Algo tenaz y oscuro
Jean Baudrillard, que no es precisamente santo de mi devoci¨®n, ha apuntado con precisi¨®n al centro del espacio lepenista: 'Le Pen encarna algo m¨¢s que unas ideas pol¨ªticas o un resentimiento categorial, algo tenaz y oscuro, refractario a la raz¨®n pol¨ªtica y que se regenera con esta disidencia'. Esta dimensi¨®n 'tenaz y oscura' es una amenaza latente que habita en diversos grados y niveles de profundidad en las zonas opacas de la conciencia humana y que, a veces, se destapa en formas de violencia, agresividad o intolerancia que en determinados momentos pueden convertirse en fen¨®meno colectivo. Sobre este sustrato se han construido las distintas mutaciones que ha tenido el fascismo. Y la xenofobia ha sido habitualmente una de sus primeras manifestaciones. De todo ello hay expresiones permanentemente. En tiempos de baja tensi¨®n social acostumbra a desplazarse hacia territorios donde toma formas ritualizadas como el f¨²tbol, que opera como vomitorio de la violencia social. Esta dimensi¨®n del f¨²tbol est¨¢ tan integrada que nadie repara en los odios tribales que all¨ª se congregan ni en el lenguaje militarista, sectario e intolerante que casi siempre acompa?a al espect¨¢culo. A veces, alg¨²n factor externo o interno act¨²a como catalizador y hace que la violencia all¨ª concentrada estalle m¨¢s all¨¢ de lo que impl¨ªcitamente se daba por aceptable. Es el momento en que las almas bellas se sorprenden de que pasen cosas as¨ª y sacan el insoportable repertorio de jaculatorias mientras las autoridades dicen c¨ªnicamente que esta vez s¨ª afrontar¨¢n el problema.
El aumento de los umbrales de violencia en el f¨²tbol es, a menudo, expresi¨®n de un aumento de la tensi¨®n en la calle, y algo de ello ocurre en este momento. Precisamente porque sabemos que los individuos en particular y la sociedad en general somos portadores de esta explosiva cuota de oscurantismo, las instituciones democr¨¢ticas deben velar para que estas pulsiones, al despertarse, no lleguen a hacer masa cr¨ªtica y deben estar armadas en lo ideol¨®gico y en lo pol¨ªtico para hacerles frente. Desde el punto de vista ideol¨®gico, forma parte de la cultura democr¨¢tica el rechazo a la xenofobia, al racismo y al fascismo. Sobre esto, caben pocas concesiones. Cualquier intento de restarle importancia es peligroso porque finalmente lo que hace es normalizar algo absolutamente contrario a las bases de la convivencia democr¨¢tica. La claridad en la definici¨®n y defensa de los valores democr¨¢ticos no significa que no se deban atender los problemas que pueden estar en el origen del c¨ªclico despertar de estas tenaces y oscuras pulsiones pol¨ªticas. Es evidente que, en una sociedad que combine amplios niveles de libertad con un grado satisfactorio de cohesi¨®n social, es m¨¢s improbable que se den las condiciones para la irrupci¨®n de la pol¨ªtica del rechazo al Otro y de la intolerancia. Por tanto, el progreso global de la sociedad es el mejor ant¨ªdoto. Y, en momento de grandes y acelerados cambios, la atenci¨®n primordial a los que sufren las peores consecuencias de todo ello es la mejor v¨ªa para evitar la aparici¨®n de la xenofobia organizada. A pesar de ello, no debemos olvidar que no siempre son quienes viven en peores condiciones los m¨¢s sensibles a las voces de la intolerancia y del rechazo. Hay mucho personal seducible entre las clases medias agobiadas por las frustraciones.
Lo preocupante de la situaci¨®n actual es la reacci¨®n de las clases dirigentes y, en particular, de la derecha, especialmente en Espa?a, en que Jos¨¦ Mar¨ªa Aznar ha actuado como pionero. Una reacci¨®n que tiene dos caras: por un lado, la comprensi¨®n con los que tienen comportamientos xen¨®fobos (y la descalificaci¨®n de quienes quieren defender los principios democr¨¢ticos elementales); por otro, la adopci¨®n de la agenda de la extrema derecha sin modificar en nada los t¨¦rminos.
Aznar ha lanzado su ritual ofensiva contra lo pol¨ªticamente correcto. Es urgente que un bi¨®grafo nos explique d¨®nde se forj¨® -quien le insult¨® en la escuela o en la Universidad- su resentimiento contra todo lo que suene a progre. Toda correcci¨®n pol¨ªtica es una castraci¨®n mental; por tanto, no defender¨¦ ninguna de ellas, ni la del viejo izquierdismo, ni la actualmente dominante, que es la que viene de Estados Unidos y de la globalizaci¨®n de v¨ªa ¨²nica. Sorprende que un hombre como Aznar, tan escrupuloso en el cumplimiento de la correcci¨®n pol¨ªtica emanada del FMI, acuse a los dem¨¢s de un pecado semejante, aunque de otra religi¨®n. Pero el problema no es ¨¦ste. El problema es que al descalificar cualquier posici¨®n que recuerde los principios b¨¢sicos de la cultura democr¨¢tica sobre el racismo y la xenofobia, Aznar est¨¢ dando carta de naturaleza al discurso que arrastra a estas gentes preocupadas que ellos dicen comprender. Y esta derecha est¨¢, al mismo tiempo, otorg¨¢ndose permiso a s¨ª misma para salir del sistema de valores democr¨¢ticos en nombre de la seguridad y de la inmigraci¨®n; es decir, los mismos argumentos que expresan Le Pen y compa?¨ªa.
Ah¨ª est¨¢ la peligrosa y deliberada confusi¨®n. Una cosa es comprender los problemas de la ciudadan¨ªa -evidentemente, no hay pol¨ªtica de inmigraci¨®n responsable que no atienda los problemas que ¨¦sta pueda generar a algunos sectores sociales aut¨®ctonos-, otra muy distinta convertir esta comprensi¨®n en ambig¨¹edad o desprecio de los valores y los principios democr¨¢ticos. Es verdad que todos los votos del electorado son iguales, pero hacer oportunismo en esta materia es jugar con material explosivo. La derecha espa?ola lleva tiempo haci¨¦ndolo. ?Hasta cu¨¢ndo podr¨¢ tensar la cuerda de los valores democr¨¢ticos para ganar m¨¢s votos sin perderlos por el otro lado?
Maragall tiene raz¨®n cuando dice que lo de Premi¨¤ no es una an¨¦cdota, y precisamente por ello hay que afirmar el rechazo a la xenofobia. Pero hay que recordar tambi¨¦n a los inmigrantes que hay valores que defenderemos con intransigencia: por ejemplo, la igualdad de la mujer; en este caso, el respeto a la se?ora alcaldesa. La se?ora Ferrusola y el se?or Barrera deber¨ªan reflexionar cuando el ultraderechista Josep Anglada agita los sentimientos xen¨®fobos apelando a sus palabras. La comprensi¨®n ideol¨®gica acaba traduci¨¦ndose en complicidad pol¨ªtica. La seguridad no puede ser la de Le Pen. Sin embargo, hay prisas en apuntarse al discurso de la seguridad sin querer mirar a las causas del malestar reinante. Al contrario, pronunciando la demag¨®gica ecuaci¨®n aznarista: inseguridad igual a inmigraci¨®n. Decididamente, este trasfondo tenaz y oscuro de la conciencia pol¨ªtica que Baudrillard describe est¨¢ muy extendido.
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