Buen ambiente
Abrumado por los delitos contra el patrimonio, el fiscal jefe de C¨®rdoba se ha sentido obligado a se?alar en su memoria del a?o alg¨²n medio de defensa, social y particular, que, de aplicarse con rigor, reducir¨ªa el nivel delictivo. He prestado mucha atenci¨®n a las palabras del fiscal: yo tambi¨¦n tengo mi modesto patrimonio, y ?qu¨¦ puedo hacer para defender mis propiedades? Puedo, dice el fiscal, adoptar medios de defensa 'de car¨¢cter material' y de 'car¨¢cter personal'. Puedo, materialmente, poner alarmas a mi alrededor, puertas y cristales blindados, detectores de metales, c¨¢maras; puedo comprarme una pistola (con licencia, por supuesto). Personalmente, puedo nombrarme a m¨ª mismo guardi¨¢n de mi casa o enrolarme en alguna patrulla de vecinos. Ser¨ªa 'un acto expreso a favor de la defensa privada', destaca el fiscal, que termina recordando que 'el m¨¢s importante de estos medios personales lo representan los vigilantes jurados'.
El patrimonio exige blindaje, y la categor¨ªa de un barrio, de una urbanizaci¨®n, de una casa, de un hombre, no viene se?alada por un n¨²mero de estrellas o tenedores, sino por el sistema de protecci¨®n que utiliza: cerraduras, vallas, c¨¢maras, alambradas, hombres. Cuanto mayor sea mi patrimonio, m¨¢s personal ser¨¢ mi vigilancia y mayor mi blindaje privado. El fiscal de C¨®rdoba s¨®lo dice cosas aceptadas generalmente, y su 'elenco de medidas para mejorar la seguridad ciudadana' se resume en un principio fundamental: cada uno puede protegerse y armarse por su cuenta contra los ladrones. Este principio perpet¨²a una rica tradici¨®n cultural, cinematogr¨¢fica (pel¨ªculas de Charles Bronson, John Wayne, Clint Eastwood), pero tambi¨¦n se integra en nuestra m¨¢s honda realidad hist¨®rica: no hace tanto que los propietarios se reun¨ªan a toque de campana para defender su hacienda y perseguir el bandolerismo a escopetazos.
Entonces, ?por qu¨¦ me suenan especialmente a plomo las palabras del fiscal? Porque entiendo que el fiscal es abogado del pueblo, defensor del inter¨¦s p¨²blico y, sin embargo, demuestra una cient¨ªfica y bien informada desconfianza en el Estado del que es funcionario. Parece que, para el fiscal de C¨®rdoba, la leg¨ªtima violencia estatal, p¨²blica, de la polic¨ªa y la Guardia Civil, no basta para impedir la violencia de los delincuentes: la violencia de los cuerpos armados del Estado no consigue defender el patrimonio de los particulares, que deber¨ªamos ir pidiendo licencia de armas o contratando a quien ya tenga pistola. Las ideas del fiscal son perfectas para el folleto publicitario de una agencia de seguridad privada, pero, enunciadas por un jerarca del Estado, son alarmantes.
No son ideas intempestivas: hay 11.500 presos en Andaluc¨ªa y, seg¨²n el PSOE, 'la criminalidad en Espa?a ha alcanzado la cifra m¨¢s alta nunca antes conocida en nuestro pa¨ªs'. El PSOE lo dice para quitarle votos al PP gobernante, sin calcular que cuando los electores oyen estas consignas (vengan de donde vengan), corren a votar a la derecha, que tiene m¨¢s prestigio de impiedad policial y carcelaria. El buen ambiente mundial del momento, belicoso, muy belicoso, parece reproducirse naci¨®n por naci¨®n y casa por casa.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.