Obscenos en el para¨ªso
Pasaron muchos a?os, antes de que la vida lo depositara junto al amigo de la adolescencia, que siempre le ganaba a orinar m¨¢s lejos y a resolver ecuaciones de primer grado. Lo celebraron con unas cervezas, mientras hac¨ªan memoria de otros compa?eros del colegio. De pronto, el amigo de la adolescencia, le pregunt¨®: ?qu¨¦ opinas de la inversi¨®n de sellos en chinitos?, ?Crees que fue rentable? Se qued¨® perplejo. Luego, record¨® c¨®mo los religiosos de la Orden les ped¨ªan sellos para salvar a aquellas criaturas del pecado. Pero se encogi¨® de hombros. Es que soy de letras, se excus¨® con una sonrisa. Entonces, el amigo de la adolescencia le formul¨® una pregunta f¨¢ustica: ?Has tratado de vender tu alma? Casi se atraganta con un pincho de tortilla: Por supuesto que no. Pues me alegro, porque el diablo ya no es el diablo, es un confidente de la jerarqu¨ªa eclesi¨¢stica. Y el alma ni siquiera es un pron¨®stico, sino puro parqu¨¦ burs¨¢til que pisotean financieros, empresarios, ec¨®nomos y obispos. Son muy ladinos: env¨ªan al hombre a la luna y los dineros del cepillo, a la renta variable. Y encima, lo pierden.
Ya nunca m¨¢s vio a su amigo de la adolescencia. Supo, sin embargo, que hab¨ªa denunciado chiringuitos financieros, pr¨ªncipes de la Iglesia y banqueros sin escr¨²pulos. Y lo m¨¢s extra?o: un profesor de literatura isabelina, le cont¨® que su amigo de la adolescencia hab¨ªa tratado de canjear su alma al diablo, por el amor de una hermosa granjera, que cabalgaba desnuda en un corpulento cerdo de raza yorkshire. Al diablo le dio risa lo del alma, pero acept¨® una finca que ten¨ªa en Extremadura y que puso en manos de la sociedad Arzobispado de Valencia. El caso es que su amigo y la obscena granjera consiguieron entrar en el para¨ªso y se entregaron a una lujuria bestial, hasta que fueron expulsados por curiosear en ciertas cuentas bancarias. Vaya, ?as¨ª que conoci¨® el para¨ªso terrenal? No, fue m¨¢s afortunado: conoci¨® el para¨ªso fiscal de Jersey. Es que, ver¨¢, ahora los prelados no se andan con historias y saben muy bien por d¨®nde cae la salvaci¨®n.
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