De puerto en puerto por el Caribe
De La Habana a Yucat¨¢n, diversi¨®n en un crucero con sabor tropical
Es de noche cuando el Mistral zarpa del puerto de La Habana. Los pasajeros est¨¢n durmiendo y apenas alg¨²n viajero melanc¨®lico se despide desde una terraza de popa de las luces quedas de la ciudad, brindando por ella con su mojito.
El d¨ªa amanece en alta mar, y cuando los chubascos tropicales cesan, la cubierta se atiborra de pasajeros deseosos de un primer contacto con el sol del Caribe. Hay un traj¨ªn interminable de camareros cargados de c¨®cteles de nombres ex¨®ticos y en el jacuzzi de cubierta hay m¨¢s gente que burbujas. Mientras unos toman el sol, en esta ciudad flotante se desarrollan todo tipo de actividades: desde juegos de cartas, bailes de sal¨®n, sesiones informativas sobre las excursiones en las escalas del crucero hasta, estrella de la ma?ana, un master sobre c¨®mo convertir frutas y verduras en esculturas. No es que uno consiga convertir un pepinillo en el grupo escult¨®rico de Laoconte, pero las cucurbit¨¢ceas quedan de lo m¨¢s finas adornando la mesa del buf¨¦.
La calurosa ciudad de M¨¦rida tiene un casco hist¨®rico colonial que gira en torno a su z¨®calo o plaza Mayor. Muchos han decidido quedarse en su mercado, comprando hamacas y sombreros mexicanos, pero la gran mayor¨ªa se dirige a Chich¨¦n Itz¨¢, el m¨¢s famoso yacimiento maya de Yucat¨¢n
El ¨²ltimo d¨ªa, la megafon¨ªa anuncia que desde la borda de estribor se puede observar la llegada a la ciudad de La Habana. La cubierta superior se llena de pasajeros que observan c¨®mo van desfilando Miramar, el Vedado o el Malec¨®n hasta que el barco llega a la bah¨ªa
Despu¨¦s de comer suenan las alarmas: se realiza el simulacro de emergencia y todos los pasajeros, embutidos en sus chalecos salvavidas, con algo de excitaci¨®n infantil y bromas sobre el Titanic, se dirigen a alguna de las lanchas de desembarco asignada de antemano. Hay cierto alivio cuando los tripulantes pasan lista y en ella no figura Leonardo DiCaprio.
Pero el gran acontecimiento del d¨ªa es el c¨®ctel y la cena del capit¨¢n. Es parte del ritual de un crucero, y el capit¨¢n, como el de Vacaciones en el mar, no decepciona: sonrisa Profid¨¦n, afabilidad permanente y unos impolutos zapatitos blancos. Parece mentira que no le haya crecido el pie desde la primera comuni¨®n. Antes de la cena hay un c¨®ctel en el que el capit¨¢n presenta a sus lugartenientes. Sobre el escenario, en l¨ªnea con el capit¨¢n, el director del hotel, el jefe de intendencia o el de seguridad, con las piernas levemente separadas, dan un paso adelante cuando suena su nombre y hay un momento en el que parece que aquello va a acabar como Full Monty.
En la discoteca, los pasajeros se inflan de mojitos y se mezclan con algunos tripulantes. Pertenecen a la ¨¦lite de un sistema de castas en el que s¨®lo algunos pueden confraternizar con los pasajeros. Los otros tienen su propia discoteca en los fondos del barco.
Puerto Progreso es la puerta de entrada para los viajeros que acaban de llegar a Yucat¨¢n, una regi¨®n que fue alguna vez una rep¨²blica independiente, y que ahora es uno de los mayores polos tur¨ªsticos mexicanos. La calurosa ciudad de M¨¦rida, antigua capital de la regi¨®n, desplazada por Canc¨²n como centro econ¨®mico de la pen¨ªnsula, tiene un casco hist¨®rico colonial que gira en torno a su plaza Mayor. Muchos han decidido quedarse en su mercado, comprando hamacas y sombreros mexicanos de colores exuberantes, pero la gran mayor¨ªa se dirige a Chich¨¦n Itz¨¢, el m¨¢s famoso y mejor restaurado yacimiento maya de la zona.
El sol pone todo su empe?o en calcinar las piedras de los templos y ruinas de la quincena de complejos arquitect¨®nicos de esta ciudad abandonada misteriosamente en el siglo X. La m¨¢xima atracci¨®n es la pir¨¢mide conocida como El Castillo, cuyo ascenso es una aut¨¦ntica escalada. Est¨¢ consagrada a la serpiente emplumada (Quetzalcoatl, o Kukulk¨¢n en lengua maya), y cada equinoccio de primavera las muchedumbres se congregan en su explanada para contemplar c¨®mo el sol dibuja una serpiente en una de sus aristas. La otra gran atracci¨®n del lugar es el juego de pelota, una cancha en la que se practicaba una suerte de baloncesto precolombino y cuya mayor emoci¨®n consist¨ªa, seg¨²n explican los gu¨ªas con fruici¨®n, en que el capit¨¢n del equipo ganador era sacrificado.
