Un diccionario sin rumbo
Enhorabuena a ?lex Grijelmo por su art¨ªculo Un diccionario m¨¢s rico y m¨¢s pobre, del pasado d¨ªa 1. Ya somos m¨¢s. (Incluyo tambi¨¦n el de Jos¨¦ A. Mill¨¢n del 8-12-0l). Ya somos m¨¢s los que nos atrevemos a salirnos de la t¨®nica reverencial (iba a decir papanatismo) que ha rodeado a la 22? edici¨®n del diccionario oficial, protegida por una campa?a medi¨¢tica y pol¨ªtica sin precedentes.
Pues bien, conforme pasa el tiempo se ve lo que en realidad es el nuevo elenco del idioma de todos: un engendro sin pies ni cabeza. O, como dice Grijelmo, 'se echa en falta un criterio (el que sea)'. Con ser grave que hayan entrado las palabras inglesas como Perico por su casa, que se hayan ca¨ªdo hasta seis mil voces consideradas 'anticuadas', sin las cuales muchos de nuestros autores cl¨¢sicos ya no ser¨¢n inteligibles; que hayan entrado en tromba otros tantos americanismos (la mayor¨ªa de ellos de uso coloquial o muy locales), sin m¨¢s motivo que la presi¨®n pol¨ªtica; que la ortograf¨ªa de muchos neologismos sea completamente arbitraria; que se hayan difuminado multitud de conceptos (remito a los dos art¨ªculos citados), o que hablas regionales espa?olas, como el andaluz, hayan sido rigurosamente marginadas, lo peor de todo es eso: que la Academia ha perdido el norte. Y no digamos el sur.
Para los lectores que no hayan podido seguir mis art¨ªculos en la edici¨®n andaluza de este mismo peri¨®dico, y muy resumidamente: faltan por lo menos la mitad de los palos del flamenco, como, por ejemplo, la ton¨¢ (aunque s¨ª viene 'tona', un ruralismo gallego), o toque (pero s¨ª aparece en la acepci¨®n mexicana de 'calambre', o en la cubana de 'trago de bebida alcoh¨®lica'); el 'tango', la 'rumba' y la 'cantifla' s¨®lo son, respectivamente, argentino, cubana y gallega. No aparecen las variedades principales de nuestro aceite de oliva, como 'picual' u 'hojiblanca'; se han incorporado, deprisa y corriendo, voces como 'urta', pero confundiendo el buque insignia de la gastronom¨ªa gaditana con el pargo. Viene 'chamuyar', de Uruguay, como 'decir palabrer¨ªas'; pero no 'chamulla', del cal¨®, que es de donde en realidad procede la primera. Curioso, ?verdad? Y sigue sin caber la humilde 'pilistra' de todos los hogares andaluces, empe?ados como est¨¢n los se?ores acad¨¦micos en que digamos 'aspidistra'. Pues me temo que no lo van a conseguir, se pongan como se pongan.
Por este camino, habr¨¢ que ir pensando en crear otras tantas Academias de la Lengua como autonom¨ªas hay, y como ya se han adelantado los canarios (por cierto, con excelentes resultados). Todo menos quedarnos mirando esa fila de ling¨¹istas locales, reverentes y silenciosos, puestos en cola para entrar en la Academia, a base de ver qui¨¦n pelotea m¨¢s a nuestros inmortales sin rumbo.
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