Antonio Ferrera, por la puerta grande
Antonio Ferrera se gan¨® a pulso salir por la puerta grande de la plaza de las Ventas. Se le puede discutir que la espada cay¨® baja, pero es indiscutible su torer¨ªa, su valor, su decisi¨®n, su dominio y su enorme ilusi¨®n desde que se abri¨® de capote en sus dos toros. Fue un triunfo leg¨ªtimo porque su actuaci¨®n estuvo regada por la m¨¢s ortodoxa torer¨ªa. Ferrera emocion¨® al p¨²blico en distintas fases de sus faenas y se gan¨® con todo merecimiento el reconocimiento un¨¢nime de la afici¨®n. Un triunfo de un torero grande que hizo el pase¨ªllo con las llaves de la puerta grande entre las manos.
La verdad es que fue una tarde emocionant¨ªsima, pasada por agua, por mucha agua, durante la primera parte, pero siempre qued¨® claro que en el redondel hab¨ªa tres toreros de una pieza que se las vieron con una mansada de toros abantos y parados, lo que no fue ¨®bice para que la emoci¨®n presidiera todo el festejo.
Carriquiri / Espl¨¢, Ferrera, El Fandi
Toros de Carriquiri, aceptablemente presentados, blandos, mansos y parados en el tercio final; el 5?, encastado. Luis Francisco Espl¨¢: media perdiendo la muleta y un descabello (silencio); dos pinchazos y media (ovaci¨®n). Antonio Ferrera: media baja y tendida (gran ovaci¨®n); estocada ca¨ªda (dos orejas). Sali¨® a hombros por la puerta grande. David Fandila, El Fandi, que confirmaba la alternativa: casi entera trasera (ovaci¨®n); casi entera (oreja). Plaza de las Ventas, 17 de mayo. 6? corrida de feria. Lleno. Durante la primera parte de la corrida no par¨® de llover torrecialmente.
A la decisi¨®n encomiable de Ferrera hay que unir la maestr¨ªa de Espl¨¢, un torero con mando en plaza, querido por esta afici¨®n, y muy responsabilizado toda la tarde, que dict¨® otra lecci¨®n magistral con el capote en su segundo toro. Y que nadie se olvide del granadino El Fandi, un portento con las banderillas, variad¨ªsimo con el capote y decidido, aunque de tono menor, con la muleta. Los tres brindaron, adem¨¢s, unos tercios de banderillas viv¨ªsimos con un dominio total de los terrenos y de la variedad. Espl¨¢, t¨¦cnico y seguro, como siempre, en especial por los adentros y en los pares de poder a poder; Ferrera, asom¨¢ndose al balc¨®n como no se ve en una plaza de toros desde hace pero que mucho tiempo; y El Fandi, un aut¨¦ntico atleta torero -no en vano fue deportista de esqu¨ª- que puso al p¨²blico en pie con sus pares andando hacia atr¨¢s y al viol¨ªn. Especialmente emotivo fue el tercio de banderillas del ¨²ltimo toro, en el que El Fandi invit¨® a parear a sus compa?eros. Espl¨¢ volvi¨® a deleitar con un extraordinario par de poder a poder; Ferrera lo emul¨® con seguridad y el tercero cerr¨® con otro andando hacia atr¨¢s. La imagen final de los tres toreros adorn¨¢ndose junto al toro llev¨® el delirio a los tendidos.
Una tarde de toros aut¨¦ntica, para el recuerdo. Y con toros mansos y de escasas fuerzas. Lo que son las cosas. Pero, claro, hab¨ªa toreros, toreros grandes, ilusionados, con un hambre de triunfo desconocido entre la torer¨ªa andante.
Ferrera es desde ayer un referente para todo aqu¨¦l que quiera triunfar en el dif¨ªcil mundo de los toros. Para empezar, naci¨® en Ibiza, que, como bien saben, es tierra torera por antonomasia, dicho sea sin ofender. Pero lo parieron con una ambici¨®n y un valor -su padre es guardia civil- que asustan.
Todo comenz¨® cuando El Fandi quit¨® por chicuelinas de rodillas y cerr¨® con una media extraordinaria en el quinto de la tarde. Le respondi¨® Ferrera con dos chicuelinas con las manos muy bajas que provocaron atronadores aplausos. Por ¨²ltimo, invit¨® a Espl¨¢, pero ¨¦ste desisti¨®.
Con las banderillas, Ferrera provoc¨® un aut¨¦ntico delirio. Se dej¨® llegar el toro hasta la mism¨ªsima chaquetilla, resbal¨® cuando lo intent¨® al quiebro y qued¨® a los pies del animal, que no hizo por ¨¦l. Cuando tom¨® la muleta hab¨ªa ambiente de faena de triunfo. El toro, un manso encastado, lo esperaba desafiante. Y el torero no hizo m¨¢s que jug¨¢rsela sin cuento; con la muleta adelantada, y con pasmosa serenidad y seguridad, consigui¨® redondos largos y hondos que cerraba una vez con un vistoso cambio de manos y otra con un largu¨ªsmo pase de pecho.
El toreo al natural fue igualmente vibrante por la alegr¨ªa del animal y la disposici¨®n del matador. Continu¨® por redondos, uno de ellos dibuj¨® un c¨ªrculo completo, y finaliz¨® con un pase del desprecio antes de cerrar la faena con una trincherilla, un cambio de manos y otro de pecho espectacular. Cuando Ferrera mont¨® la espada ten¨ªa las orejas en las manos. Hab¨ªa hecho tan feliz a la gente, que nadie repar¨® en la defectuosa estocada
Igualmente decidido, seguro y voluntarioso estuvo en su primero, un manso que hu¨ªa de su sombra, y al que someti¨® junto a las tablas con un valor muy inteligente.
Espl¨¢ se gan¨® el respeto de un p¨²blico que le reconoce su constrastada maestr¨ªa y personalidad. Estuvo aseado con su primero, manso y parado, y elev¨® el toreo a los altares con el capote en el otro. Lo fij¨® con lances muy bajos, tore¨® por chicuelinas majestuosas, y llev¨® al toro a una mano al caballo desde el centro del ruedo. La plaza le dedic¨® una ovaci¨®n cerrada y un¨¢nime. Despu¨¦s, el toro se qued¨® muy corto y no pudo culminar la obra.
Pero s¨ª la culmin¨® El Fandi, que confirmaba la alternativa y cort¨® una oreja merecida a toda una labor de conjunto vistosa, variada y dominadora. Largas cambiadas, chicuelinas, faroles, ver¨®nicas de rodillas...; pares de banderillas de toda factura y condici¨®n, muleteo de tono bajo, pero muy decidido.
Ah, ?pero ha llovido...?
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