Deseos y realidades
Cierto que el domingo en Francia ganaron los 'valores republicanos' frente al racismo m¨¢s procaz y el simplismo violento. As¨ª debe entenderse la movilizaci¨®n en favor de Chirac. Un 60% de los votantes, que la hab¨ªan despreciado 15 d¨ªas antes, acudieron como un solo hombre a apoyarla. Los franceses comprendieron el peligro que para su sociedad abierta, pero tambi¨¦n para su honra y su nombre, supon¨ªa la mera posibilidad de una victoria estrecha del actual presidente sobre Le Pen.
Sin embargo, los cantos emotivos a la salvaci¨®n del alma de la Rep¨²blica y a la consumaci¨®n de la conjura del peligro parecen precipitados. El resultado del domingo es menos una 'magna exaltaci¨®n de la democracia y la multiculturalidad' -como se ha dicho- que una demostraci¨®n de c¨®mo el miedo induce a optar, al menos a sociedades maduras, por el mal menor en situaciones de excepci¨®n. Le Pen ha ganado votos respecto a la primera ronda y uno de cada cinco franceses quiere a Francia fuera de la UE y a millones de inmigrantes fuera de Francia. No son votos de protesta testimonial. Son apoyos firmes a una opci¨®n enemiga de la esencia democr¨¢tica francesa.
Ser¨ªa una cat¨¢strofe que los pol¨ªticos, Chirac a su cabeza, creyeran que, pasado el susto, la France puede volver a su anquilosada agenda marcada por las miserias, los personalismos, la corrupci¨®n impune, la cicater¨ªa y la negaci¨®n de la evidencia. La avestruz francesa ha sacado por un instante la cabeza de la arena. Todos nos congratulamos de ello. Pero nada sugiere un s¨²bito cambio de h¨¢bitos. La dura realidad es que en El El¨ªseo se queda un presidente que s¨®lo goza del apoyo real de un 20% del electorado, una cent¨¦sima y pico m¨¢s que el que tiene el ultraderechista antisistema combatido por una unidad in extremis de los dem¨®cratas, con apoyo de los medios y la comunidad internacional. Los problemas que generaron el grotesco fen¨®meno de Le Pen subsisten. Los absurdos e irresponsables liderazgos fraccionales como los fracasos de la integraci¨®n o la temeraria promoci¨®n del agravio nacional y la agitaci¨®n de la inseguridad ciudadana no van a desaparecer por una fiesta m¨¢s de alivio que de celebraci¨®n en Par¨ªs.
Una sociedad en la que Le Pen consigue un voto de cinco est¨¢ enferma. Como lo est¨¢ la que presenta, en el a?o 2002, tres candidaturas trotskistas a la presidencia. Pero si Francia enferma, todos los europeos debieran medicarse. Habr¨¢ que esperar a las legislativas en junio para ver si Chirac y la clase pol¨ªtica 'han entendido el mensaje' como aqu¨¦l sugiere. Tres meses despu¨¦s, las elecciones en Alemania tampoco excluyen sorpresas desagradables. Las hemos tenido en Italia, Austria y otros pa¨ªses. Urge por ello que cristalicen alternativas que destierren de esta Europa del siglo XXI sus terribles fantasmas iniciales.
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