El regreso de Luis Cernuda a Madrid
La Residencia de Estudiantes inaugura hoy una muestra sobre el autor de 'La realidad y el deseo'
El comisario de Entre la realidad y el deseo: Luis Cernuda 1902-1963, James Valender, dijo ayer en una rueda de prensa que son varios los aspectos desconocidos de la trayectoria del poeta que esta exposici¨®n contribuye a recuperar. Se refiri¨® entonces a su participaci¨®n en las Misiones Pedag¨®gicas de la II Rep¨²blica, a su posici¨®n en la guerra civil y a la historia de su largo exilio. Junto a la ambiciosa muestra, que el presidente Jos¨¦ Mar¨ªa Aznar inaugura hoy en la Residencia de Estudiantes de Madrid, se ha publicado un cat¨¢logo. En sus p¨¢ginas, el prestigioso cr¨ªtico estadounidense Harold Bloom escribe: 'Terco, reacio a aceptar cualquier creencia o ideolog¨ªa, Cernuda ofrece el ejemplo de una vocaci¨®n po¨¦tica perseguida con extrema intensidad'.
'Fue muy sensible a esta condici¨®n tr¨¢gica del amor, de todo amor' (Octavio Paz)
Fue toda su vida un n¨®mada, y hoy, muchos a?os despu¨¦s de su muerte, y cuando se celebra el centenario de su nacimiento, Luis Cernuda regresa a Madrid. A principios de 1926 hab¨ªa venido por primera vez a esta ciudad, que visit¨® despu¨¦s en 1928, y donde trabaj¨®, como empleado en la librer¨ªa de Le¨®n S¨¢nchez Cuesta, desde 1930.
No dur¨® all¨ª mucho tiempo: en 1931 se incorpor¨® a las Misiones Pedag¨®gicas, una importante iniciativa educativa del Gobierno republicano, que lo llev¨® por distintos pueblos de Espa?a con la tarea de iniciar a sus habitantes en los secretos del arte cl¨¢sico espa?ol.
En septiembre de 1936, poco despu¨¦s de haberse iniciado la guerra civil, Luis Cernuda volvi¨® a Madrid desde Par¨ªs, donde hab¨ªa aterrizado para trabajar como secretario extraoficial del nuevo embajador espa?ol. Intent¨® incorporarse cuanto antes a la causa republicana. 'Ninguna vez en mi vida he sentido como entonces el deseo de ser ¨²til, de servir. Afortunadamente, mi deseo de servir no sirvi¨® para nada, y para nada me utilizaron', escribir¨ªa m¨¢s adelante en Historial de un libro.
El caso es que, a finales de noviembre de 1936, Cernuda se alist¨® en el Batall¨®n Alpino, 'qui¨¦n sabe si porque le gustaba el uniforme blanco que vest¨ªan sus integrantes', coment¨® ayer en broma James Valender, uno de los grandes conocedores del poeta y comisario de la exposici¨®n que hoy se inaugura en la Residencia de Estudiantes de Madrid. El propio Valender escribe, al respecto, en el cat¨¢logo: 'Con un fusil y un tomo de H?lderlin en la chaqueta, se fue a luchar a la sierra de Guadarrama'. Y, poco despu¨¦s, a?ade: 'Al propio Cernuda debe haberle resultado algo parad¨®jico verse obligado por las circunstancias a asumir la misma profesi¨®n que su padre, el general Bernardo Cernuda, profesi¨®n por la cual nunca antes hab¨ªa mostrado, desde luego, inter¨¦s alguno, sino todo lo contrario'.
Toda una vida
Este episodio, el de haberse alistado para pelear en la sierra y no haberse marchado a Valencia junto con los intelectuales que se fueron acompa?ando al Gobierno republicano, es uno de los tantos sobre los que arroja luz esta ambiciosa exposici¨®n, y que permite reconstruir la figura de Cernuda m¨¢s all¨¢ de los t¨®picos que lo presentan como un poeta homosexual, dandi y exquisito. 'Estamos ante un hombre', escribi¨® Octavio Paz en un ensayo de 1964, 'que en cada palabra que escribe se da por entero y cuya voz es inseparable de su vida y su muerte'.
Poeta sobre todas las cosas, s¨ª, pero tambi¨¦n ciudadano com¨²n. De eso da cuenta esta exposici¨®n, que pretende dar una visi¨®n completa de la personalidad de Cernuda y que se podr¨¢ visitar hasta el 21 de julio en Madrid, que luego viajar¨¢ a Sevilla -donde estar¨¢ en el Convento de Santa In¨¦s entre el 21 de septiembre y el 5 de noviembre- y que se trasladar¨¢ m¨¢s adelante al Reino Unido y M¨¦xico.
