Un blanco, detenido
Las sociedades multirraciales son una realidad en buena parte de Europa, y esa realidad comienza a planear sobre la prensa de muy distinta manera.
Se?alar el color, la etnia o la nacionalidad del protagonista de una informaci¨®n ha sido objeto entre nosotros de alguna protesta por parte de lectores, molestos porque se mencionase que alguien era negro, marroqu¨ª, gitano...
Ahora el problema es exactamente el contrario. El pasado martes, en la primera p¨¢gina del peri¨®dico, y como sumario de la noticia del asesinato del l¨ªder de la ultraderecha holandesa, Pim Fortuyn, se public¨® este titular: La polic¨ªa detiene a un joven blanco como presunto asesino.
Jos¨¦ Ignacio Torreblanca, del Departamento de Ciencia Pol¨ªtica de la UNED, se ha dirigido al Defensor para contar que el t¨ªtulo del joven blanco despert¨® un debate entre sus compa?eros.
'Todos entendemos', escribe Torreblanca, 'que el redactor del titular quiso decirnos que el presunto asesino no es un inmigrante, por lo que no ha lugar a reacciones xen¨®fobas y entendemos el esfuerzo pedag¨®gico en momentos en los que la xenofobia est¨¢ en aumento en toda Europa'.
El lector a?ade que 'EL PA?S tiene como norma no hablar de la raza, en asociaci¨®n a cr¨ªmenes o delitos, a no ser que sea un elemento explicativo del delito o crimen en cuesti¨®n'.
Despu¨¦s ironiza para decir que, como en su opini¨®n 'la raza blanca del joven no explica el crimen cometido, los j¨®venes blancos nos sentimos injustamente tratados'.
El Estatuto del Defensor establece que, en esta columna, puede aclarar 'por qu¨¦ se tomaron determinadas decisiones' en relaci¨®n con cualquier contenido del peri¨®dico.
Jos¨¦ Mar¨ªa Izquierdo, director adjunto del peri¨®dico, ha explicado que el t¨ªtulo con la menci¨®n al 'joven blanco' se discuti¨® ampliamente y se lleg¨® a la conclusi¨®n de que era un dato relevante para la informaci¨®n.
En ese momento no se conoc¨ªan m¨¢s detalles y hab¨ªa sido la propia polic¨ªa holandesa la que inform¨® de que hab¨ªa detenido un sospechoso, joven, de nacionalidad holandesa y de raza blanca.
Izquierdo admite que la decisi¨®n es discutible y que se tom¨® sabiendo que podr¨ªa resultar sorprendente para alg¨²n lector, pero se quiso tramsmitir una informaci¨®n que parec¨ªa relevante: a un l¨ªder xen¨®fobo que ten¨ªa como lema de su campa?a electoral 'Holanda est¨¢ llena', no le hab¨ªa asesinado ning¨²n miembro de las minor¨ªas raciales que ¨¦l atacaba, sino que las primeras sospechas reca¨ªan sobre un blanco holand¨¦s.
Caben pocas dudas de que las reacciones, sobre todo dentro de aquel pa¨ªs, habr¨ªan sido muy distintas si el asesino hubiese pertenecido a cualquiera de los gupos ¨¦tnicos o religiosos denostados por Fortuyn.
M¨¢s tarde, y por tel¨¦fono, otro lector protest¨® por los titulares en los que se dec¨ªa que el supuesto asesino era un ecologista radical y defensor de los animales.
En este caso, al Defensor le basta para explicarlo con acudir al Libro de estilo, donde se recuerda un principio period¨ªstico elemental, y es que las infomaciones deben personalizarse, y para ello recuerda que 'la profesi¨®n o cargo que desempe?a el protagonista de la noticia, su edad, estado civil y dem¨¢s circunstancias personales son elementos noticiosos de primer orden'.
Caben pocas dudas de que estamos ante un hecho muy relevante cuando el principal sospechoso de un asesinato es un defensor radical de la naturaleza, y muy espec¨ªficamente de los animales.
?Por qu¨¦ corres...?
Con este t¨ªtulo, Jos¨¦ Mar¨ªa Guelbenzu public¨® una columna de opini¨®n, el pasado lunes, en las p¨¢ginas de Cultura.
Se comentaba all¨ª el Marat¨®n Popular que se hab¨ªa celebrado en Madrid y ocho lectores se han dirigido al Defensor para mostrar su indignaci¨®n porque consideran, con distintas variantes, que se utiliz¨® un tono despectivo e insultante hacia los 12.000 participantes en esta manifestaci¨®n popular.
Guelbenzu argumentaba que la proporci¨®n de deportistas que participan en este tipo de eventos es m¨ªnimo y que la inmensa mayor¨ªa son imitadores que 'corren vestidos con toda esa ropa fetichista propia de las sociedades ricas en marcas'.
Hablaba tambi¨¦n de 'espect¨¢culo lastimoso', mencionaba la imagen de 'un hormiguero' y, entre otras reflexiones, inclu¨ªa ¨¦sta: 'El exhibicionismo que acompa?a necesariamente a todo este tipo de manifestaciones es, ante todo, la demostraci¨®n de una necesidad perentoria: la de sentirse alguien arropado por muchos'.
Guelbenzu ha asegurado al Defensor que no pretendi¨®, en ning¨²n modo, 'utilizar un tono ofensivo, sino sat¨ªrico, y la s¨¢tira lleva impl¨ªcita una parte de exceso. Si lo hubiese escrito en un tono pol¨ªticamente correcto no hubiese molestado a nadie, pero lo pol¨ªticamente correcto me parece una enfermedad del pensamiento'.
El Defensor est¨¢ convencido de que Guelbenzu no quiso ofender a nadie y acepta su explicaci¨®n, pero en el texto se hac¨ªa referencia a que el autor estuvo 'aguantando a coche parado durante una hora a que pasasen hasta las ¨²ltimas hilachas humanas para poder salir de la ciudad...'.
Es verdad que, a rengl¨®n seguido, el propio Guelbenzu acentuaba la iron¨ªa y escribi¨®: 'Lo digo para que puedan acusarme de resentido'.
Eso trata de justificar la intenci¨®n, pero, al hilo de lo ocurrido, conviene reflexionar sobre la queja, comprensible, de los lectores y lo dif¨ªcil que resulta salvar el tipo cuando se utiliza un espacio del peri¨®dico para criticar, con la acidez de la s¨¢tira, algo que ha ocasionado una molestia personal al que firma.
Los lectores pueden escribir al Defensor del Lector por carta o correo electr¨®nico (defensor@elpais.es), o telefonearle al n¨²mero 91 337 78 36.
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