Pobre Marianne
Tal y como estaba previsto, venci¨® Chirac. Pero ?a qu¨¦ precio! 'Hasta a Pirro le sal¨ªan menos costosas las victorias', escrib¨ªa Miguel ?ngel Bastenier, el martes, en este peri¨®dico. Porque m¨¢s del 50% de los votos que recib¨ªa Chirac en la segunda vuelta no iban dirigidos a ¨¦l: eran para frenar a Le Pen (el cual consigui¨® la nada despreciable suma de 5,5 millones de votos. Es decir, que se mantiene, incluso sube un poquito en comparaci¨®n con la primera vuelta).
El lunes, en los quioscos de La Rambla, la foto de un Chirac sonriente, saludando con el brazo alzado, ocupaba por entero la portada de la edici¨®n de Le Figaro, con el siguiente titular: 'L'immense victoire'. Mientras tanto, en la secci¨®n de libros franceses de la FNAC de plaza de Catalunya, la foto de Lionel Jospin, en la portada del libro de Alain Duhamel, se iba haciendo cada vez m¨¢s chica. Hab¨ªa bajado a La Rambla a por unos codillos de cerdo, que encontr¨¦, preciosos, en la Boqueria. Quer¨ªa celebrar la 'immense' victoria cocin¨¢ndolos a la manera de Breta?a (donde no se vota a Le Pen): con patatitas, cebollitas, ¨¦chalotes, zanahoria, unos dientes de ajo, y todo bien regado con una botella de sidra. Me salieron muy ricos. De postre: un queso del cura, t¨ªpico de Nantes (donde tampoco se vota a Le Pen), que me hab¨ªan mandado mis colegas del Club de los Pulpos. Con una botella de muscadet.
Villepin dijo que para ser presidente de Francia hay que 'faire l'amour avec la France'. Pobre Marianne, yaciendo con Chirac...
A decir verdad, no s¨¦ bien qu¨¦ quer¨ªa celebrar. ?La 'immense' victoria de Chirac? No. ?La derrota de Le Pen? Tampoco. Tal vez lo que quer¨ªa celebrar no era sino el funeral de un jacobino, mi propio funeral, mi despedida de una cierta idea de la Francia, la que hab¨ªa aprendido de peque?o y que me hab¨ªa acompa?ado a lo largo de los a?os, aunque confieso que ¨²ltimamente cada vez se me hac¨ªa cada vez m¨¢s pesada esa anta?o agradable compa?¨ªa.
La Francia que yo conoc¨ª de ni?o, reci¨¦n salida de la II Guerra Mundial, y que alcanza hasta la muerte de Mitterrand (el ¨²ltimo rey presidente y, en parte, responsable de lo que hoy ocurre en Francia: ¨¦l aup¨® al Frente Nacional para debilitar a la derecha) ya no existe hoy en d¨ªa. Francia es una naci¨®n vieja, gastada, que debe renovarse. El trabajo ser¨¢ duro, pero el problema no es ¨¦ste: el problema es qui¨¦n dirigir¨¢, qui¨¦n llevar¨¢ a cabo esa operaci¨®n. ?Chirac? A mi modo de ver -y en eso coincido con lo que o¨ª decir al colega Ramoneda en la tele, poco despu¨¦s de conocer los resultados de la segunda vuelta-, Chirac carece de categor¨ªa, de categor¨ªa moral, para llevar a cabo esa empresa. Por m¨¢s que Anne Fulda, en Le Figaro, en el perfil que traza del nuevo presidente, un perfil h¨¢bilmente escrito, nos diga que tal vez ha llegado la hora de que Chirac se 'reencuentre' definitivamente consigo mismo, de que haga gala de esa 'unit¨¦ int¨¦rieure' que echaba en falta Mitterrand en los dos a?os de la cohabitaci¨®n en que tuvo a Chirac de primer ministro.
