1.000 ingleses se quedan sin Mundial
En el Reino Unido los alborotadores 'fichados' han tenido que entregar el pasaporte a la polic¨ªa
M¨¢s de mil hinchas ingleses no podr¨¢n ir al pr¨®ximo Mundial de Corea y Jap¨®n. La legislaci¨®n brit¨¢nica se lo impide. Porque el secreto para pacificar el f¨²tbol ingl¨¦s ha sido controlar de cerca a los hinchas m¨¢s violentos. Esa es una tarea a tres bandas que han llevado de forma conjunta los clubes, la polic¨ªa y el Ministerio del Interior. Pero, aunque ya no existe la violencia sistem¨¢tica que avergonz¨® a toda Inglaterra durante los a?os ochenta, los estallidos espor¨¢dicos de violencia siguen ocurriendo. A veces en casa, como ocurri¨® la semana pasada en Millwall y Cardiff, y a veces fuera, como durante la pasada Eurocopa de Naciones en Charleroi (B¨¦lgica).
El modelo ingl¨¦s que defiende ahora el Ministerio del Interior espa?ol se basa en la colaboraci¨®n entre todos los estamentos y en buena parte ya se est¨¢ aplicando en Espa?a. El objetivo central es tener controlados a los hinchas m¨¢s violentos, aquellos que provocan los primeros disturbios que pueden acabar luego en verdaderas algaradas.
Las piezas centrales de ese control son la venta controlada de entradas, el control de las zonas m¨¢s conflictivas mediante circuitos cerrados de televisi¨®n, la utilizaci¨®n de guardias de seguridad entre el p¨²blico y el c¨¦sped, para calmar los ¨¢nimos en los momentos de m¨¢s tensi¨®n, y la utilizaci¨®n de infiltrados que localizan a los m¨¢s violentos y ayudan as¨ª a la polic¨ªa y a los empleados de seguridad de los clubes.
Con esas medidas, es relativamente f¨¢cil localizar e identificar a los provocadores. En Espa?a ya se utilizan en muchos estadios tanto las c¨¢maras como los vigilantes y los infiltrados. M¨¢s complicado es el sistema de venta de localidades, que ha logrado que la inmensa mayor¨ªa de las entradas se vendan por Internet o por correo, de manera que se conocen los datos de los compradores de todos los asientos y as¨ª se facilita la localizaci¨®n de los alborotadores.
La parte m¨¢s espectacular del entramado de medidas adoptadas por Inglaterra es la retenci¨®n en comisar¨ªa de los alborotadores, que no pueden ir a ver los partidos de su equipo ni en casa ni en otras ciudades inglesas o del extranjero. En Inglaterra hay una enorme tradici¨®n de acompa?ar al equipo propio en los partidos de fuera de casa, una costumbre facilitada por el tama?o relativamente peque?o del pa¨ªs, los buenos transportes y los horarios de los partidos, que muy rara vez se juegan por la noche.
A pesar de todas estas medidas disuasorias, tambi¨¦n Inglaterra vivi¨® la semana pasada un estallido de violencia a causa del f¨²tbol. Los aficionados del Millwall corren el riesgo de no poder asistir a los partidos de fuera de casa despu¨¦s de que 900 hinchas provocaran una batalla campal inusitadamente violenta en su propia ciudad tras perder ante el Birmingham la promoci¨®n de ascenso a la Premier League. En Cardiff, 600 hinchas del Cardiff City se enfrentaron a 800 rivales del Stoke City tras otro partido de la promoci¨®n.
Tambi¨¦n los seguidores de la selecci¨®n de Inglaterra siguen dando problemas. En la pasada Eurocopa de Naciones del a?o 2000, ingleses y alemanes se enfrentaron en la ciudad belga de Charleroi. En la actualidad hay algo m¨¢s de 1.000 ciudadanos ingleses que han tenido que entregar su pasaporte a la polic¨ªa en las ¨²ltimas semanas por estar incluidos en la lista de hinchas violentos. Se les impide as¨ª, por ejemplo, viajar con la selecci¨®n inglesa al Mundial de Jap¨®n y Corea. La polic¨ªa de puertos y aeropuertos tiene informaci¨®n exhaustiva sobre estos hinchas violentos para impedir que viajen fuera del pa¨ªs durante el Mundial. Los m¨¢s peligrosos se quedan en casa.
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