La receptividad

Una de las cosas m¨¢s sorprendentes de las vanguardias del pasado siglo es la modestia del papel desempe?ado por el arte brit¨¢nico. Es posible que a ello contribuyera el relativo aislamiento en que hubieron de moverse los artistas pl¨¢sticos. No, desde luego, por el hecho de habitar una isla, sino, tal vez, por el influjo de las orientaciones formalistas al estilo de Roger Fry o de la distante elegancia de los c¨ªrculos al estilo del de Bloomsbury, o de la moderaci¨®n cr¨ªtica de un Herbert Read. El caso de Ben Nicholson (1894-1982) resulta a este respecto bastante significativo. El propio comisario de esta exposici¨®n, Jeremy Lewison, recuerda las reticencias que hace menos de diez a?os, a prop¨®sito de su retrospectiva en la Tate Gallery, segu¨ªa despertando Nicholson: ?fue un aut¨¦ntico innovador o s¨®lo un brillante y aplicado seguidor, un 'importador' de formas y estilos inventados fuera de Inglaterra? ?Cu¨¢l fue realmente su lugar en la vanguardia europea?

Lo que es espec¨ªfico en Nicholson es su manera de asimilar, pero tambi¨¦n de desarrollar los influjos a los que constantemente se somet¨ªa. Derain y Matisse, cubismo y poscubismo, surrealismo y constructivismo abstracto: de todo ello fue tomando nota a su debido tiempo e integr¨¢ndolo en su obra sucesiva o incluso simult¨¢neamente. Puesto que lo malo para un artista -explicaba en 1966- no es imitar a los otros (siempre que lo hagas a tu manera): lo malo es imitarse a s¨ª mismo. Probablemente ten¨ªa raz¨®n. De hecho, componen su extensa obra paisajes y naturalezas muertas, evocaciones cubistas, sutiles relieves abstractos, construcciones sobre tabla que alguien ha calificado de 'antis¨¦ptica', pero no exenta de la necesaria dosis de pasi¨®n. Se dir¨ªa que lo m¨¢s importante lo hizo durante los a?os treinta y, ya m¨¢s relajado, desde la cima del ¨¦xito, durante los cincuenta. Cuando se contempla el conjunto de su trayectoria, se advierte su extraordinaria capacidad para apropiarse de lo mejor que ve¨ªa por ah¨ª, procesarlo y restituirlo como un producto original. Nicholson no se reconoc¨ªa a s¨ª mismo como un pintor constructivista, sino como estrictamente constructivo, y siempre con un ojo puesto en la experiencia de la naturaleza. Esto le permiti¨® profundizar en una actitud a veces sincr¨¦tica, pero rigurosa, de la que han podido salir algunas cosas verdaderamente iluminadoras.