Sol y 'reggae' en Jamaica
Nueve viajes a Jamaica. Parece que tiene vicio con la isla caribe?a.
La verdad es que me enganch¨¦ la primera vez que estuve, en 1990. En aquella ocasi¨®n fui de vacaciones. Y despu¨¦s me ha llevado hasta all¨ª la m¨²sica, el festival de reggae.
En una de sus canciones habla de 'aquel hotel jamaicano', un para¨ªso del sexo.
S¨ª. Es un hotel que no se publicita en ning¨²n cat¨¢logo, y al que acuden los pasados de todo. Se llama Hedonism, lo que da idea de a qu¨¦ se va.
?Debo suponer que est¨¢ usted entre los pasados del mundo mundial?
No. Yo me cort¨¦ much¨ªsimo. All¨ª hab¨ªa gente educad¨ªsima, de todas las edades, dispuesta a practicar el sexo sin tapujos. Se?oras y se?ores que te suger¨ªan hacer tr¨ªos, cuartetos y sinfon¨ªas completas.
No preguntar¨¦ si le convencieron... H¨¢bleme mejor de Kingston, la capital.
Es el lugar donde ves al jamaicano aut¨¦ntico, al rastafari. En algunos sitios se respira el racismo hacia los blancos, y hay mucha gente con pistola, porque se cometen asesinatos a diario. S¨®lo si tienes amigos eres respetado. Suerte que ten¨ªamos uno que trabajaba para una ONG y era amigo de los Marley.
Con esas credenciales le introducir¨ªa en los ambientes m¨¢s aut¨¦nticos, ?no?
S¨ª. Recuerdo que estuvimos en garitos donde te serv¨ªan la cena en un banco de madera, bajo las chozas. T¨² ped¨ªas el pescado o el marisco que te apetec¨ªa y ellos sal¨ªan al mar en ese instante. Volv¨ªan con el bicho y te lo mostraban. Si te gustaba, al rato lo ten¨ªas en el plato.
?Prob¨® otros placeres, como la zambullida en las playas?
Son magn¨ªficas, sobre todo las de Ocho R¨ªos. All¨ª se rod¨® la pel¨ªcula Cocktail, de Tom Cruise. Recuerdo que alquil¨¦ una moto de agua y me di una galleta contra las ¨²nicas tres rocas que hab¨ªa en medio del agua. Y visit¨¦ las cataratas del lugar, que me parecieron m¨¢s peque?as que en el cine.
Suele pasar. ?Alg¨²n incidente m¨¢s digno de menci¨®n?
Que el autob¨²s que me llevaba de Montego a Negril paraba cada 15 minutos y sub¨ªan chavales vendiendo marihuana en rama, como si fueran cacahuetes. Y como placer espectacular recuerdo las puestas de sol de Negril, que contemplaba desde un bar situado en una muralla, sobre el acantilado.
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