨¢mico', dijo el viernes, en una de sus ¨²ltimas entrevistas. La cultura isl¨¢mica est¨¢ 'atrasada'.
Con todos sus manierismos est¨¦ticos, sus corbatas de seda de nudos enormes y su cabeza rapada, lo de menos era que Pim Fortuyn hiciera gala de su condici¨®n de homosexual. A los holandeses les dejaba indiferentes incluso que hablara sin dobleces de sus noches en bares de alterne de gays. Por extra?o que parezca, lo que estaba calando en la poblaci¨®n era un discurso pol¨ªtico menos preparado que el de socialistas, liberales o cristianodem¨®cratas, pero m¨¢s directo. Una franqueza rayana en lo brutal que hab¨ªa sacado del ba¨²l de las verg¨¹enzas los problemas arrinconados por el resto de los partidos. Cuando Fortuyn dec¨ªa 'Holanda est¨¢ llena', no cab¨ªa duda alguna. Hablaba de inmigrantes y de la forma de bloquear su entrada en el pa¨ªs. ?Qu¨¦ hac¨ªan los dem¨¢s pol¨ªticos, incluido el Gobierno, en ese punto? Llevaban a?os intentando ser neutrales y tan pol¨ªticamente correctos que hab¨ªan perdido casi el contacto con la realidad.
Fortuyn ten¨ªa ideas peregrinas, como la de suprimir el Ej¨¦rcito y conservar s¨®lo la Marina, pero su formaci¨®n de soci¨®logo le ayudaba a resaltar las debilidades de sus rivales dando la sensaci¨®n de que conoc¨ªa mejor que nadie los temores de sus paisanos. Su asesinato, un crimen pol¨ªtico desconocido en Holanda, ha sumido al pa¨ªs en un choque que es lo m¨¢s parecido al tan temido caos. Tambi¨¦n ha logrado algo inesperado y por partida doble. Ha cambiado el estilo y el contenido del debate pol¨ªtico nacional y arrojado al electorado medio al rinc¨®n de los desorientados. Si el pasado fin de semana el 40% de los holandeses no sab¨ªa a qui¨¦n votar y la estrella de Fortuyn iba en ascenso, su desaparici¨®n pesar¨¢ sobre la pol¨ªtica nacional como nadie antes hubiera podido imaginar de un l¨ªder de extrema derecha poco convencional.
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