Organizada por la Sociedad Estatal de Conmemoraciones Culturales, la Residencia de Estudiantes y la Junta de Andaluc¨ªa, y con el apoyo de otras instituciones, la muestra se divide en nueve apartados: Sevilla: infancia y juventud (1902-1928), Otros aires (1928- 1936), Misiones pedag¨®gicas (1931-1936), Guerra civil (1936- 1938), Gran Breta?a (1938-1947), Las Am¨¦ricas (1947-1952), M¨¦xico (1952-1960), Entre California y Coyoac¨¢n (1960-1963) y Homenajes. Libros, manuscritos, cartas, revistas, cuadros, fotos -y un v¨ªdeo-, distribuidos y montados con rigor y buen gusto por los dise?adores de la muestra (Macua & Garc¨ªa Ramos), permiten reconstruir la trayectoria de Cernuda -'en el siglo XX, ning¨²n otro poeta fue tan solitario', escribe Bloom- y, siguiendo el curso caprichoso de sus viajes, reconstruir los entornos que habit¨®, tanto desde el punto de vista cultural como desde su perspectiva m¨¢s estrictamente vital. As¨ª, no es raro ver a Cernuda fotografiado en distintas playas, como verlo en diferentes circunstancias p¨²blicas, ya sea en conferencias o en actos po¨¦ticos o universitarios de la m¨¢s variada especie. Igual hay un retrato del autor que im¨¢genes reveladoras de las circunstancias pol¨ªticas de los ditintos momentos que vivi¨®. Est¨¢n sus manuscritos, pero tambi¨¦n las fotograf¨ªas que Cernuda tom¨® cuando viajaba de un lado a otro con las Misiones Pedag¨®gicas.
Est¨¢ reflejada, paso a paso, su intensa relaci¨®n con la poes¨ªa, pero tambi¨¦n se informa de sus trabajos como cr¨ªtico literario o como dramaturgo, se cuentan sus relaciones con otros miembros de su generaci¨®n (no, no fue invitado al famoso homenaje a G¨®ngora en diciembre de 1927 y, as¨ª, la muestra tambi¨¦n ayuda a quitarle ese peso muerto de formar parte de una generaci¨®n c¨¦lebre), y se recoge su forma de pasar el rato, su pasi¨®n por el mar, sus relaciones amorosas.
Junto a la exposici¨®n, se ha publicado un cat¨¢logo, financiado por Caja Madrid, que no s¨®lo sirve como gu¨ªa para penetrar m¨¢s a fondo en sus secretos, sino que constituye un testimonio completo del esfuerzo que ha supuesto organizar esta muestra y una herramienta indispensable para acercarse al autor de La realidad y el deseo. Dividido en cuatro bloques tem¨¢ticos -Luis Cernuda, de ayer a hoy, Cronolog¨ªa, Cap¨ªtulos biogr¨¢ficos y Varia lectura-, y con m¨¢s de 350 im¨¢genes, el cat¨¢logo ha sido editado por el propio James Valender, que escribe la cronolog¨ªa y el cap¨ªtulo dedicado a la guerra civil, y cuenta con textos de Bloom, Ram¨®n Gaya, Tom¨¢s Segovia, Carlos Peregr¨ªn-Otero, Edward M. Wilson, Juan Goytisolo, Andr¨¦s Soria Olmedo, Nigel Dennis, Luis Antonio de Villena o Jacobo Cortines, entre otros.
Invitaci¨®n a la lectura
Sea como sea, y m¨¢s all¨¢ de las excelencias de la exposici¨®n y el cat¨¢logo, lo importante finalmente es leer a Cernuda. En eso coincidieron todos los que participaron ayer en la rueda de prensa que sirvi¨® de pr¨®logo a la inauguraci¨®n de la muestra, que tendr¨¢ lugar hoy en un acto presidido por el presidente del Gobierno, Jos¨¦ Mar¨ªa Aznar; el presidente de la Junta de Andaluc¨ªa, Manuel Chaves, y Pilar del Castillo, ministra de Educaci¨®n, Cultura y Deporte y presidenta de la Comisi¨®n Nacional del Centenario.
Leer a Cernuda, un poeta at¨ªpico en la tradici¨®n espa?ola, que encontr¨® su propia voz al frecuentar a los poetas rom¨¢nticos: 'Goethe y H?lderlin, Blake y Novalis, Browning y Leopardi, Baudelaire y Nerval y, en sus ¨²ltimos a?os, T. S. Eliot', escribe Bloom. Un poeta que, como dijo ayer James Valender, no ha dej¨® de influir en la poes¨ªa espa?ola m¨¢s importantes del siglo XX (Valente, Brines o Gil de Biedma o los nov¨ªsimos).
Poeta solitario y poco amigo de los grandes fastos. 'Nunca se aproxima a temas sociales de grandes dimensiones. Su obra gira alrededor de su propia conciencia', anota Bloom. O, como escribi¨® Octavio Paz en uno de sus mejores ensayos, La palabra edificante: 'Cernuda fue muy sensible a esta condici¨®n de veras tr¨¢gica del amor, de todo amor'. De esa condici¨®n hab¨ªa hablado Paz poco antes: 'El amor es la revelaci¨®n de la libertad ajena y nada es m¨¢s dif¨ªcil que reconocer la libertad de los otros, sobre todo la de una persona que se ama y se desea. Y en esto radica la contradicci¨®n del amor: el deseo aspira a consumarse mediante la destrucci¨®n del objeto deseado; el amor descubre que ese objeto es indestructible... e insustituible'.
Leer a Cernuda, pues. Leerlo, por ejemplo, en este fragmento de uno de sus poemas: 'S¨®lo resta decir: me pesan los pecados / que la ocasi¨®n o fuerza de cometer no tuve. / He vivido sin ti, mi Dios, pues no ayudaste / esta incredulidad que hizo triste mi alma. / H¨¦me aqu¨ª ya vencido, presa f¨¢cil ahora / de tus ministros, cuyas manos alzadas / remiten o condenan a los actos del hombre. / Pero ?qui¨¦n es el hombre para juzgar al hombre?'.
Babelia
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