Disciplina
Dicen que la mayor¨ªa de los espa?oles desean que los j¨®venes sean m¨¢s disciplinados. Concretamente en Sevilla me extra?a que se nos ocurra semejante cosa porque aqu¨ª solemos vivir un poco en plan pasota, por encima -o por debajo- de la disciplina y de la exigencia que consideramos que son caracter¨ªsticas propias de una seriedad que no es muy popular; ese tipo de personas, por ejemplo, que son puntuales y que exigen puntualidad como si en ello les fuera la vida.
A nosotros no nos importa llegar un poco tarde o que nos hagan esperar. Estamos acostumbrados a esperar horas de pie para ver las procesiones de la Semana Santa o apoyados contra la barra de un bar. Tenemos unos pies muy fuertes y mucha paciencia; adem¨¢s, el tiempo perdido est¨¢ siempre lleno de personas, an¨¦cdotas, charlas, copa, cafelito y mil cosas agradables. Por eso cuando nos hablan de invadirnos con costumbres forasteras nos defendemos como gato panza arriba. ?O es que ahora nos van a fastidiar y a ponernos de mal humor?
Si no, a ver: ?qu¨¦ pasa cuando llamamos a un operario? Pues que lo esperamos horas o d¨ªas y ni siquiera sabemos si va a llegar o si tendremos que llamar a otro; pero no hay que sofocarse porque ya nos las arreglaremos un poco m¨¢s inc¨®modos y con la ayuda del vecino. Cuando por fin llega siempre tiene una disculpa a la mano y, por poco sentido que tenga, es mejor callarse y no enfadarlo para que te arregle la aver¨ªa o el desperfecto bien y contento; sobre todo si tuviera que volver.
Porque nosotros tambi¨¦n nos enfadamos; no todo van a ser risas y palmas. El enfado se nota, sobre todo, por lo que gritamos. Como si por la fuerza de la voz expuls¨¢ramos los demonios y la irritaci¨®n. Quiz¨¢ por eso, cuando nos indignamos en alg¨²n establecimiento p¨²blico no se nos ocurre pedir el libro de reclamaciones que es una lata y no sirve nada m¨¢s que para hacernos perder el tiempo; el mismo tiempo, por cierto, al que tambi¨¦n sabemos dar otro valor y no nos importa perder en otras ocasiones. Cuando la alternativa es una reclamaci¨®n por escrito preferimos armar la marimorena y largarnos dignamente. As¨ª adem¨¢s tenemos tema de conversaci¨®n para todo el d¨ªa. Hay que entender nuestro sistema.
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