Que viene el lobo
De entre las f¨¢bulas con moraleja que nos contaban en la infancia, y que aspiraban a inculcarnos la pr¨¢ctica de la virtud, y a evitarnos, ya de paso, males mayores, recuerdo una acerca de un muchacho, enredoso y armadanzas, que acostumbraba amedrentar a sus convecinos con la llegada del lobo. Al grito de 'que viene el lobo', 'que viene el lobo', la criatura sol¨ªa poner en danza al pueblo entero, hasta que, de tanto machacar el estribillo sin que el lobo se presentase, acab¨® por perder lo que, trasladando la f¨¢bula al ¨¢mbito de la vida pol¨ªtica, podr¨ªamos llamar credibilidad.
Y digo esto porque, en esta tierra de luz, no faltan los amantes del paisaje tenebrista con probada afici¨®n a advertir machaconamente, como el personajillo de la f¨¢bula, que Andaluc¨ªa no avanza; o que, como en las cartillas escolares, no progresa adecuadamente. Estas afirmaciones, lejos de sustentarse sobre un escenario s¨®lido y completo de datos econ¨®micos, suelen elegir ad hoc aquel indicador que, oportunamente mal interpretado e indefectiblemente fuera de contexto, permite a quienes las sostienen tomar la parte por el todo y pretender as¨ª que la crisis nos ense?a permanentemente los dientes.
Estas afirmaciones no resisten un an¨¢lisis m¨ªnimamente serio y responsable. A lo largo de estos poco m¨¢s de veinte a?os que han visto desplegarse el proceso auton¨®mico andaluz, se ha confirmado que nuestro crecimiento econ¨®mico y nuestra capacidad para traducir ese crecimiento en generaci¨®n de empleo arrojan coeficientes superiores a los de las econom¨ªas espa?ola y comunitaria. Y los datos no son hijos del aire. En estos veinte a?os, los andaluces y las andaluzas hemos conseguido sentar las bases de una estructura econ¨®mica cada vez m¨¢s s¨®lida, mejor vertebrada internamente, m¨¢s equilibrada desde el punto de vista sectorial y m¨¢s capaz de configurar una oferta s¨®lida y creativa en un entorno de competitividad creciente.
El esfuerzo de recuperaci¨®n que, tanto desde el sector p¨²blico como desde la iniciativa privada, ha habido que hacer para arrancar diferenciales en los que son sin duda los indicadores m¨¢s representativos del pulso econ¨®mico, ha sido tanto m¨¢s meritorio cuanto que, como todos sabemos, Andaluc¨ªa part¨ªa de una situaci¨®n de marginaci¨®n y aislamiento secular, y arrastraba tras de s¨ª, en definitiva, las muy diversas r¨¦moras estructurales de un d¨¦ficit hist¨®rico.
Para economizar ret¨®rica, e ir al grano, me referir¨¦ en esta ocasi¨®n al per¨ªodo 1994-2001, ya que de ah¨ª despega, abarcando hasta el presente, el actual ciclo econ¨®mico. Entre 1994 y 2001, el Producto Interior Bruto (PIB) andaluz ha crecido un 35,4%, 5,0 puntos porcentuales por encima de la espa?ola y 15,3 m¨¢s que la zona euro. Lo que quiere decir, sencillamente, que hemos generado relativamente m¨¢s riqueza que las econom¨ªas de nuestro entorno. Al mismo tiempo, nuestros porcentajes de generaci¨®n de empleo se han mantenido por encima del 33,4%, 8,7 puntos porcentuales por encima de la media espa?ola y multiplicando pr¨¢cticamente por 4 la tasa de generaci¨®n de empleo que ha registrado Europa en ese mismo per¨ªodo. Lo que, lejos de ser una afirmaci¨®n fr¨ªa, demuestra que el modelo de crecimiento andaluz, pese a quien pese, ha sido intensivo en la generaci¨®n de empleo, y que lo ha sido por encima de los modelos de crecimiento que han puesto en marcha y mantenido las econom¨ªas de nuestro entorno. Finalmente, hemos contenido las tensiones inflacionarias m¨¢s firmemente que la media espa?ola y europea, y hemos conseguido, en definitiva, acompasar nuestra econom¨ªa a un entorno de competitividad cada vez m¨¢s exigente.
