'Hay que nombrar la verdad'
Me han pedido que diga unas palabras en el marco de este prestigioso Premio Ortega y Gasset que cada a?o se entrega a las m¨¢s destacadas labores period¨ªsticas. Lo hago no s¨®lo por la amistad que me une a quien as¨ª me lo pidiera, sino porque creo que es el periodismo una labor trascendente de la cual dependen los lazos entre los hombres y los pueblos. El hombre de este tiempo vive delante de lo que acontece en el mundo entero. Y lo hace a trav¨¦s de la mirada de los periodistas; ellos son los testigos, quienes nos narran los acontecimientos. De ellos depende el cariz con que interpretamos los hechos, el partido que asumamos frente a lo que nos pasa como humanidad.
El periodista habr¨¢ de deponer su propia visi¨®n de las cosas para abrirse a lo que sucede, comprendiendo que son sus ojos y sus palabras las que llevar¨¢n a los dem¨¢s hombres la realidad de la que son parte. El periodista es as¨ª testigo, mediador e int¨¦rprete. La suya es una tarea de suprema responsabilidad.
Por eso, hoy felicito al diario Herald de Miami como presencia de nuestro idioma y de nuestra cultura. A ?ngeles Espinosa, de EL PA?S, que ha trabajado con dedicaci¨®n admirable y con peligro en Afganist¨¢n, Pakist¨¢n y Oriente Medio. Y a Andr¨¦s Carrasco por su desgarradora fotograf¨ªa que nos muestra los cuerpos tendidos de los inmigrantes, terrible drama que estamos viviendo. A ustedes, mi honda admiraci¨®n.
Escritor en peri¨®dicos
A lo largo de los a?os en que fue gest¨¢ndose mi obra ensay¨ªstica y literaria, yo mismo he colaborado con los diarios de mi pa¨ªs y con importantes medios gr¨¢ficos de todo el mundo.
Desde hace m¨¢s de medio siglo, esta profesi¨®n ha estado ¨ªntimamente ligada a mi destino como escritor, y ambas me han permitido expresar las incertidumbres de mi esp¨ªritu, cuando trataba de hallar respuesta a las dudas que tanto me acosaban. Debo destacar, adem¨¢s, otro motivo que engrandece el alto honor de compartir con ustedes este momento. Se debe al hecho de que este galard¨®n lleve la impronta de un hombre cuya vida y pensamiento nos ha permitido vislumbrar una cumbre del esp¨ªritu humano.
Jos¨¦ Ortega y Gasset ha sacudido la conciencia adormecida de los hombres de su tiempo, alent¨¢ndolos a encarnar los valores trascendentes y a comprometerse con el mundo en el que le toc¨® vivir. Con tenacidad, hasta con vehemencia, pero tambi¨¦n, y fundamentalmente, con rigor, como caracteriza a la raza de intelectuales a la que ¨¦l perteneci¨®. Quienes hoy reciban el Premio Ortega y Gasset de Periodismo sabr¨¢n advertir el legado que constituye la esencia de este galard¨®n.
Les dec¨ªa que yo mismo, junto a mi tarea como escritor, he realizado trabajos period¨ªsticos cada vez que las situaciones sociales lo exig¨ªan. Puede parecer contradictorio que un hombre habituado al silencio y la demora que requiere el ensayo y la literatura, sienta la necesidad, a su vez, de expresarse a trav¨¦s de esa palabra inmediata, del instante, que caracteriza a la escritura period¨ªstica.
As¨ª tambi¨¦n lo ha hecho Ortega, y otros genios de la talla de Camus, Hemingway, Malraux, Sartre, Simone Weil, y el propio Gandhi que, desde las columnas de un humilde y precario peri¨®dico alent¨® su revoluci¨®n espiritual, el verdadero despertar del alma de su pueblo sometido.
