?Batasuna es ETA?
Entre las voces reticentes por motivos pol¨ªticos a la ilegalizaci¨®n de Batasuna destaca, por su conocimiento del tema, la de Felipe Gonz¨¢lez. Ha dicho que no es lo mismo tratar de evitar la legalizaci¨®n de HB en el momento de su nacimiento que deslegalizarla cuando cuenta con una fuerte presencia en las instituciones. Es un argumento con fuerza, que recuerda al de la OTAN: no es lo mismo no entrar que salirse. Sin embargo, admite objeciones. El proceso de legalizaci¨®n no culmin¨® hasta 1986 y para entonces HB ya no era un nasciturus: a fines de ese a?o hab¨ªa participado en una docena de elecciones y referendos y contaba con cuatro esca?os en el Parlamento de Madrid, 13 en el vasco y seis en el navarro, y con 451 concejales y 20 junteros.
Su relaci¨®n con ETA no era un secreto. Su portavoz, Jon Idigoras, hab¨ªa proclamado en unas elecciones que 'votar a HB es votar a ETA', lo que indica hasta qu¨¦ punto hab¨ªan interiorizado sus dirigentes la sensaci¨®n de impunidad. ETA, en todo caso, interpretaba esos votos como respaldo directo a sus acciones. Y gran parte de las actuaciones p¨²blicas de HB ten¨ªan como objeto el apoyo a ETA: el 48% del total (m¨¢s otro 7% contra la actuaci¨®n policial), seg¨²n un estudio acad¨¦mico de Jos¨¦ Manuel Mata L¨®pez (El nacionalismo vasco radical. Discurso, organizaci¨®n y expresiones) publicado en 1993 por la Universidad del Pa¨ªs Vasco.
Tambi¨¦n hay constancia m¨¢s o menos detallada, por las memorias de ex miembros de HB y por las actas de reuniones publicadas en los boletines internos de ETA, de los v¨ªnculos entre el brazo armado y el resto de lo que ya se denominaba MLNV (Movimiento de Liberaci¨®n Nacional Vasco), del que HB era su expresi¨®n electoral. En otra tesis doctoral publicada por la Universidad del Pa¨ªs Vasco (Florencio Dom¨ªnguez, ETA. Estrategia organizativa y actuaciones. 1978-1992. Bilbao, 1997) se analiza, a trav¨¦s de su reflejo en 31 boletines de ETA del periodo 1978-1987, un total de 106 actas de reuniones de la Coordinadora KAS, instrumento de relaci¨®n entre la banda y el entramado legal. De esas actas se deduce que es ETA quien tiene la ¨²ltima palabra sobre cuestiones como si HB se presentar¨¢ o no a las elecciones, los criterios para conformar las candidaturas e incluso el sentido del voto de los parlamentarios navarros en la elecci¨®n de presidente de esa comunidad.
Pero es cierto que, como tambi¨¦n ha recordado Gonz¨¢lez, muchos pol¨ªticos y periodistas de la ¨¦poca eran partidarios de la legalizaci¨®n de HB. El argumento principal era que no hab¨ªa que interferir en la din¨¢mica que de manera natural acabar¨ªa haciendo entrar en raz¨®n a ETA, y a sus militantes desembocar en un partido independentista no violento; como hab¨ªa ocurrido con el sector poli-mili.
Esa esperanza alent¨® hasta Lizarra. Pero tras esa experiencia, que culmin¨® con la ruptura de la tregua y la del consenso estatutario, ya s¨®lo quienes est¨¢n interesados en evitar la derrota de ETA pueden acogerse a ella. Lizarra supuso llevar hasta sus ¨²ltimas consecuencias la l¨®gica de la persuasi¨®n amistosa de los terroristas. Para convencer a ETA, el nacionalismo asumi¨® lo esencial de su programa (soberanismo, ruptura con las fuerzas no nacionalistas, irredentismo respecto a Navarra y Pa¨ªs Vasco-franc¨¦s), pero ello no hizo desistir a ETA, ni a HB romper con ella.
El desenlace del experimento aconseja revisar t¨®picos nacionalistas como el de que fue la negativa a aceptar el plan Ardanza lo que arruin¨® la posibilidad de una salida negociada; o el que relaciona la persistencia de la violencia con la de un grave conflicto pol¨ªtico irresuelto. Aconseja tambi¨¦n explorar otras v¨ªas de acabar con la empresa de intimidaci¨®n colectiva montada en torno a ETA, empezando por la ilegalizaci¨®n de su brazo pol¨ªtico. La principal raz¨®n en contra esgrimida por el PNV es que interrumpe el vaciamiento de HB. Ser¨ªa un argumento fuerte si no fuera porque ese vaciamiento ha implicado que el receptor, el nacionalismo institucional, haga suyo gran parte del programa rupturista de HB, con el efecto de romper el consenso democr¨¢tico y alimentar la inestabilidad que necesita ETA para justificar su permanencia.
Es cierto: no es lo mismo intentar ilegalizar a Batasuna ahora que en los a?os 80: ahora hay m¨¢s razones para ello. Porque la ¨²nica duda que queda por despejar es si Batasuna es el brazo pol¨ªtico de ETA o ETA, el brazo armado de Batasuna. A desentra?ar esa duda se aplica el juez Garz¨®n.
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