Azores, las visitas b¨¢sicas de las nueve islas que dan nombre a un conocido anticicl¨®n
La se?a de identidad del archipi¨¦lago portugu¨¦s es su naturaleza: valles exuberantes, playas de arena negra, volcanes, monta?as escarpadas y tambi¨¦n pozas y vi?edos. De San Miguel a Santa Mar¨ªa, pasando por Faial y Pico
Son nueve islas perdidas en el Atl¨¢ntico, entre Europa y Am¨¦rica, famosas por un potente anticicl¨®n que lleva su nombre . Hasta hace menos de una d¨¦cada las Azores eran un secreto bien guardado, y aunque ahora son un reclamo tur¨ªstico han conseguido preservar su autenticidad, ayudada por la distancia y el aislamiento durante siglos que han creado una cultura isle?a aut¨®ctona y diferente. Con decenas de rutas de senderismo, playas, pozas, volcanes recientes y paisajes ¨²nicos, las Azores se han convertido en uno de los principales destinos mundiales para actividades al aire libre y de aventura. ?La raz¨®n? Su se?a de identidad: sus paisajes, que incluyen valles exuberantes, playas de arena negra, lagos profundos o cascadas.
A continuaci¨®n, proponemos las visitas b¨¢sicas y obligadas que hay que hacer en las nueve islas del archipi¨¦lago portugu¨¦s.
1. San Miguel: ba?os termales, recorridos urbanos y vistas de postal
San Miguel es la isla m¨¢s grande, a la que suelen llegar los visitantes y donde est¨¢ la capital, Ponta Delgada. Combina tradici¨®n con experiencias al aire libre. Por ejemplo, una de las grandes propuestas de Azores: sumergirse en alguna de sus pozas o calderas. En esta isla est¨¢n las fuentes termales de Furnas ¡ªlas caldeiras¡ª, que son peque?as pozas de agua calentada por la actividad volc¨¢nica subterr¨¢nea. Algunas de ellas est¨¢n en un peque?o parque (Terra Nostra), protegidas por rocas. Muy cerca de este lugar est¨¢ el otro centro termal de Furnas, m¨¢s peque?o, pero con mucho encanto: la Po?a da Dona Beija, aunque desde principios de este mes de enero sus cinco piscinas termales est¨¢n cerradas por intervenci¨®n en sus instalaciones.
Tambi¨¦n es obligado hacer un recorrido urbano por Ponta Delgada para descubrir el encanto de sus calles adoquinadas, sus edificios blancos y negros, la calma de los jardines urbanos o la energ¨ªa del barrio m¨¢s creativo y art¨ªstico de la ciudad. En la capital tambi¨¦n hay rincones especiales: la iglesia de San Sebasti¨¢n, que representa la originalidad del barroco de las Azores; el teatro Micaelense, de mediados del siglo XX; el barrio de O Quarteir?o, donde los dise?adores y artistas locales han abierto sus tiendas; o al llamado ¡°jard¨ªn del poeta¡±, presidido por un monumento art d¨¦co.
No muy lejos de Ponta Delgada, la caldera de Sete Cidades se han convertido en visita obligada. Hay que ir a los miradores sobre una laguna bicolor y pasar una ma?ana en los alrededores para disfrutar del entorno buc¨®lico para valorar realmente este lugar. Desde el Miradouro Vista do Rei hay unas vistas de postal de la laguna de Sete Cidades, uno de los lugares m¨¢s famosos y fotografiados de la isla. La laguna de Santiago es un poco menos famosa, pero igual de fotog¨¦nica.
Por ¨²ltimo, en la plantaci¨®n de t¨¦ de la F¨¢brica de Ch¨¢ Gorreana, de las m¨¢s antiguas de Europa (fundada en el siglo XIX), animan a descubrir los t¨¦s locales. En la F¨¢brica de Ch¨¢ do Porto Formoso, la segunda empresa local especiali?zada en t¨¦ ecol¨®gico, espera tambi¨¦n una taza del famoso Azores Home Blend.
Información en la nueva guía Lonely Planet Azores de cerca y en la web lonelyplanet.es
2. Viaje al interior de un volc¨¢n dormido en Terceira
El 1 de enero de 1980 un gran terremoto azot¨® la isla de Ter?ceira, que super¨® la tragedia (hubo 34 muertos y 300 heridos) sin sufrir grandes da?os materiales tal y como demuestra su patrimonio, desde iglesias y fortalezas medievales hasta los coloridos imp¨¦rios que salpican cada pueblo. A pesar de la reconstrucci¨®n ¡ªque fue r¨¢pida¡ª se logr¨® preservar la identidad de la isla y su ciudad m¨¢s grande, Angra do Hero¨ªsmo. Esta localidad, antigua parada de la ruta del comercio de especias y escala obligada para los barcos que navegaban por el Atl¨¢ntico, fue el primer lugar de Portugal declarado patri?monio mundial por la Unesco en 1983.
