Un desconocido
El tema del doble es uno de los m¨¢s ricos y sugestivos de toda la historia de la literatura, pero las nuevas tecnolog¨ªas han conseguido que el mito se haya desvanecido para siempre. El mito se ha desvanecido desde la aparici¨®n de Internet. Gracias a Internet nos hemos dado cuenta de que el doble no es un tema literario: el doble existe.
De Pedro Ugarte, mi contempor¨¢neo, s¨¦ ya muchas cosas y ello no es producto de una ardua investigaci¨®n ni de la paciencia de minuciosos detectives. Me limito a leer distra¨ªdamente las noticias que de ¨¦l va trayendo Internet, esa incalculable biblioteca de Babel, y a seguir la estela de sus viajes.
Pedro Ugarte es fot¨®grafo y trabaja para la agencia France Press. Durante mucho tiempo se dedic¨® al mundo de los deportes: desde la liga de f¨²tbol americano hasta las olimpiadas de Sydney. Tambi¨¦n son notables sus reportajes aeron¨¢uticos. En Canad¨¢, ha fotografiado para revistas especializadas distintos modelos de aviones y avionetas, as¨ª como en Argentina la majestuosa ascensi¨®n de globos aerost¨¢ticos. Durante los ¨²ltimos a?os se est¨¢ centrando en cuestiones de pol¨ªtica internacional, vinculadas, supongo, a los encargos de su agencia.
Pedro Ugarte estuvo a finales del a?o pasado en Madagascar, pero el ¨²ltimo de sus trabajos del que he tenido noticia ha sido en el Congo. La red constata que tambi¨¦n ha visitado Tanzania, Kenia y otros pa¨ªses de ?frica Oriental. Recientemente Ugarte ha recogido con su c¨¢mara las tensiones pol¨ªticas malgaches (desde retratos del presidente al ambiente de las calles de Tananarive durante la ley marcial). Tambi¨¦n ha fotografiado la tremenda erupci¨®n del volc¨¢n Nyiragongo, muy cerca de Goma, en la Rep¨²blica del Congo.
La vida es as¨ª de complicada (las erupciones volc¨¢nicas, los viajes de Pedro Ugarte). Yo me tomo un caf¨¦ en el bar que hay al lado de mi casa y Pedro Ugarte dirige su objetivo a una ceremonia tribal en Kenia. Yo me acuesto despu¨¦s de haber le¨ªdo un poco y Pedro Ugarte toma un barco para cruzar de Zanz¨ªbar a Pemba. Yo bostezo mientras relleno la cazoleta de mi pipa y Pedro Ugarte pone pies en polvorosa, cargando su pesado equipo fotogr¨¢fico, ante el avance de la lava de un volc¨¢n.
Me temo que, con la vida que lleva este individuo, no es muy probable que llegue a saber nada de m¨ª. Yo tambi¨¦n me asomo a veces a Internet, modesta, casi imperceptiblemente, a cuenta de alguno de mis libros, pero reconozco que las entradas que propicia Pedro Ugarte son mucho m¨¢s numerosas, y siempre dotadas de gran espectacularidad. Las fotos del volc¨¢n en Goma, por ejemplo, eran estremecedoras. Sus fotos deportivas, por el contrario, resultan c¨¢lidas, din¨¢micas, coloristas. Cuando retrata aviones en vuelo me lo imagino a lomos de una nube, y en sus fotos creo percibir algo de Dios, perdido all¨¢ en el horizonte, y tambi¨¦n algo de la seguridad, la confianza, que transmiten los ¨²ltimos avances de la ingenier¨ªa aeron¨¢utica.
Pero debo decir m¨¢s: la vida de Pedro Ugarte, el arrojado periodista gr¨¢fico de France Press, me consuela ¨ªntimamente. Aventurero inmune al desaliento, ha recorrido el planeta de punta a punta y yo siento un alivio dif¨ªcil de explicar, como si me hubieran dado una dispensa. A veces me pregunto (por ejemplo, cuando juego con mi hijo en el parque) de qu¨¦ demonios est¨¢ hecho el universo y cu¨¢les son los secretos que me esconde. Pero gracias a Pedro Ugarte me siento m¨¢s tranquilo: ¨¦l se dedica a investigar todas esas cosas. Espero poder dec¨ªrselo alg¨²n d¨ªa, quiz¨¢s agradec¨¦rselo. Debido a que ¨¦l es un viajero infatigable, yo puedo, sin ning¨²n remordimiento de conciencia, concentrarme en mis peque?os asuntos.
La literatura o el cine siempre nos hab¨ªan dado la oportunidad de encontrar alg¨²n doble imaginario (el m¨¢s c¨¦lebre de los m¨ªos, que yo sepa, era un vulgar ratero que frecuentaba el caf¨¦ Rick's, de Casablanca), pero ahora Internet nos rescata del reino imaginario y nos emplaza en la estricta realidad, hasta encontrar en ella la otra cara de nuestro propio nombre.
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