El sue?o universitario del rey
Un arquitecto relata c¨®mo se introdujo en Europa el modelo de campus americano a partir de un viaje de cuatro enviados reales en 1927
Alfonso XIII pasaba el verano de 1924 en el palacio de la Magdalena de Santander. Llevaba 22 a?os en el trono y una idea le rondaba en la cabeza, la obra de su reinado: una gran universidad ubicada en Madrid que atrajera tambi¨¦n a estudiantes hispanoamericanos.
Alfonso XIII pasaba el verano de 1924 en el palacio de la Magdalena de Santander. Llevaba 22 a?os en el trono y una idea le rondaba en la cabeza, la obra de su reinado: una gran universidad ubicada en Madrid que atrajera tambi¨¦n a estudiantes hispanoamericanos.
La Ciudad Universitaria de Madrid fue el primer campus a la americana, e influy¨® en otros pa¨ªses
Un grupo de arquitectos paseaba a orillas del mar disfrutando el suave agosto santanderino cuando un coche par¨® a su vera. El rey baj¨® la ventanilla: 'S¨¦ que han celebrado ustedes una importante reuni¨®n cuya sesi¨®n de clausura estaba decidido a presidir; no me ha sido posible, pero nos veremos antes de que ustedes se separen'. Al d¨ªa siguiente almorzaron juntos en la residencia real. All¨ª estaba, entre otros muchos, el arquitecto Modesto L¨®pez Otero, quien a?os despu¨¦s trazar¨ªa los primeros bocetos de un recinto universitario interdisplinar, planificado, monumental; donde se formaran los estudiantes como ciudadanos, motivados y orgullosos del entorno acad¨¦mico; un proyecto unitario, integral, en el que la naturaleza tuviera un lugar privilegiado y el deporte fuera parte fundamental de la formaci¨®n; una universidad pensada a partir del estudiante. Donde aprender a vivir y vivir aprendiendo.
Fueron a?os convulsos los que vivi¨® la Espa?a de aquella ¨¦poca. Hubo una dictadura, y luego una guerra, y luego otra dictadura. La gran biblioteca central nunca lleg¨® a construirse; ni las aguas del Manzanares vieron nunca regatas estudiantiles como las que celebraban en la Universidad de Harvard. Por si fuera poco, durante la contienda civil se destruy¨® parte de lo ya construido. Pero nada de eso pod¨ªa saber el rey cuando decidi¨® donar 350 hect¨¢reas de terreno en La Moncloa y renunci¨® a los fastos del 25 aniversario de su llegada al trono para emplear el dinero recaudado en la empresa en la que puso todo su empe?o.
La historia de lo que ocurri¨® durante aquellos a?os la ha rescatado con precisi¨®n cient¨ªfica y dedicaci¨®n literaria Pablo Campos Calvo-Sotelo, doctor arquitecto por la Universidad Polit¨¦cnica de Madrid. En su libro titulado El viaje de la utop¨ªa (Editorial Complutense) relata la b¨²squeda de un modelo universitario que emprendieron por el nuevo mundo cuatro hombres: Jos¨¦ Casares, decano de la Facultad de Farmacia; Antonio Simonena, catedr¨¢tico de Medicina; Julio Palacios, catedr¨¢tico de Ciencias, y el arquitecto Modesto L¨®pez Otero, que era entonces director de la Escuela de Arquitectura de Madrid.
En aquella aventura tuvo especial relevancia el empuje de don Florest¨¢n Aguilar, amigo personal del rey, que conoc¨ªa bien Estados Unidos y la moderna universidad que all¨ª hab¨ªa. Y la Fundaci¨®n Rockefeller, que contribuy¨® activamente a que el viaje fuera de provecho, para lo que facilit¨® contactos y direcciones.
Pablo Campos ha repetido esos viajes tras las huellas de los cuatro intelectuales, buscando archivos, an¨¦cdotas, planos. Primero fueron a Francia, Holanda, Alemania, al encuentro, sobre todo, de modelos hospitalarios, porque al principio se pens¨® en hacer un gran complejo m¨¦dico cient¨ªfico en los terrenos cedidos.
