Maniobra al descubierto
Ya se sabe que la presidencia del futuro suele corresponder a quien mejor sabe construir una interpretaci¨®n favorable del pasado, una interpretaci¨®n que haga de su llegada al poder la consecuencia natural y necesaria. De ah¨ª el papel preponderante asignado por los l¨ªderes a sus historiadores de cabecera, encargados de producir esa invenci¨®n de la historia capaz de catapultarles al Gobierno o de sostenerles en ¨¦l. Por eso tambi¨¦n la necesidad perentoria de negar la validez de cualquier contribuci¨®n pol¨ªtica de los adversarios. El PP demostr¨® verdadera maestr¨ªa en ese proceder. Por ah¨ª anda presidiendo alguna empresa de publicidad y el centenario del Real Madrid aquel Miguel ?ngel Rodr¨ªguez tan injustamente olvidado que acu?¨® el ?v¨¢yase se?or Gonz¨¢lez!, repetido hasta la extenuaci¨®n y empe?ado en reiterar el resumen de 14 a?os de Gobierno socialista con la frase de paro, despilfarro y corrupci¨®n, una frase calcada del eficac¨ªsimo patr¨®n de Jos¨¦ Mar¨ªa Gil Robles, l¨ªder de la CEDA, a prop¨®sito de la Rep¨²blica de sangre, fango y l¨¢grimas.
Nuestro presidente del Gobierno, Jos¨¦ Mar¨ªa Aznar, desde su primera investidura, en 1996, tras aquella amarga victoria promet¨ªa pasar p¨¢gina de los desastres socialistas porque a su entender Espa?a iba bien si se exceptuaban los da?os causados por el felipismo. Ha cumplido su promesa de pasar p¨¢gina, pero al rev¨¦s, porque lleva m¨¢s de ocho a?os pasando cada d¨ªa las p¨¢ginas hacia atr¨¢s, decidido a sostener la plena actualidad de los desaciertos de sus predecesores, a los que jam¨¢s ha hecho reconocimiento alguno. Ni siquiera le vale la transici¨®n que nos dimos para implantar la democracia constitucional y por eso se declaraba decidido a emprender una segunda transici¨®n, que iba a ser la de verdad, la que valdr¨ªa. Todos pensaban que, una vez instalado en Moncloa, Aznar trocar¨ªa el rencor ante el ninguneo sufrido por la magnanimidad que invade a quienes han llegado a la c¨²spide, pero el c¨¢lculo ha resultado err¨®neo. Venga o no venga a cuento, sigue sosteniendo invariable el recuerdo constante de que nadie cre¨ªa en ¨¦l, ni en su familia, ni en el colegio del Pilar, ni en la Universidad Complutense, ni cuando preparaba sus oposiciones para ser funcionario de la Hacienda p¨²blica, ni en su primer destino de Logro?o.
Ahora que cada d¨ªa transcurrido es un d¨ªa menos en la cuenta atr¨¢s para que llegue el cami¨®n de mudanzas y desaloje ese lugar inh¨®spito impropio para una familia, algunos han podido acercarse para desvelar el secreto de este pr¨®cer que en absoluto nos merecemos. ?se ha sido el caso de Amando de Miguel, a juzgar por el cap¨ªtulo adelantado de su libro Retrato de Aznar, de pr¨®xima aparici¨®n. Tomemos dos ejemplos. El primero aporta la justificaci¨®n que el presidente se da a s¨ª mismo frente a Zapatero, que le acusaba de no haber votado la Constituci¨®n. Dice nuestro presidente que 'claro que vot¨¦ la Constituci¨®n, pero como un ciudadano normal, no como un pol¨ªtico'. Y a?ade: 'Yo no particip¨¦ en el proceso de la transici¨®n pol¨ªtica que condujo al texto constitucional'. Enseguida la emprende Aznar con la izquierda espa?ola, a la que achaca 'haber estado siempre en la tesis de negar legitimidad democr¨¢tica a la derecha' y 'no haber reconocido el m¨¦rito de Fraga de evitar un partido de extrema derecha, de haber ganado a la derecha para la causa democr¨¢tica'. O sea, que como cantaban los fieles en el himno del Congreso Eucar¨ªstico de Barcelona: 'De rodillas, Se?or, ante el Sagrario, que guarda cuanto queda de amor y de unidad'.
El segundo ejemplo espigado tambi¨¦n del citado cap¨ªtulo es adem¨¢s toda una revelaci¨®n. Dice Aznar que despu¨¦s de haber ganado el PP las elecciones de 1996 hubo una maniobra de EL PA?S, entre otros, para que se montara un Gobierno de gesti¨®n y que como la iniciativa no cuaj¨®, entonces intentaron que gobernara el PP pero con otro que no fuera Aznar. Explica que 'es un poco la repetici¨®n del famoso ?Mauraa, no!, un argumento ad hominem'. Despu¨¦s de esta ins¨®lita confesi¨®n todo se entiende mucho mejor. Nuestro Aznar tiene un dolimiento incurable que nunca va a caducar, pero tiene asimismo pendiente el deber de explicarnos qu¨¦ fuerzas y qu¨¦ personas estaban implicadas en esa tortuosa operaci¨®n para interponerse e invalidar la libre expresi¨®n pol¨ªtica de los espa?oles en las urnas. Esa maniobra debe quedar del todo al descubierto.
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