Construir una naci¨®n
Se han acabado los merecidos parabienes de la comunidad internacional y para Timor Oriental, en su primer d¨ªa de independencia, comienza la tit¨¢nica tarea de edificar una naci¨®n tras casi 500 a?os de ocupaci¨®n extranjera. Timor es peque?o, vulnerable y uno de los pa¨ªses m¨¢s pobres del mundo. Su ¨²ltimo amo, Indonesia -que mand¨® sus paracaidistas en 1975 con el consentimiento de EE UU pretextando combatir el comunismo-, abandon¨® el territorio en 1999, tras perder un plebiscito de autodeterminaci¨®n supervisado por la ONU. Sus brutales soldados y milicianos dejaron tras de s¨ª un rastro de devastaci¨®n y muerte pocas veces visto.
La ONU ha devuelto la paz y, despu¨¦s de poner en pie algunas de las instituciones imprescindibles en un pa¨ªs independiente, ha entregado las riendas al presidente Xanana Gusmao, un venerado antiguo jefe guerrillero. El partido gobernante, Fretilin, hace tiempo que abdic¨® de su condici¨®n marxista para convertirse a la econom¨ªa de mercado, y en estos dos a?os y medio los timorenses, apenas 800.000, han acreditado una notable capacidad para la convivencia y el di¨¢logo, expresada en las elecciones legislativas del a?o pasado y las recientes presidenciales.
Timor Oriental depender¨¢ bastante tiempo de la ayuda extranjera para sobrevivir. En un imprescindible compromiso moral con el territorio tantas veces rapi?ado, una conferencia de donantes ha prometido la semana pasada 360 millones de d¨®lares durante los pr¨®ximos tres a?os, mientras algunos de los recursos de la nueva naci¨®n entre Indonesia y Australia, sobre todo el gas y el petr¨®leo de sus aguas, comienzan a ser explotados. La ex colonia portuguesa tiene una econom¨ªa m¨ªnima y queda lejos de cualquier mercado importante. Todo apoyo ser¨¢ poco para que los timorenses, muchos de los cuales sobreviven con menos de medio euro diario, comiencen a tener electricidad, una asistencia sanitaria elemental o puedan ir a la escuela.
Miles de refugiados regresan ahora desde la mitad occidental de la isla, que sigue siendo parte de Indonesia, al pa¨ªs gozosamente nacido en la medianoche del domingo. Las relaciones con el antiguo enemigo y gigante vecino ser¨¢n cruciales en el desarrollo del nuevo Estado. Las sanguinarias milicias proindonesias que calcinaron Timor Oriental en 1999 son ahora un rescoldo, y el nuevo poder de Yakarta las considera una fuerza a liquidar. Debe ser as¨ª. Indonesia, m¨¢s que nadie, est¨¢ obligada a garantizar que no habr¨¢ nunca m¨¢s sangrientas veleidades anexionistas. Timor Oriental ha cubierto sobradamente su cupo de sufrimiento.
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