Ni la tercera de Cipollini anima una carrera ab¨²lica

En Caserta, la hist¨®rica ciudad que suele producir los sprints m¨¢s espectaculares del Giro, Mario Cipollini organiz¨® su manada de cebras a la perfecci¨®n y, al final de una etapa larga, larga y llana, gan¨®. Super¨® con facilidad a Robbie McEwen, el australiano diminuto, el ¨²nico velocista que le ha desafiado en Italia, el ¨²nico que le ha derrotado.

Fue la tercera victoria de SuperMario sobre el lobo estopario, una oportunidad, en otras ocasiones, para reactivar el inter¨¦s de la carrera y erigir cr¨®nicas monumentales y anecd¨®ticas en honor del toscano y de su heroica lucha con Alfredo Binda por constituirse en el m¨¢ximo ganador de la historia de la carrera rosa: la de ayer fue su 37? victoria en el Giro, a s¨®lo cuatro de las 41 del primer campe¨®n del mundo.

Sin embargo, en esta ocasi¨®n, en este Giro 2002, la carrera del Probenecid de Garzelli y de la camorra y el clan napolitano de Varriale, las haza?as de Cipollini no valen para nada, ni siquiera para sacar de la abulia a una carrera que s¨®lo est¨¢ atenta a los hechos de la cr¨®nica negra que se escriben en los despachos judiciales de Brescia. Cipollini reconquist¨® la maglia ciclamino (regularidad) y la maglia rosa contin¨²a un d¨ªa m¨¢s en poder del m¨¢s an¨®nimo de los l¨ªderes, el anciano (38 a?os) gregario alem¨¢n Jens Heppner, que ma?ana, en Campitello Matese, se someter¨¢ al primer examen monta?oso. Pero a qui¨¦n le importa.