Sainete de Camacho
El seleccionador remata una semana de conflictos con acusaciones a la prensa de conspiraci¨®n y un ins¨®lito alarde frente al v¨ªdeo
Por lo que parece, Camacho ha decidido seguir el principio de Murphy hasta las ¨²ltimas consecuencias: por muy mal que vayan las cosas, siempre pueden empeorar. Lejos de aliviar el pesimismo despu¨¦s de una semana cargada de conflictos y malas noticias, el seleccionador ofreci¨® su versi¨®n m¨¢s brusca y la m¨¢s inconveniente a escasos d¨ªas del primer partido de Espa?a. Su intervenci¨®n ante los periodistas fue un pat¨¦tico ejercicio en todos los aspectos: por inoportuno, desagradable, falso y d¨¦bil.
Seg¨²n un modelo que Clemente elev¨® hasta los peores extremos, Camacho no dud¨® en atribuir a los periodistas un ensa?amiento s¨®lo justificado por una orquestada campa?a contra la selecci¨®n. Este chapucero razonamiento pretende tres cosas: desvirtuar las evidencias, que en los ¨²ltimos d¨ªas han sido pr¨®digas en encontronazos dentro de la expedici¨®n; desacreditar a la prensa de un plumazo y generar un clima de cohesi¨®n en el equipo contra el enemigo exterior, que en este caso no ser¨ªa Eslovenia o Paraguay, sino los periodistas que ofician de saboteadores, la mayor¨ªa por lo que parece.
Es habitual caer en este tipo de man¨ªas persecutorias antes de la Copa del Mundo y tambi¨¦n suele ser normal que se paguen las consecuencias. Clemente se estrell¨® antes de comenzar la de Francia con su penoso ataque a la prensa. Por lo visto, le preocupaban m¨¢s los periodistas que Nigeria. Lejos de fortalecer los v¨ªnculos de los jugadores en torno a ¨¦l, les aniquil¨® con un mensaje irrelevante y equivocado.
Nada m¨¢s inoportuno que distraerse con enemigos falsos porque eso significa perder de vista al adversario real. La prensa no puede evitar las preguntas que han surgido en los ¨²ltimos d¨ªas: ?qu¨¦ pinta el seleccionador de futbito en el ¨ªntimo grupo de colaboradores de Camacho?, ?por qu¨¦ Lorenzana, el preparador f¨ªsico, amenaz¨® con dimitir de su cargo tras un conflicto con Ra¨²l?, ?cu¨¢l es la causa que aconseja la inclusi¨®n del fisioterapeuta Guti¨¦rrez entre los periodistas y no entre los profesionales que cuidan de los jugadores?, ?qu¨¦ ocurre con un equipo que no ha jugado un pe?azo en los dos partidos amistosos?, ?hasta d¨®nde est¨¢ claro el dibujo t¨¢ctico y hasta qu¨¦ punto se ha perfilado? Las preguntas han surgido porque cada uno de estos asuntos exist¨ªa. Por supuesto, no ha ayudado mucho la ausencia de respuestas o de explicaciones coherentes.
A Camacho no se le ocurri¨® ayer otra cosa que desacreditar a los periodistas seg¨²n el aristocr¨¢tico principio que impide hablar de f¨²tbol a todos los que no lo hayan practicado en un nivel profesional. Si esta peregrina idea se llevara hasta las ¨²ltimas consecuencias, y algo de eso hubo en la alusi¨®n de Camacho a sus numerosos galardones, funcionar¨ªa un sistema de castas por el cual los jugadores del Madrid o del Bar?a tendr¨ªan m¨¢s conocimientos adquiridos que los del Celta, por ejemplo. Y los del Celta, m¨¢s que los del Villarreal. As¨ª sucesivamente hasta descender en la escala hasta el territorio de los parias: los periodistas y los aficionados en general, que s¨®lo tendr¨ªan el derecho de ver y callar por su falta de experiencia profesional.
Pues bien, el f¨²tbol es de todos: de Camacho, de los jugadores, de la prensa y de los 4.000 millones de aficionados que van a seguir los partidos. De lo contrario, este juego ser¨ªa lo m¨¢s parecido a la cofrad¨ªa de amigos de la capa, es decir, un min¨²sculo reducto para iniciados.
El seleccionador se equivoc¨® en su diatriba por la debilidad de sus argumentos y la falsedad de su teor¨ªa de la conspiraci¨®n. Tampoco se puede decir que su intervenci¨®n tuviera el don de la oportunidad. Pero, seg¨²n dicta la ley de Murphy, empeor¨® todav¨ªa m¨¢s las cosas cuando dedic¨® una hora de su tiempo a demostrar sus conocimientos y su preparaci¨®n en una sala de v¨ªdeo, frente a una buena tropa de periodistas.
Si no fuera porque este ins¨®lito hecho provoca la ternura de lo ingenuo, podr¨ªa interpretarse como un acto de justificaci¨®n o de inseguridad y hasta se podr¨ªa llegar al viejo excusatio non petita, acusatio manifesta. El problema, sin embargo, es de otra naturaleza: el de un hombre que se aleja de la realidad y dedica gran parte de sus energ¨ªas a perseguir fantasmas cuando las necesidades est¨¢n en otra parte. En preparar minuciosamente al equipo.
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