El centro hist¨®rico y n¨²cleo urbano invitan a un paseo por sus estrechas calles adoquinadas entre coloridos edificios. Para comenzar la ruta, lo mejor es el obelisco Alto da Mem¨®ria, un mirador con vistas de 360 grados de toda la ciudad. Luego, bajando por las escaleras de piedra, est¨¢ un jard¨ªn con todo tipo de plantas tropicales y ex¨®ticas, herencia de la ¨¦poca en que los barcos que comerciaban con Asia y ?frica paraban en Angra. La peque?a localidad tambi¨¦n tiene una catedral, del siglo XVI, que se diferencia de las construcciones del resto de Portugal por su fachada austera y sus adornos de colores pastel. Es interesante tambi¨¦n la visita al P¨¢tio da Alf?ndega: la puerta ¡°oficial¡± de la ciudad, construida en los siglos XVI y XVII, cuando los comercian?tes se situaban junto a la muralla para vigilar el comercio en el mue?lle.
El Monte Brasil, conocido como el pulm¨®n de Angra, es una de las visitas obligadas de la isla de Terceira y es ideal para hacer p¨ªcnics, senderismo o disfrutar de las vistas. All¨ª, un peque?o museo recuerda el pasado militar de la ciudad y su papel tanto en conflictos internacionales como en el comercio gracias a su ubicaci¨®n estrat¨¦gica. Pero el paisaje m¨¢s famoso de la isla se contempla desde el Miradouro Serra do Cume, que ofrece una vista panor¨¢mica hasta el oc¨¦ano que muchos identifican con las Azores.
Y, por ¨²ltimo, una de las mejores experiencias en Ter?ceira es visitar el interior de un volc¨¢n dormido en Algar do Carv?o. Para alcanzar el coraz¨®n del volc¨¢n, de 2.000 a?os, se baja por unas escale?ras con un total de 338 pelda?os al interior de la cueva, que siempre est¨¢ h¨²meda y, a veces, resbaladiza.
3. Balleneros en Faial, la llamada ¡°isla azul¡±
Aqu¨ª las hortensias tienen un tono azul particular, tan intenso, que los isle?os han bautizado a Faial como la ¡°isla azul¡±. Su capital, Horta, es la sede del Parlamento de las Azores y uno de los puertos deportivos m¨¢s famosos del mundo. Como todas las Azores, Faial ha vivido violentas erupciones volc¨¢nicas y numerosos terremotos. El ¨²ltimo, que comenz¨® en el mar, permaneci¨® activo durante 13 meses, de 1956 a 1957, y sus cenizas sepultaron medio faro y un pueblo.
El lugar m¨¢s emblem¨¢tico de la isla es Capelinhos, un volc¨¢n por el que se puede caminar. La inmensidad de arena negra, que cubre parcial?mente el faro y se extiende hasta la costa, es un espect¨¢culo. La excursi¨®n incluye la visita y la subida al faro. Ver la torre de luz de cerca, sabiendo que la mayor parte del edificio est¨¢ enterrado, es impresionante. En la isla, tambi¨¦n se puede disfrutar nadando en la Praia do Almoxarife, la playa m¨¢s grande de las Azores y con las mejores vistas de las islas. La arena os?cura contrasta con el mar azul y puede verse la isla de Pico. Pero, quiz¨¢, es m¨¢s impactante contemplar los tejados de las casas de la cercana Baleeiro do Comprido, un pueblo habitado en su d¨ªa por balleneros y sus familias. Todos lograron escapar.
Faial fue siempre una isla dedicada a la industria ballenera. Y de ello se habla en la F¨¢brica da Baleia de Porto Pim, en Horta. A principios del siglo XV llegaron a la bah¨ªa los primeros colonos y a mediados del XIX ya se hab¨ªa convertido en un importante centro industrial y comercial basado en la caza de ballenas, una de las actividades comerciales m¨¢s lucrativas de las Azores, especialmente en Faial y Pico, hasta su abolici¨®n a finales de la d¨¦cada de 1980 (las ¨²ltimas fueron capturadas en 1987).
Para terminar, una visita al caf¨¦ y bar m¨¢s famoso de Faial, el Peter¡¯s Caf¨¦ Sport, en el centro hist¨®rico de Horta, junto al puer?to deportivo. Durante m¨¢s de cien a?os, ha sido el hogar de los navegantes que surcan el Atl¨¢ntico; sobre la barra a¨²n puede verse un tabl¨®n de anuncio con gente que se ofrece voluntaria para unirse a una tripulaci¨®n o que busca marineros experimentados.
