Extravagancia y desconsideraci¨®n
Conspirando contra la idea que se tiene del Mundial como la m¨¢xima expresi¨®n del rigor profesional, Camacho ha tenido la ocurrencia de agregar a Javier Lozano, seleccionador nacional de f¨²tbol sala, a su n¨²cleo de ¨ªntimos colaboradores. Como suele suceder, no se ha dado una explicaci¨®n concreta sobre esta extravagante decisi¨®n. No la ha ofrecido Camacho, que tampoco ha sacado de dudas a los aficionados sobre las misteriosas razones que impiden la convocatoria de Molina, ni lo ha hecho Lozano, probablemente porque todav¨ªa no sabe cu¨¢l es su cometido. 'Mi funci¨®n en este viaje va ser simplemente la que me digan que haga'. Es decir, todav¨ªa no se lo han dicho. Eso cuando falta poco m¨¢s de una semana para comenzar la Copa del Mundo.
Nadie discute la capacidad profesional de Lozano, dos veces campe¨®n del mundo con la selecci¨®n de f¨²tbol sala. Pero el f¨²tbol sala es al f¨²tbol lo que el hockey sobre patines al hockey sobre hierba. Cualquiera que sea su relaci¨®n de parentesco, es otro deporte, uno con otras reglas, con otras dimensiones, con otro n¨²mero de jugadores, con otra superficie... La autoridad de Lozano en su parcela no le vuelve m¨¢s conveniente para la selecci¨®n que Valero Ribera, el destacad¨ªsimo entrenador de la secci¨®n de balonmano del Barcelona. Los dos saben muy bien lo que es ganar, pero en lo suyo. Si eso sirve para el equipo nacional de f¨²tbol, que se explique. No se trata de dudar de los conocimientos de Lozano, ajenos en todo caso a la actividad que desarrolla en un deporte distinto al f¨²tbol y, desde luego, nunca plasmados en el exigente mundo en el que ahora se interna por decisi¨®n de Camacho.
El asunto no es intrascendente, al menos si no lo es la Copa del Mundo. Durante cuatro a?os, Camacho ha tenido a su disposici¨®n el tiempo, los jugadores y la estructura federativa para definir su proyecto. Durante todo este tiempo no ha contado ni un solo minuto con Lozano, por lo que cabe pensar que sus consejos no le resultaban necesarios. Produce perplejidad que le reclame a dos semanas del comienzo del Mundial: o Camacho no ha hecho bien sus deberes durante estos a?os -y de ah¨ª la utilidad que debe ver en alguien que no ha tenido contacto alguno con la selecci¨®n-, o ha lanzado un duro reproche al cuerpo t¨¦cnico de la Federaci¨®n, tres de cuyos entrenadores (S¨¢ez, Santisteban y Ufarte) han salido malparados de este asunto. Si es una fastidiosa queja contra el grado de competencia de los t¨¦cnicos de la federaci¨®n, resulta inoportuna y desconsiderada. Inoportuna porque ha tenido tiempo de sobra, aproximadamente cuatro a?os, para establecer su criterio t¨¦cnico en el ¨¢mbito federativo. Si no lo ha hecho, ser¨¢ porque la estructura le parec¨ªa correcta. De ah¨ª que s¨®lo se pueda calificar como desconsiderada la decisi¨®n de Camacho con respecto a unos colaboradores orillados, sin ninguna explicaci¨®n, en favor del seleccionador de f¨²tbol sala.
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