El ¨²nico torero, 'Cagancho'
El reloj de la plaza marcaba las nueve menos cuarto de la noche y no hab¨ªa pasado absolutamente nada digno de menci¨®n; y si se tiene en cuenta que, aqu¨ª, las corridas comienzan a las siete, se puede obtener una idea bastante aproximada del tostonazo de festejo de rejoneo que protagonizaban dos primeras figuras como son Moura y Hermoso de Mendoza.
Eran las nueve menos cuarto, el ¨²ltimo toro de la tarde, y el rejoneador navarro se dipon¨ªa a cambiar de montura despu¨¦s de un m¨¢s que discreto tercio de rejones de castigo. Entonces, una voz surge del tendido: 'Pablo, Cagancho; saca a Cagancho, hombre'. Si lo ten¨ªa previsto o no es secreto de sumario, pero lo cierto es que volvi¨® al ruedo a lomos del m¨ªtico caballo y los tendidos explotaron de alegr¨ªa. No era para menos despu¨¦s de una hora y tres cuartos de profundo aburrimiento.
Flores / Moura y Hermoso, mano a mano
Toros despuntados para rejoneo de la Vda. de Flores Tassara,, bien presentados, mansos y descastados, a excepci¨®n del ¨²ltimo, con m¨¢s recorrido. Joao Moura: pinchazo y bajonazo (silencio); pinchazo y rej¨®n bajo (ovaci¨®n); rej¨®n bajo (oreja). Pablo Hermoso de Mendoza: rejonazo trasero y muy bajo (ovaci¨®n); pinchazo y bajonazo (oreja); dos pinchazos y rej¨®n en lo alto (vuelta con el caballo Cagancho). Plaza de Las Ventas. 18 de mayo. 7? corrida de feria. Lleno.
Adi¨®s a Las Ventas
Es conocido que Cagancho es un caballo torero de cualidades extraordinarias que est¨¢ en temporada de retirada. Su due?o lo despidi¨® de la Maestranza en la feria pasada, y ayer dijo adi¨®s a Las Ventas. Pero antes dict¨® una nueva lecci¨®n de torer¨ªa excelsa en el tercio de banderillas. Cagancho tendr¨¢ ya una edad, pero sigue toreando como los propios ¨¢ngeles. Templ¨® al toro, el ¨²nico codicioso de toda la tarde, a dos bandas, despacio, sin perderle la cara; en plena carrera, quebr¨® a su perseguidor y se fue por los adentros, lo que provoc¨® una emoci¨®n ausente hasta entonces. Repeti¨® la suerte otra vez, m¨¢s cerca de las tablas, y el momento fue de enorme intensidad. Hermoso aprovech¨® para prender dos buenos pares de banderillas y, resuelto el segundo, se tir¨® del caballo, le lanz¨® un beso al aire, y los espectadores, puestos en pie, homenajearon a Cagancho, que se perd¨ªa, todo ufano, por el callej¨®n.
Finalizada su actuaci¨®n, Hermoso volvi¨® a sacarlo y, tijeras en mano, le cort¨® las crines a modo de despedida. La vuelta al ruedo del caballo fue apote¨®sica.
Ciertamente, fue el ¨²nico triunfador del festejo. El ¨²nico torero con mando en plaza; el ¨²nico capaz de transmitir emoci¨®n en una tarde gris y fr¨ªa.
Pero los rejoneadores cortaron una oreja cada uno... Bueno, pues dos regalos del se?or; del se?or respetable que encontr¨® en la concesi¨®n de trofeos una f¨®rmula para aplaudir y espantar el fr¨ªo. Porque ni Moura ni Hermoso hicieron m¨¦ritos para ello.
Para empezar, se anuncian mano a mano; es decir, como si se tratara de una dura competencia entre dos primeras figuras. Y de competencia, nada de nada.
Es verdad que los toros no colaboraron al triunfo. A excepci¨®n del ¨²ltimo, todos fueron mansos, muy descastados y distra¨ªdos. El tercero y el cuarto dieron toda la impresi¨®n de haber quedado con un amigo en Las Ventas. El primero se arranc¨® como una moto cuando vio a Moura, y cuando comprendi¨® que no era quien buscaba, se par¨® en seco y dirigi¨® su mirada a los tendidos con un inter¨¦s digno de todo encomio. Moura insist¨ªa, pero el animal repas¨® uno por uno los tendidos y, nada, que no encontr¨® al amigo. La verdad es que no era tarea f¨¢cil, porque la plaza estaba de bote en bote. El mismo recado tra¨ªa el cuarto y tampoco lo encontr¨®. Dos toros con un alto sentido de la amistad, pero muy cortos de casta. No se puede tener todo en la vida.
Sin casta
Tampoco derrocharon casta los rejoneadores y son seres racionales, reconocidos toreros, que buscan el aplauso e identifican r¨¢pidamente a sus muchos partidarios.
Sea como fuere, con un p¨²blico proclive al entusiamo, uno y otro, Moura y Hermoso aburrieron al personal cuando todo hac¨ªa prever una tarde de competencia art¨ªstica.
Moura lleva toda la vida en esto, pero hasta el m¨¢s pintado echa un borr¨®n. Debut¨® a los once a?os y ya ha cumplido los cuarenta y dos. Experiencia le sobra, y de ella se vali¨® para una actuaci¨®n digna, pero fr¨ªa y de tono menor, a a?os luz del torero poderoso y artista que le acredita.Estuvo simplemente aseado en su primero, clav¨® casi siempre a la grupa y no motiv¨® a nadie. Tampoco destac¨® ante el segundo, el que buscaba al amigo, y se le aplaudieron m¨¢s las cabriolas con los caballos que su acierto con los garapullos. Y en el tercero hizo un esfuerzo final y protagoniz¨® un meritorio tercio de banderillas que levant¨® los ¨¢nimos de los alica¨ªdos espectadores. Fall¨® en un par a dos manos, mat¨® de un rej¨®n bajo e, inexplicablemente, le concedieron una oreja.
Tampoco anduvo m¨¢s all¨¢ Hermoso. Al final de su segundo toro, alguien le pidi¨® que banderilleara a dos manos y las coloc¨® en todo lo alto. Pero, ?y si no se lo piden? Por lo dem¨¢s, rejones muy despegados, fallos en banderillas y rejones de muerte mal colocados.
El ¨²nico torero, Cagancho. Y se ha despedido...
Babelia
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