Champa?a y salm¨®n
El abrazo del Rey a Zidane y un banquete escoc¨¦s pusieron fin en Glasgow a las tensiones del centenario blanco
Don Juan Carlos ampar¨® a Florentino P¨¦rez ante la ducha de champa?a en el vestuario del Madrid. S¨®lo el Rey y el presidente salieron secos del vestidor visitante del estadio Hampden Park tras la obtenci¨®n por el club de Chamart¨ªn de su novena Copa de Europa. Los jugadores, medio desnudos y armados de botellas, no osaron disparar chorros de alcohol sobre los ilustres dignatarios que iban a felicitarlos. Hab¨ªan entrado mojados por la lluvia, tras el partido, y comenzaron a descorchar botellas del espumoso franc¨¦s a diestra y siniestra. Vicente del Bosque y todo el cuerpo t¨¦cnico fueron rociados. Helguera, Iv¨¢n Campo, C¨¦sar y Ra¨²l sacudieron botellas verdes. Luego salieron en tromba a beber al c¨¦sped mientras el p¨²blico abandonaba las gradas. Fue extra?o ver al estoico Zidane, El Monje, como le conoc¨ªan en Italia, corriendo por el campo y llen¨¢ndose la boca con un chorro de alcohol. Al regresar al vestuario, el Rey le dio un abrazo para felicitarle por su gol.
Como la presi¨®n contenida en una botella de champa?a, las emociones de los jugadores y los directivos se dispararon. La tensa calma en el hotel de la concentraci¨®n del equipo hab¨ªa ido en aumento el lunes y el martes. 'Est¨¢n muy preocupados', coment¨® el jefe de seguridad de la expedici¨®n, Julio Sendal, el d¨ªa del ¨²ltimo entrenamiento mientras miraba el rondo. Todos los jugadores sab¨ªan que el Madrid era muy superior al Bayer. De ah¨ª que la derrota, tras perder la Copa y la Liga, se interpretase como un patinazo. Una falta. Un desastre. Esto inquietaba. Se contagiaba por momentos. Sobre todo, desde los directivos. Porque la inversi¨®n en fichajes de m¨¢s de 140 millones de euros en dos a?os, el proyecto del centenario y la sombra del fracaso si se marchaban de vac¨ªo de Glasgow rondaba sus cabezas. La estad¨ªstica y la m¨ªstica, fundamentales en el f¨²tbol, conspiraban contra la serenidad de P¨¦rez, que hasta el mi¨¦rcoles debi¨® aguantar la cantinela de los ac¨®litos de su predecesor en el cargo, Lorenzo Sanz: '?Con Sanz ganamos dos Copas de Europa!'. Era el grito de guerra de la oposici¨®n. Aquella sentencia parec¨ªa justificar cualquier gesti¨®n. Por eso, cuando asegur¨® que el t¨ªtulo fue 'una liberaci¨®n', P¨¦rez no pudo ser m¨¢s franco. De alguna manera, la afici¨®n, los jugadores, la oposici¨®n y hasta sus votantes, esperaban de ¨¦l un golpe de fortuna que refrendase los fr¨ªos n¨²meros perfectos. Algo que demostrase que su vocaci¨®n de administrador riguroso, su discreci¨®n y su af¨¢n por convertir al Madrid en un producto mercantil exportable a medio globo -'madridista es todo el mundo', proclam¨®- se pod¨ªa concretar en los mismos resultados que obtuvo en su d¨ªa su confesado modelo a seguir, Santiago Bernab¨¦u. Esto es, Copas de Europa.
'Desde aqu¨ª quer¨ªa decirle a [Gianni] Agnelli [presidente del Juventus] que muchas gracias por venderme a Zidane', dijo P¨¦rez a un corresponsal italiano despu¨¦s del partido. ?sa fue la respuesta a las acusaciones que durante la temporada hab¨ªa hecho Agnelli sobre Zidane, sobre todo porque lleg¨® a decir que el Madrid hab¨ªa fichado a un jugador est¨¦tico, pero poco efectivo.
Salvo por la presencia del Rey, la fiesta del vestuario no tuvo nada que no tuvieran anteriores celebraciones. Luego todos se subieron a un autob¨²s y se trasladaron a la torre del hotel Hilton, en el centro de Glasgow. All¨ª tuvo lugar una cena multitudinaria a la que acudieron los futbolistas, los familiares y los amigos, los entrenadores, los directivos y los periodistas.
Del Bosque, el t¨¦cnico, evit¨® el ruido y los elogios y pareci¨® tranquilo. Muy sonriente. Con la cara iluminada, cuando fue al encuentro de su esposa. 'Tiene un a?o m¨¢s de contrato y no hay m¨¢s que decir sobre su futuro', dijo el director general del club, Jorge Valdano.
Distribuidos en mesas de banquete, los comensales se sirvieron vinos de Rioja, pastel de salm¨®n ahumado, solomillo y patatas hervidas. Un men¨² muy escoc¨¦s.
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