I?urrategi ingresa a lo grande en 'el club de los 14'
El monta?ero guipuzcoano corona el Annapurna por su arista este y se convierte en el d¨¦cimo en hollar todos los 'ochomiles' del planeta
Alberto I?urrategi tiene desde ayer un hueco en la historia del himalayismo como el d¨¦cimo monta?ero -el segundo espa?ol, tras Juanito Oiarzabal- que conquista los 14 ochomiles del planeta. Tambi¨¦n como el m¨¢s joven, a sus 33 a?os, en conseguirlo. Sin embargo, su ingreso en tan selecto club es una an¨¦cdota si se compara con la forma escogida para lograrlo: la primera repetici¨®n de la traves¨ªa de la arista este del Annapurna (8.091 metros), cuya cumbre alcanz¨® ayer a las diez de la ma?ana, hora nepal¨ª.
Mucho antes de que el radiotransmisor crepitara en el campo base, preludio del grito en euskera de '?tontorra, tontorra!' ('?cima, cima!') que confirmaba su gesta, los compa?eros de expedici¨®n de I?urrategi ya se hab¨ªan dejado las u?as en una madrugada de nervios e incertidumbre. I?urrategi viajaba con el franc¨¦s Jean Christophe Lafaille, un asiduo de las escaladas extremas como la que les ha ocupado estos dos ¨²ltimos d¨ªas. Se mov¨ªan de noche y por un terreno desconocido, tramposo y situado en los l¨ªmites de los 8.000 metros, un lugar en el que s¨®lo la reflexi¨®n ya supone un esfuerzo agotador. En la cima del Annapurna ambos se entretuvieron una hora para cumplir con el ritual de las fotograf¨ªas -para el recuerdo y los patrocinadores, BBK y EITB- y de las dedicatorias. La de Alberto fue para su hermano F¨¦lix, fallecido en 2000 durante el descenso del Gasherbrum II, el duod¨¦cimo ochomil que hollaban de la mano.
Sus otros tres compa?eros de cordada hab¨ªan renunciado por turnos durante el ataque final, derrotados por la exigencia f¨ªsica del trazado y por su peligrosidad. Jon Beloki se gir¨® hacia el campo base para no convertirse 'en un lastre' para el resto de la cordada. Una decisi¨®n, la suya, tan delicada como honrada. Despu¨¦s confes¨® a los habitantes del campo base no sentirse con 'la confianza necesaria' para la escalada definitiva. Ed Viesturs y Veikka Gustaffson siguieron su ejemplo un d¨ªa despu¨¦s, f¨ªsicamente hundidos y an¨ªmicamente derrotados por el panorama estremecedor que se abr¨ªa ante sus ojos. El ataque a la cima no ten¨ªa nada que ver con lo habitual en la conquista de los ochomiles, cuando el viaje de ida y vuelta a la cumbre se resuelve en diez o doce horas de esfuerzo concentrado.
S¨®lo un precedente
En la arista este del Annapurna, 15 kil¨®metros, ida y vuelta por encima de los 7.500 metros, el ataque definitivo desde la seguridad del ¨²ltimo campo de altura se mide por d¨ªas. No hay manera de cuantificar el desgaste sufrido en semejante empresa, una apuesta que s¨®lo los suizos Erhard Loretan y Norbert Joos fueron capaces, en 1984, de soportar.
La pareja suiza no fue capaz de regresar sobre sus huellas: agotados y sin material de escalada suficiente, se lanzaron por la cara norte en un descenso a vida o muerte que les sonri¨®. Una vez a salvo, su campo base y todos sus enseres y alimentos estaban al otro lado de la monta?a: tuvieron que refugiarse entre los grupos que preparaban el asalto al Annapurna por su cara norte y que les vieron aterrizar como extraterrestres. I?urrategi se hab¨ªa propuesto ser el primero en completar el reto, tan complicado que le aseguraba un extra de motivaci¨®n. En eso sigue ahora mismo, cuatro d¨ªas despu¨¦s de dejar atr¨¢s el resguardo del campo III.
El Himalaya s¨®lo extiende los certificados de cima en el campo base, el objetivo m¨¢s importante a alcanzar ahora por I?urrategi y Lafaille. Su viaje de regreso, fatigados y demasiado expuestos a los rigores de la falta de ox¨ªgeno y a la dificultad t¨¦cnica que presenta la afilada arista, mantiene en vilo a su poblaci¨®n. La arista no es la alfombra que los escaladores esperaban encontrarse: el viento ha barrido el exceso de nieve para convertir la ruta en un hilo afilad¨ªsimo de hielo y roca. A ratos, la pareja avanza sobre paredes de 70 grados suspendidas sobre una ca¨ªda de 2.000 metros. Ambos han decidido desprenderse de cualquier exceso de peso para ganar tiempo, aunque viajan con la tienda y el hornillo para vivaquear e hidratarse.
Su intenci¨®n era saltarse el lugar donde vivaquearon la noche antes de pisar la cima, colocado en un collado, a 7.800 metros, y alcanzar el vivac anterior, a 7.200 metros. Tuvieron fuerzas para mucho m¨¢s: a las 19.30 (hora nepal¨ª), I?urrategi derret¨ªa nieve en el interior de la tienda, en la que se present¨® una hora antes que Lafaille. Desde ese punto estableci¨® una comunicaci¨®n con el campo base para asombro de Juanjo San Sebasti¨¢n: 'Es la primera vez que admite estar cansado'.
La pareja afronta hoy el ¨²ltimo y complicad¨ªsimo paso antes de alcanzar el campo III: un tramo de arista fin¨ªsimo que abordar¨¢n lastrados por cuatro d¨ªas de esfuerzos en el l¨ªmite de lo soportable. S¨®lo en ese punto, y a unas pocas horas de abrazarse a sus compa?eros de expedici¨®n, celebrar¨¢n su triunfo sobre el Annapurna.
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