Clases de chachach¨¢
Justo a la hora del embarque se imparten clases de chachach¨¢, y despu¨¦s, en la cubierta, se ense?a a dar masajes. Por la noche, la elecci¨®n de Miss Adolescente concita bastante m¨¢s curiosidad (masculina) que la de Pareja Ideal.
El cuarto d¨ªa amanece frente a las costas de Cozumel, la mayor isla de M¨¦xico, cuyos templos mayas fueron arrasados por las huestes de Hern¨¢n Cort¨¦s, que tuvieron a bien redondear la faena regalando a sus habitantes una viruela que despobl¨® la isla durante siglos. Cozumel (Lugar de Golondrinas) revivi¨® cuando el comandante Cousteau inmortaliz¨® los arrecifes en sus documentales y la isla se transform¨® en un para¨ªso tur¨ªstico al que afluyen fundamentalmente norteamericanos, bien enlazados por v¨ªa a¨¦rea con ciudades como Houston o Nueva York.
Las iguanas pululan por doquier y posan para los visitantes sin disimular su narcisismo y despu¨¦s se alejan con la displicencia de quien sabe que ha sobrevivido a la hecatombe de los grandes saurios. Algunos viajeros pasean por un miniparque tem¨¢tico con reproducciones de esculturas de distintas culturas mayas; otros se lanzan al delfinario, envidiosos de los que tuvieron la precauci¨®n de reservar su derecho de nadar entre los delfines, y la mayor¨ªa decide tumbarse al sol y disfrutar de su primer ba?o en las aguas del Caribe.
A bordo, la gente aprende a hacer bisuter¨ªa o a bailar el mambo, se toma el combinado de turno en el sol¨¢rium, se rinde a los efectos ben¨¦ficos de la talasoterapia o se prepara para asistir por la noche a un semistriptease que realizan los candidatos a M¨ªster Adolescente o a la, casualmente m¨¢s concurrida, elecci¨®n de Miss Mistral.
En Georgetown, capital de Gran Caim¨¢n, hay que desembarcar en lancha y es una hora m¨¢s que en M¨¦xico. El capit¨¢n avisa por la megafon¨ªa de que los planes de nadar entre las rayas han sido cancelados por las autoridades de la isla a causa de las condiciones meteorol¨®gicas. Las islas Caim¨¢n, apenas tres islotes, constituyen la quinta plaza financiera del mundo, siguiendo de cerca, por ejemplo, a Nueva York o Hong Kong, y en ellas est¨¢n residenciados m¨¢s bancos y empresas que sus 19.000 habitantes. Su principal atractivo consiste en ver c¨®mo se tuestan al sol algunos de los ricos m¨¢s ricos del mundo mientras sus chequeras engordan. Por supuesto, en un para¨ªso fiscal de tal categor¨ªa, el vocablo impuesto es un tab¨²: aqu¨ª hasta las aceras existen por iniciativa privada, y una de las pocas leyes que sus habitantes tienen que cumplir es la de no edificar por encima de la altura de los cocoteros.
Por lo dem¨¢s, poco hay que hacer all¨ª: visitar una granja de tortugas carey; mandar una postal desde un roquedal volc¨¢nico llamado The Hell (la gracia est¨¢ en que la misiva lleva matasellos de El Infierno); ba?arse en Seven Miles Beach, una playa privada y de pago, claro; comprar esmeraldas o cualquier otra frusler¨ªa libre de impuestos; o asistir a los oficios religiosos de una de las iglesias de distintas confesiones que figuran en la gu¨ªa telef¨®nica, algo l¨®gico teniendo en cuenta la tendencia de estas instituciones por los para¨ªsos.
Fiesta de carnaval
Los pasajeros se despiden de Gran Caim¨¢n con una fiesta de carnaval preparada a bordo y parten rumbo a Cuba, pero no van a notar el shock entre el para¨ªso fiscal y el comunista. La siguiente escala es la isla de la Juventud, antigua isla de Pinos, concretamente en la punta del Franc¨¦s, un cabo deshabitado de manglares, cocoteros y playas doradas. Apenas tendr¨¢n contacto con los pineros porque la tripulaci¨®n ha preparado una barbacoa y lo m¨¢s que pueden hacer es probar la langosta cubana a bordo de un catamar¨¢n o dar un paseo a caballo por sus bosques.