4. Pico, la m¨¢s joven y m¨¢s alta
Pico es la isla m¨¢s joven de las Azores y, por tanto, el oc¨¦ano a¨²n no ha erosionado las rocas volc¨¢nicas de la costa. Aqu¨ª est¨¢ tambi¨¦n la monta?a m¨¢s alta de Portugal y unos vi?edos que son patrimonio mundial de la Unesco. Tierra de balleneros y viticultores, aqu¨ª las nuevas formas de arte coexisten con las tradicionales, y la creatividad es m¨¢s que una habilidad: es una forma de resistencia y de vida. Escalar ¡°la monta?a¡± ¡ªcomo llaman los lugare?os al monte Pico, de 2.351 metros¡ª, puede ser lo que atrae a los visitantes, pero lo que hace que se queden es el ambiente relajado de la isla y su determinaci¨®n.
Para subir al monte Pico el ¨²nico equipo necesario son botas de monta?a, bastones y ropa c¨®moda. La ruta es m¨¢s una caminata empinada que una escalada. Una visita guiada a primera hora permite ver el amanecer desde la cima de forma algo m¨¢s relajada. Y, aunque el aforo diario es limitado, no hay que esperar una soledad total a menos que se solicite una visita privada.
Otra actividad en la isla es caminar entre vi?edos de Cria??o Velha a trav¨¦s de una ruta de senderismo: desde el puerto, entre las hileras de currais (muros de basalto construidos para prote?ger los vi?edos del viento y el mar) que bordean las carreteras, se llega hasta las vi?as. Al finalizar la caminata se puede realizar una cata de vinos locales en el Cella Bar.
El recuerdo de la industria ballenera tambi¨¦n est¨¢ aqu¨ª presente. El Museu dos Baleeiros, en Lajes do Pico, rememora el momento boyante de esta industria y de la fundaci¨®n de la primera empresa de avistamiento de ballenas a principios de la d¨¦cada de 1990, justo tres a?os despu¨¦s de que se prohibiera su caza.
5. San Jorge, entre acantilados, queser¨ªas y lagunas
La isla de San Jorge es una larga cadena monta?osa que emerge del oc¨¦ano como una bestia mitol¨®gica que despierta de un largo sue?o y se despereza. Esta primera impresi¨®n es la que hizo que los descubridores portugueses la bautizaran en honor a San Jorge, ejecutor de dragones. Es una isla larga y estrecha donde los pueblos buscan su hueco encajados entre el mar y los imponentes acantilados. Tambi¨¦n es el hogar de las faj?s (tierra o lava que se desliza por los acantilados hacia el mar, creando nuevas llanuras que, a su vez, son un refugio para especies protegidas). La Unesco las declar¨® Reserva de la Biosfera en 2016.
Lo mejor que se puede hacer en San Jorge es buscar la remota faj? da Caldeira do Santo Cristo. Apartada, aislada y con una laguna abierta artificalmente al mar para dar cabida al ¨²nico criadero de almejas de las Azores, es un lugar encantador al que solo se puede llegar a pie o en quad. El Caf¨¦ Nunes, en la faj? de Dos Vimes, es una parada obligatoria para tomar un caf¨¦ de la plantaci¨®n Nunes con una queijada de inhame (pastel de ?ame) casera. Adem¨¢s, en la isla se elabora uno de los quesos m¨¢s famosos de Portugal, con Denominaci¨®n de Origen. En Uniquijo se puede ver c¨®mo se elabora, degustarlo y, despu¨¦s, comprarlo.
La piscina natural m¨¢s pintoresca de San Jorge (y quiz¨¢ de las Azores) es la Po?a Sim?o Dias, a la que se llega a pie por un accidentado sendero tallado en las rocas y que ofrece una vista de contraste entre el azul profundo del agua y el negro intenso de la costa de basalto. La nota cultural en la isla la pone la iglesia de Santa B¨¢rbara, con una sencilla fachada encalada y un interior que no se parece al resto de las iglesias barrocas que se ven en Portugal.
6. La puesta de sol m¨¢s occidental de Europa en Corvo y Flores
Desde que llegaron los primeros portugueses, a finales del siglo XV, los habitantes de Corvo y Flores, las islas m¨¢s remotas y occidentales de las Azores, han logrado contra todo pron¨®stico sobrevivir a tormentas y a ataques de piratas y vivir de la tierra.
