La estad¨ªstica nacional
El autor se?ala que el Estado se reserva las facultades de inventario y recuento de la riqueza y la poblaci¨®n mientras el Instituto Nacional de Estad¨ªstica 'no se muestra capaz de controlar un proceso de recuento que deber¨ªa ser ejemplar'.
El Estado es mucho Estado. Ejerce un control tentacular y extiende sus brazos por toda la geograf¨ªa espa?ola.
Hoy, tras veinte a?os largos de vigencia de la Constituci¨®n, estas afirmaciones podr¨ªan relativizarse. Es indiscutible que se ha producido en Espa?a un amplio proceso de descentralizaci¨®n, sin precedentes; resulta tambi¨¦n cierto que alguno de los s¨ªmbolos de la Administraci¨®n perif¨¦rica han perdido entidad, y autoridad efectiva y sem¨¢ntica, en el tr¨¢nsito de la contundencia de la expresi¨®n 'gobernador civil' a la mucho m¨¢s inocua de subdelegado. Es tambi¨¦n muy cierto que la reforma de las Fuerzas Armadas y la supresi¨®n del servicio militar obligatorio han acabado con los gobiernos militares.
'?Espa?a pierde habitantes? No, claro. Los pierde el Instituto Nacional de Estad¨ªstica'
'Hoy, los padrones dejan mucho que desear, y nos alejan de la fidelidad fotogr¨¢fica exigible'
Estas reformas evidentes podr¨ªan ser un claro desmentido de los asertos iniciales. Pero hoy no s¨®lo subsiste y resiste sino que resucita una reivindicaci¨®n de fondo y de forma del contexto estatal. Parece como si la cesi¨®n de competencias a otras administraciones, auton¨®micas o locales, pueda ser una desmembraci¨®n irreversible, una mutilaci¨®n del cuerpo m¨ªstico. Algunas de estas resistencias son meramente inerciales, acomodaticias, burocr¨¢ticas, un salvavidas para un determinado modelo funcionarial y de vida. Pero hay m¨¢s; se esgrime el se?uelo de la modernidad y el progreso para poner coto al proceso descentralizador. Se huye de las referencias a los modelos federales como quien huye del diablo; se alerta sobre los riesgos de la fragmentaci¨®n del poder, se dramatiza desde la confusi¨®n sobre unas esencias que no son m¨¢s que superestructura administrativa.
En este af¨¢n por evitar su p¨¦rdida de peso, el Estado se ha reservado el poder b¨¢sico: el acceso y el control de la informaci¨®n. Informaci¨®n es poder. Y existe una informaci¨®n b¨¢sica, esencial, fundacional: la capacidad de recuento. El Estado se reserva celosamente las facultades de inventario y recuento de la riqueza y la poblaci¨®n. Los catastros y los censos tan pr¨®ximos, tan terrenales, y al mismo tiempo tan lejos, tan fuera del alcance de quienes conocen la realidad de primera mano.
Dejo para otro momento todos los episodios, algunos muy pintorescos, en torno al inventario de la riqueza r¨²stica y urbana. Lo cierto es que, hoy por hoy, los padrones dejan mucho que desear y nos alejan de la fidelidad fotogr¨¢fica que ser¨ªa exigible para darnos una visi¨®n s¨®lo aproximada y borrosa de esta riqueza. En perjuicio de las arcas municipales que tienen por ley en el impuesto sobre bienes inmuebles una de sus bases de ingresos m¨¢s s¨®lidas, y en detrimento, claro est¨¢, de la pretensi¨®n del Estado de controlar de cerca esta informaci¨®n sobre la que se sustentan la mayor¨ªa de las figuras fiscales existentes.
Hoy conviene que fijemos nuestra atenci¨®n sobre el Censo de la poblaci¨®n de Espa?a, cuya tradici¨®n decenal alcanza casi el siglo y medio de vida. Durante unos meses, los agentes censales deb¨ªan haber peinado el territorio para fijar de la manera m¨¢s exacta posible y con el m¨¢ximo n¨²mero de datos posible la cifra de poblaci¨®n de Espa?a y de todos sus pueblos y ciudades. Cabe destacar la paradoja que desde que se decidi¨® suprimir la renovaci¨®n anual de los padrones municipales y se opt¨® por la actualizaci¨®n permanente, el censo es un ejercicio que ser¨ªa posible por simple adici¨®n de los resultados padronales.
Pero no. El Estado, por su cuenta, a trav¨¦s del Instituto Nacional de Estad¨ªstica quiere hacer comprobaciones cada diez a?os. No se f¨ªa de los dem¨¢s. ?ste es un resorte que no se puede abandonar. No se entiende sin embargo que si tan clara parece la pretensi¨®n resulten tan precarios los medios para alcanzarla.
Complejidad de los cuestionarios, falta de recursos materiales y humanos, escasa preparaci¨®n de los agentes censales, son algunas de las causas que explican el fiasco del recuento. En una primera aproximaci¨®n y con referencia a los padrones del ¨²ltimo a?o, el censo acusa un retroceso en las cifras de poblaci¨®n ?Espa?a pierde habitantes? No, claro. Los pierde el Instituto Nacional de Estad¨ªstica que no se muestra capaz de dirigir, impulsar y controlar un proceso de recuento que debiera ser ejemplar.
Si el Estado pierde poblaci¨®n, si no controla de forma fiable, su contingente demogr¨¢fico no deber¨ªa sorprendernos que alg¨²n d¨ªa pierda tambi¨¦n la cabeza. Todo sea en beneficio de la petrificaci¨®n de su propia existencia y en perjuicio de las administraciones de proximidad que asisten at¨®nitos a un espect¨¢culo esot¨¦rico. A las puertas de la Convenci¨®n, los Estados se disponen a resistirse mancomunadamente a ceder prerrogativas. La federaci¨®n de los Estados-naci¨®n se dibuja como la garant¨ªa frente a las fuerzas centr¨ªfugas del mosaico de la diversidad europea.
Olvidan, sin embargo, que si ya no controlan ni su poblaci¨®n y no permiten que otros lo hagan est¨¢n reclamando f¨®rmulas del pasado y no se dan cuenta de que los Estados ya no son lo que fueron, y deber¨¢n ser distintos en el futuro.
Joaquim Nadal i Farreras es portavoz del PSC en el Parlamento de Catalu?a y ha sido alcalde de Girona de 1979 a 2001
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