Energ¨ªa at¨®mica o cambio clim¨¢tico: los dividendos de un falso dilema
Los autores creen que la industria at¨®mica intenta presionar para que se construyan nuevas centrales en la UE con el fin de no dar una se?al negativa a los mercados en desarrollo.
En estos momentos, en ninguno de los 15 Estados miembros de la Uni¨®n Europea hay una sola central at¨®mica en construcci¨®n. En siete de esos pa¨ªses -Portugal, Irlanda, Luxemburgo, Dinamarca, Italia, Grecia y Austria- no existe ninguna central nuclear en funcionamiento. Otros cuatro -Alemania, Suecia, Holanda y B¨¦lgica- han decidido abandonar la energ¨ªa nuclear en los pr¨®ximos a?os. En los restantes no hay planes activos para construir reactores en el futuro.
En ese contexto, la comisaria de Energ¨ªa y Transporte de la Comisi¨®n Europea, Loyola de Palacio, ha propuesto que la Uni¨®n Europea enfrente los compromisos de Kioto acerca de la reducci¨®n de gases de efecto invernadero mediante la construcci¨®n de nuevas centrales at¨®micas. Su defensa de la energ¨ªa nuclear ha encontrado una r¨¢pida respuesta por parte de la comisaria de Medio Ambiente, Margot Walstr?m, quien ha se?alado que la sociedad europea no tiene que elegir entre el cambio clim¨¢tico o las nucleares (entre la peste o el c¨®lera dir¨¢n algunos). Incluso el ministro espa?ol de Medio Ambiente, Jaume Matas, se ha desmarcado p¨²blicamente de su compa?era de partido.
'Forbes' calific¨® a las empresas nucleares como el mayor fiasco econ¨®mico de EE UU
En 2000, las emisiones en Espa?a fueron un 33,70% superiores a las de 1990
El Partido Popular es el que presenta las peores tendencias de emisiones entre los Quince
La energ¨ªa nuclear qued¨® excluida de la lista de medidas energ¨¦ticas del Protocolo de Kioto, entre otras cosas debido a los argumentos defendidos por la Uni¨®n Europea. Resulta cuando menos sorprendente que una responsable de la Comisi¨®n se muestre abiertamente en contra de la pol¨ªtica europea respecto al cambio clim¨¢tico. Sin embargo, las declaraciones de Loyola de Palacio no han sido una improvisaci¨®n. Hace tiempo que ha asumido el papel de la gran lobbista nuclear en Europa, en una coyuntura internacional en la que el presidente estadounidense, George Bush, ha pedido reabrir la opci¨®n energ¨¦tica nuclear para su pa¨ªs.
Los intentos de la industria nuclear de aparecer como parte de la soluci¨®n ante el grave problema ambiental del cambio clim¨¢tico comenzaron ya en los a?os ochenta. Con la ca¨ªda de los precios del petr¨®leo de esos a?os, la industria at¨®mica empez¨® a sentir los efectos del cambio de tendencia respecto a su porci¨®n en la tarta energ¨¦tica mundial. El cambio adquiri¨® tintes de declive tras la cat¨¢strofe de la central nuclear de Chern¨®bil (Ucrania) en 1986, cat¨¢strofe que ha dejado, hasta el momento y seg¨²n cifras oficiales, un legado de siete millones de personas afectadas, 165.000 personas fallecidas y m¨¢s de 240.000 millones de euros en p¨¦rdidas. Tras esa imponente tragedia, la credibilidad en la seguridad de la industria nuclear qued¨® irreversiblemente da?ada a los ojos de la opini¨®n p¨²blica.
En el a?o 2000, las 438 centrales at¨®micas activas en el mundo produjeron el 7,6% del total de la energ¨ªa primaria consumida a nivel mundial. Seg¨²n datos de la Organizaci¨®n Internacional de la Energ¨ªa At¨®mica, su potencia instalada ese a?o era de 4.500 gigavatios, aproximadamente la treceava parte de lo que la OIEA hab¨ªa previsto para esa fecha, tras las crisis del petr¨®leo de los a?os setenta.
En Estados Unidos, pa¨ªs que lider¨® el desarrollo de la energ¨ªa at¨®mica, no se ha ejecutado ning¨²n nuevo encargo nuclear en los ¨²ltimos 25 a?os. Solamente en ese pa¨ªs, m¨¢s de 120 proyectos nucleares han quedado en el camino debido, fundamentalmente, a razones econ¨®micas. Con raz¨®n, la prestigiosa revista Forbes calific¨® en su d¨ªa a la historia de la industria nuclear como el mayor fiasco en la historia econ¨®mica estadounidense.
Las razones de ese declive son bien conocidas. En primer lugar, la energ¨ªa nuclear es peligrosa. La tragedia de Chern¨®bil puso punto final al debate sobre la seguridad de las centrales at¨®micas. En segundo lugar, la industria at¨®mica no ha sido capaz de encontrar una soluci¨®n satisfactoria al inmenso problema que supone generar residuos radiactivos, cuya vida activa se cuenta por siglos. Las cien pr¨®ximas generaciones de seres humanos deber¨¢n vigilar los residuos radiactivos producidos en los siglos XX y XXI, lo que no parece, precisamente, un ejemplo de desarrollo sostenible. En tercer lugar, la energ¨ªa nuclear ha perdido la batalla de la competitividad econ¨®mica en unos mercados energ¨¦ticos cada vez m¨¢s liberalizados. Para la industria nuclear, la dura realidad es que los inversores privados la han abandonado hace tiempo. Se entiende que, sumida en un fuerte declive, la industria nuclear se agarre al problema del cambio clim¨¢tico como a un clavo ardiendo.