A esta sencilla evidencia, que no ha sido confeccionada al sesgo y a medida para atizar el fuego de algunas tribunas, sino intensamente vivida por la ciudadan¨ªa andaluza, hay que a?adir, para mayor descr¨¦dito de los eternos quejosos, que cuando, efectivamente, el lobo amenaz¨® con llegar, y ense?¨® las fauces en la desaceleraci¨®n econ¨®mica que sigui¨® al atentado del 11-S, Andaluc¨ªa aguant¨® el tir¨®n en mejores condiciones que la media.
Los datos a cierre de 2001 han cifrado el crecimiento del PIB andaluz en un 3,4%, m¨¢s de medio punto por encima del crecimiento nacional. El crecimiento del empleo durante el ¨²ltimo trimestre de 2001, el per¨ªodo de impacto m¨¢s inmediato al 11 S, se ha cifrado en un 4,66% con respecto al ¨²ltimo trimestre de 2000, casi 3 puntos por encima del incremento del volumen de empleo en Espa?a, que se ha quedado en un t¨ªmido 1,75%, lo que significa que los 100.000 nuevos puestos de trabajo creados en Andaluc¨ªa suponen nada menos que el 40% del total de empleo creado en Espa?a, en datos interanuales.
Esto es lo que dicen las cifras. Cifras que no s¨®lo avalan los datos oficiales, sino los gabinetes de an¨¢lisis econ¨®micos de s¨®lido y reconocido prestigio. El ¨²ltimo informe de Funcas, por aludir ¨²nicamente al m¨¢s reciente, pero ni mucho menos al ¨²nico, acaba de atribuir a Andaluc¨ªa el segundo lugar entre las Comunidades Aut¨®nomas de m¨¢s crecimiento econ¨®mico, el mayor crecimiento del empleo o la reducci¨®n m¨¢s importante de la tasa de paro de todas las Comunidades Aut¨®nomas durante el ejercicio 2001.
Estos positivos indicadores son el reflejo estad¨ªstico, un a?o m¨¢s, de un cambio estructural de extraordinarias proporciones, que ha transformado, de norte a sur y de este a oeste, los perfiles de nuestra tierra, y no s¨®lo son excelentes como indicadores de fortaleza interna, sino que han contribuido y contribuyen al saneamiento de las cifras del Estado. Los datos recientemente emitidos por el propio Ministerio de Trabajo confirman, adem¨¢s, que la progresiva emergencia de Andaluc¨ªa no es gratuita: los andaluces y andaluzas trabajan m¨¢s que la media espa?ola, registran una media de absentismo inferior y componen, en fin, un escenario laboral de contrastado rigor.
Ellos, y ellas, son los primeros que se merecen seriedad, profesionalidad, responsabilidad y amplitud de miras en las observaciones que se verifiquen acerca de nuestra econom¨ªa. Seriedad y responsabilidad en las tribunas p¨²blicas, y profesionalidad y largueza de miras en el planteamiento de ideas y de alternativas para seguir mejorando.
De forma que menos lobos, caperucitas. D¨¦jense de abrir los sellos del Apocalipsis, de incitar al des¨¢nimo y de interpretar, con un par de signos mal trabados, la piedra de Rossetta de nuestro desastre. A veinte a?os del Estatuto de Autonom¨ªa, y a pesar de que en numerosas ocasiones no se lo han puesto f¨¢cil, Andaluc¨ªa es una Comunidad s¨®lida y emergente, que mide sus realidades en cifras que sobrepujan, a?o tras a?o, las de las econom¨ªas de su entorno, y que disfruta de una extraordinaria cantera de recursos para afrontar con ilusi¨®n, y con fundada confianza, los retos del futuro.
Ni Andaluc¨ªa es un corral de gallinas ni hay lobo que valga. Los andaluces y las andaluzas merecen que la pol¨ªtica econ¨®mica sea un vivero de ideas y de alternativas, y no un cansino estribillo de datos mal interpretados, de pol¨¦micas bald¨ªas.
Magdalena ?lvarez Arza es consejera de Econom¨ªa y Hacienda de la Junta de Andaluc¨ªa.
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