'Fue como un gran terremoto'
El atentado suicida de Rishon le Zion, perpetrado por un militante de Ham¨¢s, causa la muerte de 16 personas
El estruendo de un atentado sac¨® de la cama en la noche del martes a los 145.000 habitantes de Rishon le Zion. Un joven, militante del movimiento fundamentalista Ham¨¢s, se acababa de inmolar en el centro de la sala de juego de un elegante garito clandestino, provocando la muerte de 16 clientes y m¨¢s de medio centenar de heridos. Era la primera represalia palestina por la supuesta matanza del Ej¨¦rcito israel¨ª en el campo de refugiados de Yen¨ªn.
'Fue como un gran terremoto. El piso se levant¨® por los aires', explicaba ayer Aaron Cohen, uno de los supervivientes del atentado, a la prensa, mientras trataba de reconstruir una espantosa secuencia que se inici¨® a media noche, cuando un hombre entr¨® con una cartera en la mano en el Spiel Club, un casino ilegal situado en el tercer piso de un inmueble comercial en la frontera de Rishon le Zion con Tel Aviv.
Era la primera represalia palestina por la ofensiva israel¨ª contra el campo de Yen¨ªn
Nadie repar¨® en aquel hombre de rostro desconocido que hab¨ªa franqueado la puerta, saludado a los camareros y se dirigi¨® al centro de la sala de juego, para detenerse en medio de un espacio vac¨ªo, entre las mesas de billar y las maquinas tragaperras. All¨ª accion¨® la carga explosiva, que le hizo volar por los aires, subir hasta el techo y bajar hecho a?icos, descuartizado, entre una lluvia de pedazos de yeso.
La onda expansiva cogi¨® de improviso a los primeros clientes de la noche, algunos de los cuales fueron lanzados contra las cristaleras y salieron disparados hacia el vac¨ªo para aterrizar en medio del estruendo y de los lamentos en el patio exterior o simplemente en un aparcamiento abarrotado de coches, tres pisos m¨¢s abajo. La estructura del piso se tambale¨® por unos momentos, arrancando de cuajo la moqueta verde de las paredes y el suelo y convirtiendo en basura los relamidos adornos dorados, incluido un interminable sof¨¢ de cuero negro.
'No comprendo a esta gente; cada noche, jud¨ªos y ¨¢rabes coincid¨ªamos en este local. Nunca hab¨ªa pasado nada', aseguraba Ruth, una cliente habitual, refiri¨¦ndose a ese c¨®ctel multirracial configurado por jugadores de Tel Aviv, Yaffo, Lod o incluso Jerusal¨¦n, que sol¨ªan llegar a las nueve de la noche, cuando el Spiel abr¨ªa sus puertas, y part¨ªan poco antes del alba.
El atentado, reivindicado por el brazo armado de Ham¨¢s, las Brigadas de Ezedine Al Kassam, no s¨®lo despert¨® a Rishon le Zion. Desvel¨® adem¨¢s a todo Israel, que desde el pasado 12 de abril, fecha del ¨²ltimo atentado suicida, ten¨ªa la convicci¨®n de que entraba en un periodo de calma y seguridad, propiciado por la ofensiva militar Muro Defensivo sobre las ciudades palestinas de Cisjordania.
Ayer por la ma?ana, mientras los voluntarios ultraortodoxos recog¨ªan con fanatismo religioso cada una de las briznas de carne desperdigadas sobre los escombros, otro iluminado suicida trataba de inmolarse en el cruce de Megido, muy cerca de Haifa, en la otra punta de Israel, al norte. El activista, malherido por la explosi¨®n prematura de la carga, se debati¨® durante varios minutos entre la vida y la muerte, mientras trataba de deshacerse del brazo de hierro de un robot que la polic¨ªa accionaba a distancia y con el que pretend¨ªan hacer estallar el resto de los explosivos que llevaba adheridos al cuerpo. En medio del combate, el aprendiz de suicida no dejo ni un solo instante de gritar una y otra vez, como si fuera una consigna: '?Yen¨ªn, Yen¨ªn!'.
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