Veremos lo que ocurre en las pr¨®ximas elecciones legislativas. En el caso de que Chirac llegase a encontrarse con una mayor¨ªa de derechas controlando la Asamblea, ?qui¨¦n es el guapo que me asegura que no volver¨ªa a las andadas, que no volver¨ªa a mentir, a traicionar las promesas hechas al electorado, como ya hizo en 1995?
Y luego est¨¢ Le Pen, sigue estando ah¨ª, mal que nos pese. ?Y si Le Pen acabase haciendo de ¨¢rbitro en una Asamblea dividida? Conozco bien a ciertos votantes de Le Pen, conozco incluso a algunos que llevan a?os viviendo en Barcelona. Llegaron en 1963, poco despu¨¦s de terminada la guerra de Argelia. Eran pieds noirs que ven¨ªan de Marsella, donde nadie les quer¨ªa. No les quer¨ªa Gaston Defferre, el gran alcalde socialista: 'Que les pieds noirs aillent se r¨¦adapter ailleurs', dec¨ªa el alcalde marsell¨¦s, que asimilaba a los franceses de Argelia con la OAS. Tampoco los quer¨ªa Louis Joxe, que pretend¨ªa enviarlos a Argentina, a Brasil, a Australia. Y tampoco los quer¨ªa De Gaulle, a sus franceses de Argelia, a los que hab¨ªa prometido una Argelia francesa, para luego traicionarlos (De Gaulle optaba por mandarlos a Madagascar o a la Guayana).
Conozco a esos franceses de Barcelona que votan a Le Pen (como conozco a algunos barceloneses de Blas Pi?ar, gente bien, que dir¨ªa Rusi?ol, que hoy votan a Aznar). Pero no es esa gente la que me preocupa. Los que me preocupan son los j¨®venes, la mayor¨ªa sin empleo, que votan a Le Pen. Y su discurso, a poco que rascas en ¨¦l, no es muy distinto del de otros j¨®venes votantes de la extrema izquierda. Le Pen lo sabe y se aprovecha de ello. Lo importantes es desacreditar todav¨ªa m¨¢s la clase pol¨ªtica, los enarcas, y as¨ª debilitar a la democracia.
Mientras tanto, Chirac y Alain Jupp¨¦ dan los ¨²ltimos toques al nuevo Gobierno, al equipo de combate para preparar las elecciones legislativas y llevar a cabo las primeras medidas urgentes. ?Jean-Pierre Raffarin? No le conozco. Tiene aspecto de can¨®nigo bien alimentado y dicen que est¨¢ limpio. Adem¨¢s, no es enarca, lo cual, electoralmente hablando, es de agradecer: Le Pen no puede verlo ni en pintura. Al que s¨ª conozco es a Dominique de Villepin, hasta ayer secretario general del El¨ªseo, al que dicen que van a darle un ministerio importante: Exteriores (es diplom¨¢tico de carrera) o Interior. Es un tipo inteligente, peligroso (para sus enemigos; Villepin no tiene adversarios) y buen escritor.
En el Nouvel Obs' de esta semana viene una frase de Villepin que, verdadera o falsa -yo me inclino por lo primero-, no tiene desperdicio. La frase la pronunci¨® tres d¨ªas antes de la primera vuelta de las elecciones y reza as¨ª: 'Jospin no puede ser elegido presidente de la Rep¨²blica porque es feliz con su mujer. Un hombre feliz piensa en su mujer, mientras que para llegar a ser presidente de la Rep¨²blica es preciso que uno sienta deseos de... faire l'amour avec la France'.
No s¨¦ lo que pensar¨¢ Bernadette Chodron de Courcel de la frase del napole¨®nico Villepin, pero, en su condici¨®n de esposa del presidente electo, no deber¨ªa sentirse demasiado halagada. Recuerdo que una frase semejante se la atribuyeron aqu¨ª a Pujol (¨¦l era el presidente que hac¨ªa l'amour con Catalu?a). Mientras Pujol se dispone a retirarse, Chirac, que empez¨® su carrera pol¨ªtica en 1962, sigue en la brecha, con 70 a?os. Y follando con Marianne. Tiene su m¨¦rito.
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