La corrupci¨®n del capitalismo
Ejecutivos que se enriquecen gracias a sus cargos; consejos de administraci¨®n que reciben honorarios innecesariamente altos; empresas multinacionales que reclaman a sus ex presidentes parte de las pensiones que cobraron de m¨¢s cuando se marcharon; analistas financieros que recomiendan comprar acciones de empresas en las que tienen intereses; sociedades de inversi¨®n que se apropian de los capitales dejados en custodia; empresas cotizadas que ocultan millonarias perdidas a sus accionistas; auditores de cuentas que no se enteran o cobran por encubrir las ingenier¨ªas contables fraudulentas de algunas empresas, y que una vez descubiertas destruyen los documentos; consultores de empresas que conviven dentro de la misma organizaci¨®n que los auditores de esas empresas; organismos p¨²blicos que no son capaces de ejercer sus funciones de inspecci¨®n y vigilancia; comisiones parlamentarias que relajan el control de empresas amigas. No pongo nombre ni lugar a estos hechos por ser sobradamente conocidos.
?Estamos ante errores empresariales o ante conductas delictivas? M¨¢s lo segundo que lo primero. El capitalismo es man¨ªaco-depresivo. En las fases de man¨ªa surgen iniciativas empresariales fantasiosas animadas por un exceso de euforia en los hipot¨¦ticos beneficios de los nuevos descubrimientos, que con frecuencia acaban en la ruina de los capitales invertidos. Desde la euforia inversora que provoc¨® el comercio con los mares del sur o la especulaci¨®n con los tulipanes en el siglo XVII hasta llegar a las punto.com actual, la historia financiera est¨¢ llena de estas man¨ªas. El capitalismo es as¨ª. Lo tomas o lo dejas.
No son estos fracasos empresariales los que minan la confianza en el capitalismo y en los mercados y los corrompen, sino las conductas permisivas o delictivas relacionadas con la ocultaci¨®n de informaci¨®n, la falta de transparencia, las pr¨¢cticas colusivas entre vigilantes y vigilados, y los sueldos o retribuciones desproporcionados. El capitalismo reparte de una manera muy desigual. F¨ªjense que nadie pone en cuesti¨®n los elevados ingresos de los deportistas de ¨¦lite, posiblemente porque responden a cualidades personales y est¨¢n sometidos a una gran competencia. Pero muchos consideran que las desproporcionadas ganancias de algunos directivos tienen menos que ver con el m¨¦rito personal que con las pr¨¢cticas depredatorias en contra de la empresa, los accionistas, los empleados, los proveedores o los clientes. Es gracioso escuchar a Jeffrey Skilling, ex jefe de Enron, confesar que jam¨¢s entendi¨® que pod¨ªa ganar tanto dinero. Con estos amigos, al capitalismo no le hacen falta enemigos. Se caer¨ªa por corrupto. Le acabar¨ªa sucediendo lo mismo que al socialismo de Estado.
?Qu¨¦ hacer? Algunos reclaman ahora ¨¦tica para las empresas y los mercados. Es curioso, porque de eso presum¨ªan algunos de los ahora encausados. ?Recuerdan a Mario Conde pronunciando una conferencia sobre ¨¦tica en el Vaticano? Los mercados por s¨ª solos no crean ni sostienen valores ¨¦ticos. ?stos tienen que ser legitimados a trav¨¦s del di¨¢logo social y sostenidos por una acci¨®n p¨²blica vigilante y sancionadora. No se trata de emprender cazas de brujas. Pero tampoco se puede pasar por encima de estas pr¨¢cticas como si fuesen simples conductas individuales. La manipulaci¨®n de cuentas es una tentaci¨®n muy extendida. Un sondeo realizado en Estados Unidos entre responsables financieros de empresas que cotizan en Bolsa revel¨® que dos terceras partes hab¨ªan recibido presiones de otros responsables para retocar los balances, y que en muchos casos hab¨ªan cedido a esas presiones.
Las conductas permisivas y corruptas aumentan cuando las pol¨ªticas de liberalizaci¨®n rompen las viejas normas sin crear simult¨¢neamente otras nuevas. Aunque parezca contradictorio, cuanto m¨¢s mercado se introduce en una econom¨ªa, m¨¢s reglas de vigilancia y rendici¨®n de cuentas son necesarias. S¨®lo de esa forma existir¨¢ confianza social en el capitalismo. Se trata de cosas elementales. Porque, vamos a ver: si a las empresas el¨¦ctricas se les obliga a separar sus negocios de generaci¨®n de los de distribuci¨®n, o a las empresas telef¨®nicas los de telefon¨ªa fija y m¨®vil, ?c¨®mo no vamos a separar la actividad de auditor de la de consultor? Si conocemos cu¨¢ndo ganan Rivaldo o Zidane, ?c¨®mo no vamos a conocer lo que ganan los directivos de las empresas de las que somos accionistas, empleados o simples clientes? Si los clubes no eligen a los ¨¢rbitros ni los ciudadanos a los jueces que les juzgan, ?c¨®mo los directivos pueden elegir a los auditores que los vigilan? Si los m¨¦dicos tienen que responder de los posibles errores profesionales en los servicios que cobran, ?por qu¨¦ los analistas financieros no han de responsabilizarse de los suyos? Se trata de reglas elementales dirigidas a evitar los conflictos de intereses que surgen en la vida cotidiana y a aumentar la transparencia. La transparencia, la integridad y la confianza son bienes p¨²blicos. Como lo es el medio ambiente. Todos nos beneficiamos de su existencia y todos salimos perjudicados cuando alguien lesiona estos bienes. Si el c¨®digo penal sanciona a quienes da?an el medio ambiente, ?por qu¨¦ vamos a ser m¨¢s tolerantes con los que corrompen el capitalismo?
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