Sucede que, ante determinados acontecimientos, todo intelectual aut¨¦ntico debe postergar su obra personal en favor de la obra com¨²n, poniendo su voz al servicio de los hombres, para ayudarlos a construir una nueva fe, una d¨¦bil pero genuina esperanza. Entonces, en el vertiginoso suceder de los acontecimientos, la palabra que surge en respuesta logra evadir su destino fugaz y perecedero.
En este sentido, quienes trabajamos con la palabra, escritores, fil¨®sofos, periodistas, pensadores, y quienes a trav¨¦s de sus im¨¢genes hacen o¨ªr el clamor de tantas voces silenciadas, todos nosotros, digo, m¨¢s que una funci¨®n pedag¨®gica, tenemos un deber ¨¦tico con las sociedades. Debemos restaurar el sentido de las grandes palabras deterioradas por aquellos que intentan imponer un discurso ¨²nico e irrevocable.
El periodismo es un formador de opini¨®n p¨²blica que da un sentido cr¨ªtico frente a los hechos de la vida. Esta importante tradici¨®n creada en Espa?a por Feijoo, en el siglo XVIII, fue luego continuada por Larra, por Machado, por Unamuno. Basta alcanzar cualquiera de los escritos que ellos nos dejaron para constatar su creencia en el acto de nombrar la verdad.
Hoy, el periodismo debe reconciliarse con sus mejores se?as de identidad hist¨®ricas por donde respire la libertad de opini¨®n y la capacidad imaginativa de sus intelectuales.
La prensa en estos ¨²ltimos a?os ha adquirido una notable expansi¨®n social y pol¨ªtica, jerarquizada por su labor en las ¨¢reas de investigaci¨®n y cultura. Quienes tienen en su poder el funcionamiento de los grandes medios, han de permanentemente tomar conciencia de la gran transformaci¨®n a la que pueden contribuir. Capacitados, como est¨¢n, para intervenir en las graves necesidades a las que estos tiempos nos est¨¢ enfrentando.
Los revolucionarios avances tecnol¨®gicos han acrecentado la enorme influencia que el periodismo, y los medios de comunicaci¨®n en general, poseen sobre la conciencia de la gente. Sin duda son actualmente uno de los principales formadores.
Por la magnitud de su alcance, este poder es a veces utilizado por quienes pretenden perpetuar la hegemon¨ªa de un modelo ¨²nico, sin alternativa. Imponi¨¦ndonos el yugo de una obscena globalizaci¨®n que justifica el sufrimiento de millones de hombres y mujeres, a la vez que nos relegan en una sensaci¨®n de impotencia perpetua e inevitable.
La sociedad est¨¢ a tal punto golpeada por la injusticia y el dolor; su esp¨ªritu ha sido corro¨ªdo tan a menudo por la impunidad, que se vuelve casi imposible la transmisi¨®n de valores a las nuevas generaciones. Sin embargo, la enorme posibilidad de modificar el aciago rumbo que venimos llevando se halla presente en el alcance ilimitado que los medios de comunicaci¨®n poseen sobre la formaci¨®n de conciencia de ni?os, hombres y mujeres.
Es ¨¦sta una gran misi¨®n que puede llevar a cabo el verdadero periodismo, como lo est¨¢ demostrando cada vez que con peligro y en situaciones de precariedad nos ha acercado a lo que acontece en el mundo. En todas sus manifestaciones, la actividad period¨ªstica debe consagrarse en un compromiso ¨¦tico que responda al desgarro de miles de hombres y mujeres, cuyas vidas han sido reducidas al silencio a trav¨¦s de las armas, la violencia y la exclusi¨®n social.
Sin duda, as¨ª lo han hecho quienes esta tarde recibir¨¢n el Premio Ortega y Gasset de Periodismo, al igual que cientos de sus colegas en el mundo, cuya destacada labor tambi¨¦n debe ser justamente se?alada.
A todos ustedes, desde mi condici¨®n de escritor, quiero expresarles mi reconocimiento por contribuir a expresar el sacrificio, el dolor, la incertidumbre, pero tambi¨¦n la esperanza y el coraje de una humanidad que se resiste a desaparecer.
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