Aquella idea se desvaneci¨® cuando el Manuel Arn¨²s atrac¨® en Nueva York el 8 de octubre de 1927. Ante los cuatro enviados del rey apareci¨® la compleja y perfeccionada idea del campus americano, como modelo arquitect¨®nico y como ideal de formaci¨®n. Cada detalle impresion¨® a los viajeros. Campos ha indagado en los archivos, ha recogido fotos antiguas y cr¨®nicas de la ¨¦poca como ¨¦sta de Abc del 18 de octubre de 1928 que recomendaba al lector: '?No se vaya usted de Madrid sin ver lo que se est¨¢ haciendo en La Moncloa para la Ciudad Universitaria! Es la obra que ha de inmortalizar al rey para orgullo de Espa?a y asombro del extranjero. ?La que ha de hacer de Madrid el centro espiritual del mundo hispano!'.
El diario alababa un proyecto que 'impondr¨¢ el sistema de coeducaci¨®n... Mujeres y hombres estudiar¨¢n juntos, viviendo juntos y disponi¨¦ndose, sin prejuicios que ofenden o recelos que confunden, a seguir sus vidas juntos'.
Los cuatro embajadores reales descubrieron hasta la palabra y la idea del campus. Espacios ajardinados rodeados de soberbios edificios donde herv¨ªan ciencias y letras. ?530 universidades ten¨ªa Norteam¨¦rica! Apenas 11.000 estudiantes hab¨ªa entonces en la universidad madrile?a.
Vieron un partido de foot-ball que no entend¨ªan y tomaron CocaCola. Y se asombraron al conocer el squash, 'especie de juego de pelota [...] que requiere una rapidez de movimientos vertiginosa, lo cual hace que los jugadores vayan casi desnudos', anot¨® L¨®pez Otero tras visitar Harvard. Las universidades americanas se hab¨ªan emancipado de los claustros acad¨¦micos que importaron de la vieja Europa.
L¨®pez Otero tuvo que pagar un recargo por exceso de peso en el equipaje a su vuelta a Madrid. En su maleta hab¨ªa planos, libros, documentos... En sus notas de viaje y en su mente permanec¨ªan las lujosas residencias estudiantiles, los equipados laboratorios, las modernas aulas americanas; las ventajas, y los fallos que no habr¨ªa de repetir en el proyecto madrile?o. 'La Ciudad Universitaria de Madrid fue el primer campus a la americana y eso influy¨® en toda Europa'.
Con la obra de su reinado inacabada, Alfonso XIII se exili¨® voluntariamente en 1931 para evitar una guerra que se declar¨® a?os m¨¢s tarde y que acab¨® con un proyecto que nadie ha continuado despu¨¦s.
Una instituci¨®n viva las 24 horas
Para la Ciudad Universitaria de Madrid se proyect¨® un campus interdisciplinar, autosuficiente, vivo las 24 horas del d¨ªa, con actividades extrauniversitarias. Pero conectado estrechamente con la ciudad real porque 'el universitario debe formarse como ciudadano', explica el arquitecto Pablo Campos Calvo-Sotelo. 'El proyecto inicial era espl¨¦ndido, pero se distorsion¨®. La carretera de A Coru?a lo ha partido en dos, y el tr¨¢fico ha invadido el recinto', lamenta Campos. Nunca se ha desarrollado en el campus madrile?o una vida integral. 'Por la noche es un espacio muerto' y por el d¨ªa la ciudad no disfruta tampoco de su universidad. 'El estilo arquitect¨®nico debe responder a una idea de vida universitaria, motivar al estudiante', afirma el arquitecto. Y, visto as¨ª, 'el espacio f¨ªsico es fundamental si se quiere hablar de calidad educativa'. 'S¨®lo as¨ª ser¨¢n universidades de excelencia'. 'La universidad necesita una revoluci¨®n, volverse al hombre. Hay que utilizar la utop¨ªa como motor del cambio. Alcal¨¢ de Henares, por ejemplo, ha pasado de ser una ciudad moribunda a ser Patrimonio de la Humanidad, alrededor de su universidad, en s¨®lo 25 a?os'.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.