Pocos saben que, seg¨²n algunas teor¨ªas, la isla de Pinos inspir¨® a Robert Louis Stevenson su novela La isla del tesoro; que la punta del Franc¨¦s es un homenaje a El Olon¨¦s, uno de los muchos piratas, corsarios y bucaneros que se refugiaron all¨ª, escondieron sus tesoros y acabaron inmortalizados como top¨®nimos. Uno de ellos, por ejemplo, es la Ci¨¦naga de Drake, una aut¨¦ntica minestrone de cocodrilos que lleva el nombre del famoso pirata brit¨¢nico. Un ron a?ejo en el restaurante del muelle, y a bordo.
El ¨²ltimo d¨ªa, la megafon¨ªa anuncia que desde la borda de estribor se puede observar la llegada a la ciudad de La Habana. La cubierta superior se llena de pasajeros que observan c¨®mo van desfilando Miramar, el Vedado o el Malec¨®n, hasta que el barco llega al muelle de la bah¨ªa. Sorprendentemente hay gente que no desembarca, pero la mayor¨ªa se echa a las calles de La Habana Vieja; se reencontrar¨¢n en las paradas rituales de La Floridita y La Bodeguita del Medio, para tomarse, como Hemingway, un daiquiri y un mojito (respectivamente); por la noche alucinar¨¢n con el show de Tropicana o se agotar¨¢n con la salsa nocturna habanera.
Cuando al d¨ªa siguiente retornen al barco para recoger sus equipajes, se cruzar¨¢n con los nuevos pasajeros, dispuestos a sorprenderse de que el capit¨¢n lleve los mismos zapatos impolutos de la primera comuni¨®n.
DATOS PR?CTICOS
- Festival Cruceros (902 350 902 y en agencias). La ruta Bellezas del Caribe y tesoros de M¨¦xico, 9 d¨ªas y 8 noches, se inicia el 12 de julio en el barco Caribe. Precios: camarote interior doble, 1.350 y 1.450 euros. Camarote exterior doble, 1.550 y 1.650 euros. Suite, 1.750 euros. El precio incluye el vuelo entre Madrid y La Habana, los traslados de aeropuerto, pensi¨®n completa, animaci¨®n, espect¨¢culos y fiestas. Gastos adicionales: tasas de embarque, 110 euros. Tasa de aeropuerto de La Habana: 20 d¨®lares (22,72 euros). Monedas: en el barco se usa el euro. En M¨¦xico, el peso mexicano (0,42 euros) o el d¨®lar (1,13 euros), aunque cada vez hay m¨¢s sitios en los que admiten euros. En las islas Caim¨¢n se puede pagar con el d¨®lar norteamericano y con la moneda local, east caribbean dollar (equivalente a 0,12 euros). Los camarotes disponen de televisi¨®n, videojuegos y tel¨¦fono. Servicios: la televisi¨®n de pago cuesta 9,99 euros por 24 horas. Los videojuegos, seis euros la media hora. El tel¨¦fono funciona con tarjeta de cr¨¦dito, pero al ser tel¨¦fono v¨ªa sat¨¦lite los precios son muy elevados.
- Latitud 4 (www.latitud4 y en agencias). Tiene varias ofertas para sus cruceros caribe?os a bordo de tres grandes buques de la compa?¨ªa Royal Caribean: siete noches a bordo del Voyager of the Seas, con salida desde Miami y escalas en Labadee (Hait¨ª), Jamaica, Gran Caim¨¢n y Cozumel, desde 728 euros. Desde Miami y en el Explorer of the Seas, desde 683 euros, visitando Bahamas, St. Thomas, San Juan de Puerto Rico y Labadee (Hait¨ª). En el Adventures of the Seas, con salida desde San Juan de Puerto Rico y escalas en Aruba, Cura?ao, St. Maarten y St. Thomas, a partir de 721 euros. Los precios no incluyen ni los vuelos hasta el puerto de origen ni las tasas de embarque. - Viajes El Corte Ingl¨¦s (902 30 40 20 y http://viajes.elcorteingles.es) propone un crucero de siete noches por el Caribe oriental en el Maasdam, de la compa?¨ªa Holland America, desde 605 euros. Con salida desde Fort Lauderdale (Florida, EE UU) y escalas en Nassau, San Juan, St. Thomas y Half Moon Cay. A este precio hay que sumarle las tasas y el vuelo a Miami. - Con Viajes y Cruceros (915 42 76 63 y www.unmundodecruceros.com), ocho d¨ªas de navegaci¨®n por el Caribe oriental en el Norway (Norwegian Cruise Line), con inicio y fin en Miami, desde 680 euros.
- www.todocruceros.com - www.carnivalcruises.com - www.celebrity-cruises.com - www.costacruceros.es - www.cunardline.com.
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