Gemidos de muerte

El Liceo de Barcelona ha saldado su deuda con la mejor ¨®pera rusa del siglo XX. Lady Macbeth de Msensk, la segunda y ¨²ltima ¨®pera de Shostak¨®vich, prohibida por Stalin, ha tardado mucho en subir al escenario lice¨ªsta en su versi¨®n original, pero al final ha llegado para quedarse y hacer historia. Obras de este calibre demuestran que el g¨¦nero sigue vivo y garantizan su futuro.

Lady Macbeth es una ¨®pera de amor, sexo, poder y muerte. Obra de humillados y ofendidos, rusa por los cuatro costados y perturbardora m¨¢s all¨¢ de la expl¨ªcita sexualidad que Shostak¨®vich, ventila con un sarcasmo sonoro que deja exhaustos a cantantes, coro, orquesta y p¨²blico. La protagonista, Katerina Ismailova, busca desesperadamente la vida fuera del miserable entorno y en su huida, enamorada de un cretino arribista, colecciona cad¨¢veres: mata a su depravado suegro y, con la ayuda de su amante, a su miserable marido; es detenida, y, camino de Siberia, comete otro asesinato y se suicida. Culebr¨®n de tintes veristas que Shostak¨®vich convierte en una pesimista y desoladora reflexi¨®n sobre la condici¨®n humana.

Verdadero torbellino orquestal, Lady Macbeth ha triunfado en el Liceo gracias a la vigorosa y experta direcci¨®n musical de Alexander Anissimov. Conoce la partitura, sabe lo que le puede pedir a la orquesta del Liceo y lo pide con pulso firme y sentido pr¨¢ctico. Tambi¨¦n el director de escena noruego Stein Winge, que firma el montaje, escoge una v¨ªa sensata para contar la historia: un espacio ¨²nico que huye del realismo y concentra la atenci¨®n en personajes y m¨²sica. Compensa las limitaciones de un escenario ¨²nico con una direcci¨®n de actores espl¨¦ndida.

?pera dif¨ªcil y ambiciosa, en el Liceo se impuso el trabajo de equipo: soberbios el coro del teatro y el de C¨¢mara del Palau de la M¨²sica. La orquesta dio una gran alegr¨ªa manteniendo el tipo en una partitura agotadora. La soprano Nadine Secunde interpret¨® el personaje protagonista con energ¨ªa wagneriana al principio, pero, entre revolcones, orgasmos y asesinatos, lleg¨® exhausta al crucial acto final. Memorables las actuaciones del bajo Anatoli Kocherga y el tenor Graham Clark, antol¨®gico en el papel de trabajador harapiento. A buen nivel el tenor Christopher Ventris, el hist¨®rico bajo Yevgeni Nesterenko y el tenor Francisco Vas.