En los acuerdos de Kioto la Uni¨®n Europea se comprometi¨® a reducir en un 8% sus emisiones de gases de efecto invernadero en 2008-2012 respecto a las de 1990. Seg¨²n los informes remitidos por la Uni¨®n Europea a las Naciones Unidas, las emisiones de la UE en 1999 fueron un 4% menores que las del a?o de referencia, 1990. Para los pr¨®ximos a?os, recientes estudios de la Comisi¨®n Europea citados por la Agencia Europea del Medio Ambiente se?alan que los objetivos del Protocolo de Kioto son alcanzables si se adoptan una serie de medidas y pol¨ªticas a nivel de los Estados miembros y de la Uni¨®n en su conjunto
A la hora de evaluar las medidas para hacer viable el objetivo de Kioto es importante tener presente que las actuales emisiones de gases de efecto invernadero se originan en cinco grandes sectores: el 27% proceden del sector de la energ¨ªa, el 22% del consumo dom¨¦stico, el 21% de la industria, el 20% del transporte y el 10% de la agricultura. De estos cinco sectores, el del transporte es el ¨²nico que est¨¢ incrementando su proporci¨®n en el total y lo est¨¢ haciendo de manera explosiva -la comisaria de Energ¨ªa y Transporte deber¨ªa decir algo al respecto-. Es importante tener en cuenta d¨®nde se est¨¢n generando las emisiones, ya que se trata de promover una transformaci¨®n profunda multidireccional en el consumo y la eficiencia energ¨¦tica que abarque a todos los sectores de la econom¨ªa. Muy especialmente en el sector del transporte.
Las medidas desplegadas por la Uni¨®n Europea se basan, en buena medida, en las tres l¨ªneas que el movimiento ecologista internacional viene defendiendo desde hace a?os: ahorro, eficiencia y apoyo a las energ¨ªas renovables. Incluyen instrumentos econ¨®micos -suprimir los subsidios a los combustibles f¨®siles y a la energ¨ªa nuclear (Libro Verde de la Energ¨ªa), precios eficientes de los combustibles de transporte e internalizaci¨®n de las externalidades ambientales asociadas al transporte. Incrementar la eficiencia energ¨¦tica en la industria. Apoyar los equipamientos energ¨¦ticamente eficientes en los hogares. Promover programas de implantaci¨®n de la mejor tecnolog¨ªa disponible (BAT) en las industrias europeas. Continuar cambiando el combustible utilizado en las centrales el¨¦ctricas -suprimiendo las basadas en el carb¨®n-...
La comisaria de Energ¨ªa y Transporte, Loyola de Palacio, es consciente de que, hoy en d¨ªa, es inviable la opci¨®n de nuevas centrales nucleares en la Europa comunitaria, con o sin el Protocolo de Kioto actuando de coartada. ?Por qu¨¦ entonces su campa?a pronuclear? Porque indirectamente ofrece un doble dividendo.
Por un lado, pol¨ªticamente es ¨²til para Gobiernos como el del Partido Popular, que es el que presenta las peores tendencias de emisiones entre los 15 pa¨ªses miembros de la Uni¨®n Europea respecto a los acuerdos de Kioto.
En el a?o 2000, las emisiones en Espa?a han sido un 33,70% superiores a las de 1990, cuando, seg¨²n dicho acuerdo, no deber¨¢n superar el 15%. Al desviar la atenci¨®n p¨²blica hacia la necesidad de construir nuevas centrales at¨®micas se crea una cortina de humo sobre la propia incompetencia del Gobierno en el tema del cambio clim¨¢tico. Al mismo tiempo, sutilmente se prepara a la opini¨®n p¨²blica para que, llegado el momento, acepte el mensaje de que no se pudieron cumplir los objetivos de Kioto porque los ecologistas y sus compa?eros de viaje no permitieron levantar nuevas centrales nucleares.
El segundo dividendo es econ¨®mico. Las primeras generaciones de centrales at¨®micas est¨¢n llegando al final de su vida ¨²til (Zorita finaliza su te¨®rica vida ¨²til en octubre de este a?o). La industria nuclear europea quiere evitar a toda costa que, en los pr¨®ximos a?os, se cierren las centrales actualmente en funcionamiento. Ello supondr¨ªa su desaparici¨®n como industria en Europa y enviar¨ªa una se?al 'muy negativa' a los mercados de los pa¨ªses en desarrollo. Amortizadas ya las inversiones, la industria no quiere perder el enorme flujo de beneficios que le proporcionan los reactores. El tema es, por tanto, de hondo calado para la industria nuclear. Presionando a la opini¨®n p¨²blica para que se creen nuevas centrales, el dividendo esperado es que, al menos, no se cierren las existentes.
Carlos Bravo es bi¨®logo y responsable del ¨¢rea de energ¨ªa nuclear de Greenpeace. Antxon Olabe es economista ambiental.
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