Corvo, con menos de 400 habitantes, es pr¨¢cticamente un islote, pero cuenta con un para¨ªso natural envidiable: lagos v¨ªrgenes, acantilados siempre verdes y decenas de arroyos que caen en cascada al mar. En esta isla, una de las mejores experiencias es perderse por las calles adoquinadas de Vila do Corvo y contemplar las vistas desde el Miradouro do Port?o. La carretera zizaguea cuesta abajo a trav¨¦s de casas encaladas con tejados de terracota, que se amontonan en lo alto de un acantilado sobre el puerto. Solo hay que deambular sin rumbo por estos callejones que proteg¨ªan a los corvinos de las tormentas y los piratas. Y, en el puerto, con la isla Flores al fondo, el Caminho dos Moinhos conduce a los tres molinos de viento que quedan en la isla. M¨¢s abajo, con la parte urbana de Corvo a la espalda, est¨¢ el ¨²nico arenal de Corvo: Praia da Areia.
En la isla de Flores, el punto m¨¢s occidental de Europa, se puede observar la ¨²ltima puesta de sol del continente en Faj? Grande. Pero tal vez el lugar m¨¢s hermoso y fotografiado de la isla es el Po?o da Ribeira do Ferreiro, accesible solo a pie a trav¨¦s de un camino de roca. Era el secreto mejor guardado del archipi¨¦lago hasta que las Azores se convirtieron en un destino popular y el lugar se hizo famoso en Instagram. Al final del camino, las cas?cadas caen por acantilados verdes a un estanque antes de que los arroyos lleven el agua al mar.
7. Molinos holandeses y un descenso al volc¨¢n en Graciosa
Graciosa, la segunda isla m¨¢s peque?a de las Azores, es famosa por sus molinos de viento de estilo holand¨¦s, su volc¨¢n inactivo al que se puede descender, sus pasteles con forma de estrella y una especie aut¨®ctona de burro. Adem¨¢s, es una de las cuatro reservas de la biosfera de la Unesco en el archipi¨¦lago.
El recorrido debe comenzar en la ermita de Nossa Senhora da Ajuda que, desde hace 300 a?os, es el centro de una tradici¨®n religiosa de peregrinaci¨®n para rezar en busca de protecci¨®n frente a los terremotos. Pero la principal atracci¨®n tur¨ªstica es la Caldeira da Graciosa, un volc¨¢n inactivo al que se desciende por una escalera de caracol construida en una estrecha torre de piedra a principios del siglo XX. En el interior hay un peque?o lago de agua fr¨ªa y charcos de barro burbujeante.
En verano, tambi¨¦n est¨¢ muy concurrido el pueblo de Carapacho por sus piscinas naturales protegidas de las corrientes oce¨¢nicas. Y, en invierno, son m¨¢s populares las Termas do Carapacho, a pocos pasos de las piscinas. Tambi¨¦n hay que detenerse en Vila da Praia da Graciosa por dos razones: la Praia de S?o Mateus, de arena negra; y las queijadas da Graciosa, un dulce en forma de estrella relleno de una crema a base de leche que sabe a caramelo con un toque de canela.
8. Santa Mar¨ªa, un desierto rojo y una mini Calzada del Gigante
Santa Mar¨ªa fue la primera de estas islas en ser descubierta y tambi¨¦n es la m¨¢s antigua, geol¨®gicamente hablando. Aqu¨ª, adem¨¢s de paisajes inusuales, se celebra el festival de m¨²sica de verano m¨¢s viejo del pa¨ªs y est¨¢ la iglesia m¨¢s antigua del archipi¨¦lago, construida en el siglo XV por los primeros colonos. Adem¨¢s, los submarinistas acuden en masa en verano a Baixa do Ambr¨®sio, una zona protegida, para ver mantarrayas.
El Barreiro da Faneca, o ¡°desierto rojo¡± como lo llaman los lugare?os, es su rinc¨®n m¨¢s emblem¨¢tico. Esta ¨¢rea protegida de 8,35 kil¨®metros cuadrados de arcilla anaranjada-rojiza, con poca vegetaci¨®n, no existe en ning¨²n otro lugar del archipi¨¦lago. La parada en la cima de Pico Alto, techo de la isla a 587 metros, revela las dos mitadas muy diferentes de Santa Mar¨ªa: la antigua y plana, por un lado; y la monta?osa, verde y nueva, por otro. Ambas son volc¨¢nicas, pero una serie de eventos geol¨®gicos hace que parezca que se unieron dos fragmentos de tierra diferentes.
La isla tambi¨¦n cuenta con una versi¨®n reducida, con sus grandes bloques de piedra, de la Calzada del Gigante de Irlanda del Norte: la Cascata da Ribeira do Malo¨¢s. Tambi¨¦n destaca la Praia Formosa que, a finales de verano, se convierte en la sede de Mar¨¦ de Agosto, el festival veraniego m¨¢s antiguo de Portugal, que cumpli¨® en 40 a?os en 2024.
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